A toda esa gente con muy poco yo

En aquellos tiempos donde sólo existía una cadena en televisión uno de los momentos más felices de mi infancia era cuando se emitían los dibujos animados de la Warner Bros. Ya saben, los protagonizados por Bugs Bunny, el pato Lucas, Sivestre, Elmer, Speedy González, el viejo Sam y el megavitaminado Demonio de Tasmania, entre otros.

No sé si contemplar aquellos deliciosos dibujos animados alteró la conciencia enfermiza de una generación de espectadores que tuvo también la oportunidad de asistir en riguroso directo a la muerte del dictador siendo aún niños, pero sí que estoy seguro que parte de su construcción del mundo se la deben a estas criaturas. Y  en especial a que se pusieran del lado –más que del malo– del perdedor en todas estas historietas animadas de ayer y hoy.

Continuo viendo los episodios clásicos de la Warner Brothers y como excelentes clásicos que son, me sorprendo por los actuales que todavía resultan en estos tiempos de siniestros dirigismos. Tanto, que últimamente reviso antiguos capítulos y les pongo cara de personajes de nuestra política nacional y autonómica para reírme un poco de lo desgraciada que está resultando su gestión. Será por aquello de que por muy mal que lo hagan siempre caen de pie. Aunque habrá, afortunadamente, un Silvestre, un pato Lucas, un Coyote de la vida detrás de todos ellos para recordarles que son mortales…

No era, sin embargo, de las ya míticas criaturas de la Warner de quien quería hablarles sino de la evolución de los dibujos animados y el alto grado de estupidez que ha alcanzado este formato antaño para toda clase de públicos. Así que viene a colación esta humilde reflexión por el premio que Pocoyó ha recibido en la Mostra de Venecia, donde ha recibido el galardón Kineo Diamanti al Cinema Italiano.

Admitiendo los valores desarmantes de Pocoyó (qué título: poco-yo) y su minimalismo robotizante, me pregunto todavía cómo esta serie extraterrestre ha logrado calar en los niños, aunque algo me hace sospechar que son precisamente los padres los que han obligado a sus hijos a caer mesmerizados por este producto que desde sus inicios despertó todas mis alertas.

No sé si será por el presunto carácter educativo que sus creadores dicen que tiene la serie o por el tono chachipiruli que afirman posee el  Pocoyó, pero me inquieta (como inquieta una cosa a la que llaman Hello Kitty) cuando casualmente me la meten en la vida. Debe ser, pienso ahora, porque cuando las veo quedo abducido por tan extravagantes tonterías. Pero esas cosas me pasan también con el anime y la mayoría de los dibujos animados que monopolizan esos canales especializados en los más jóvenes.

Probablemente es signo de que me hago viejo. Pero entre la violencia desatada de los dibujos animados de la Warner y su estrafalario canto a la desesperación del perdedor, Pocoyó y familia se me antojan como productos perfectamente diseñados para sosegar y uniformar a nuestras futuras masas.

A que sean eso precisamente: gente de muy poco yo.

Saludos, imaginando al Coyote devorando por fin las entrañas del Correcaminos, desde este lado del ordenador.

11 Responses to “A toda esa gente con muy poco yo”

  1. El coyote Says:

    ¡Ya era hora! Menos Pocoyó y algo más de inteligencia… Y sí, señor editor, está más que bueno el puto del Correcaminios… Bip, bip….

  2. admin Says:

    Disfrútelo usted. Y deje algo para las comadrejas, ¡hay tantas!

  3. Daniel León Lacave Says:

    El titulo de Pocoyó devenga una curiosa anécdota. aunque ingleses de origen, estos dibujos están creados por un español afincado en Reino Unido. Con su proyecto terminado, a falta únicamente de un nombre para su creación, escuchó a su hija de apenas tres años rezando lo siguiente: “Jesusito de mi vida, eres niño pocoyó”. Es verídico al 100 por 100.

  4. Malabia onettiano Says:

    Qué acierto eso del “poco yo” ahora que hay tantos egos inflados y mediocres ensalzados y bien remunerados. Sí, correcaminos habrá y hay, sobre todo en el periodismo canario de hoy, donde alguna gentuzá será descubierta antes de lo que ella misma piensa. Gracias a su excelente blog, señor editor o administrador, abundarán sopresas inopinadas acerca
    de personajes públicos y publicados.

  5. admin Says:

    Graciosa la anécdota, Daniel, muchas gracias por transmitírnosla.

  6. Nando Parrado Says:

    Estimado Eduardo: le diré que, como usted, soy admirador de los dibujos de la Warner (los de antes, los doblados al español con acento lationamericano), pero debo aclararle que aunque no tengo hijos sí tengo sobrinos, y sus padres -que son mis hermanos- también se criaron con los dibujos de la Warner pero están encantados de que sus pequeños vean Pocoyó porque, contrariamente a lo que usted afirma con tanta ligereza (no sé si realmente se ha parado a verlos), son ideales para la educación de niños de hasta dos o tres años. Lejos de idiotizarlos, les muestran los mecanismos esenciales de la convivencia y de las relaciones personales, aparte de entretenerlos en la manera en que unos dibujos deben hacerlo con personas tan pequeñas. Por otra parte, esos mismos sobrinos, a medida que han ido creciendo, ya empiezan a consumir los dibujos de la Warner, y se lo pasan tan bien como usted y yo cuando éramos pequeños.

  7. admin Says:

    Debe ser como usted dice, estimado Nando, aunque entre el desgarrador perdedor que es el pato Lucas y los (reitrero) idiotizados zombies de Pocoyó siempre me quedaré con el pato, el gato, el coyote que abanderan la bandera de la mala suerte.

  8. Patrick Bencomo Says:

    Me temo que el comentario de Nado es cierto, son dibujos que están destinados a niños de 0 a 3 años y, supongo, que usted no tendrá recuerdos de esa edad sino de a partir de 5 años (si tiene usted memoria, porque lo que es yo…) por lo tanto sus recuerdos de dibujos animados serán de a partir de esa edad.
    Mis hijos disfrutaron con Pocoyó y disfrutan ahora (8 y 10 años) con la Warner y Bob esponja (no sé si los ha visto pero creo que no le van a la zaga a algunos de la warner u otros de su época). Y creo que pocoyó cumple una función de divertimento a la vez que educadora muy importante.
    Y le añado un enlace que igual ha visto pero que me resultó curioso:
    http://www.youtube.com/watch?v=q_dMM4-1jUE
    Un abrazo

  9. admin Says:

    En mis pesadillas tengo recuerdos incluso de cuando di a luz. No es una broma. Igual algún día cuento esta experiencia que, probablemente, fuera una pesadilla… digo. Uno tan feliz flotando en el vientre de la madre y zas, bienvenido a la brutal realidad de la existencia humana… Eso sí, les prometo que me castigaré los ojos viendo a Pocoyó. Todo sea por los niños.

  10. Patrick Bencomo Says:

    No, por Odín, no se castigue usted. Siga disfrutando con el Pato Lucas (sí, es mi preferido) y compañía

  11. admin Says:

    Más que Odín prefiero invocar a Lucifer… o a Bugs Bunny. Por aquello de la puñetera luz…

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