Solo veo muertos… ¡¡¡Solo veo muertos!!!

No soy un espíritu carnavalero –por mucho que se empeñe un hijo o una hija de mala madre en animarme a participar con el envío de mensajitos anónimos para curarse, imagino, el síndrome Manderley que le suscito– como para recibir con una ancha sonrisa y los brazos abiertos una fiesta que, sencillamente, me resulta indifirente.

Y que sufro y padezco.

Padezco porque no puedo exiliarme a otro lugar por estas fechas y viviendo, como vivo, en una zona de la ciudad donde transita –o baja y sube– toda clase de almas perdidas por el Carnaval, confieso resignado que he terminado por claudicar y asumir con mi característica paciencia rusa el rugido de una gente que canta el inevitable ¡¡¡ohhh, mamá, bandera tricolor!!! y aprovecha para orinar en la estrecha y, quiero pensar, siniestra callejuela en la que resido.

Hace tiempo, un vecino con muy malas pulgas que vivía en el tercero se dedicaba a tirarles cubos de agua a los que abajo se creían Luciano Pavarotti cantando con acento aguardentoso ¡¡¡ohhh, mamá, bandera tricolor!!! Pero la reacción de los de abajo al sentirse mojados solía ser bastante imprevista. Intenté explicárselo al vecino del tercero pero no hubo manera.

- No les tire agua.- le recomendé un día que me lo encontré en el rellano de la escalera.- Pruebe a arrojarles arañas o cucarachas. No hacen daño.

El vecino del tercero, una persona huraña, no me hizo caso y continuó con los cubos de agua con los resultados de siempre hasta que, imagino que jarto, un día decidió marcharse y vivir en otro lugar.

No me lo he vuelto a tropezar desde entonces.

Y en una ciudad tan pequeña y provinciana como Santa Cruz de Tenerife mira que es difícil no tropezarte con un conocido.

Lo que tiene, por otro lado, su encanto.

O no.

Pero vayamos al fondo del asunto.

El caso es que en los últimos años he terminado por ritualizar todo los viernes que da inicio al puñetero Carnaval lo de irme al cine porque se trata de un día en el que apenas encuentras espectadores en la sala.

Y si bien el cine se diseñó para que compartas el espectáculo con otros muchos a veces apetece también ver una película rodeado de otros pocos locos que, como tú, no son digamos que muy aficionados a la caprichosa fiesta.

Recuerdo así como hace tiempo me olvidé durante unas horas de que existía el Carnaval mientras veía Cartas desde Iwo Hima, de Clint Eastwood.

La magia, desgraciadamente, se hizo añicos cuando salí de la sala y me encontré con los primeros ositos de peluche, hombres travestidos explotando plumas y falsos policías, soldados y drugos de todo a cien bajando por la avenida.

Así que cuando llego a casa y noto que las ventanas empiezan a vibrar con el rugido de la marabunta suelo ver King Kong, la original, cosecha del 33, deseando que el rey de los simios –mi rey, mi monarca– aplaste a los que dicen que sienten el puto Carnaval en la sangre.

Este año, como siempre, volveré a ejecutar el ritual.

Porque este ritual supone para mi una simbólica ejecución.

Ya tengo película escogida.

Juan de los muertos. Matamos a sus seres queridos, del cineasta cubano Alejandro Brugués, que estrena esa especie de oasis cultural de la capital tinerfeña que es TEA Tenerife Espacio de las Artes. La cinta se exhibirá este viernes, 17 de febrero. Pero también el sábado, 18 y el domingo 19 en dos pases: 19 y 21.30 horas.

Ya nos hicimos eco de esta película de muertos vivientes en la Perla del Caribe en el facebook que tanto gusta y disgusta. Claro que en su momento no añadimos el interés que me suscita contemplar una película de zombis rodada en una isla que gobierna con mano de hierro no un muerto viviente pero sí un coma-andante, Raúl Castro, mientras su hermano, Fidel momificado, recibe en chándal a las visitas.

La historia de Juan de los muertos. Matamos a sus seres queridos transcurre en La Habana –una de las ciudades más hermosas del planeta pero también de las más descolocantes porque callejear por ella es cómo explorar en una capital en estado de guerra– donde una misteriosa infección está convirtiendo a sus habitantes en muertos vivientes con un voraz apetito por la carne humana.

La cinta la protagonizan Alexis Díaz de Villegas, Jorge Molina y Andrea Duro, entre otros. Y se ven el trailer, alojado en la misma web de TEA, se harán una idea de por donde van los tiros.

Una de zombi en clave de comedia zombi.

La cosa no es nueva, pero en clave cubana multiplica lecturas.

Políticas y de otro calado siempre que se vea con guasa.

Esa es mi esperanza.

No sé a quien se le habrá ocurrido escoger esta película para exhibir en TEA en plenos Carnavales pero digamos que quiero pensar que ha dado en el clavo. Debe ser que últimamente me siento como debe sentirse Juan de los muertos.

Tras ver la cinta, que será el viernes Dios mediante, regresaré a casa. Y sé que mientras suba la avenida me tropezaré con los primeros ositos de peluche, hombres travestidos explotando sus plumas y falsos policías, soldados y drugos de todo a cien bajando hacia el Carnaaaval.

Y llegaré a casa. Y mientras escucho como sube de volumen el rugido de la calle a través de los cristales de mi casa volveré a ver King Kong, cosecha del 33, deseando que el rey de los simios –mi rey, mi monarca– aplaste a los que dicen que sienten el puto carnaval en la sangre.

Y entonces, en mi cabeza loca, sí que habrá un Carnaval.

Un Carnaaaval loco. Un Carnaaaval de verdad.

Un Carnaaaval de putos muertos vivientes.

 Saludos, dando la murga, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “Solo veo muertos… ¡¡¡Solo veo muertos!!!”

  1. javier hernandez velazquez Says:

    Hoy tienes a Mike Spillane (o sea, Hammer) en el TEA. Cruzando la calle podrías tener un Invitado en tu casa aunque no viniera de (nzel) Washington. Aunque, incluso yo tocaría a tu puerta si tuvieras en tu salón con las piernas subidas al sofá a Robin “Princesa prometida” Wright. Fastásticamente sexy en esa escena en Moneyball. ¿Quién dijo que cualquier tiempo pasado fue mejor? Te quiero miss Wright (capullo Sean Penn).
    Si lo que quieres en vez de Carnaval son muertos ya te lo dije: Valhalla Rising.
    Por cierto, para muga Los Singuangos de mi barrio de Duggi, ésa sí que era una murga… Descanse en Paz.

  2. admin Says:

    Spillane, duro y reaccionario como debe ser, está en los Price empuñando el revólver mientras masculla algo así como “¿dónde demonios puedo ver Valhalla Rising?” Luego, sin perder la rabia, le pega dos tiros a Sean Penn por progre y, triste, solitario y final, observa como Robin Wright e escabulla en la niebla sin derramar una puñetera lágrima. ¡Singuango!

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