Otra tirada de Tarot

Como no tengo nada mejor que hacer y como la primera llamada que recibo en el día es para transmitirme una nueva mordida al escaso parné que aún conservo en Suiza, me voy con una amiga a visitar a una pitonisa que echa los arcanos mayores porque todo lo que lee en ellos: “es verdad.”

No sé lo que quiere decir la amiga con lo de “verdad”, pero digamos que siempre he sentido interés por los que son capaces de descifrar esos naipes.

Yo pierdo a veces el tiempo observando los que tengo al lado.

Nos recibe una señora delgada, que viste una rebequita azul. Otra ñora ofrece café, mientras la pitonisa habla y habla de la meléculas que traduzco al cabo del rato deben ser moléculas.

Se pone en pie y me hace pasar a una habitación pobremente decorada y sentándome en una mesa pequeña y redonda, ordena que baraje las cartas.

- Piense en las meléculas.- repite.

Pero pienso en otras cosas mientras barajo y corto –“por el lado izquierdo, haga usted el favor”– mientras pienso en otras cosas.

- ¿Puedo fumar?- pregunto.

Niega con la cabeza mientras reparte la baraja sobre la mesa.

Por la ventana cerrada llega el ruido amortiguado de una batucada.

- ¡Qué pesado se ponen con el carnaval!- digo.

- ¡Shhhh!- contesta la pitonisa estudiando las cartas.

LA LUNA

Polémica roñosa en la que se ha metido a Antonio Muñoz Molina. El escritor recibió el domingo, 10 de febrero, el premio Jerusalén. Me entero leyendo una noticia que en Israel consideran a Molina como “el escritor español más importante”, lo que no termino de entender, como no termino de entender la reacción de otros intelectuales que afirman que la aceptación de este galardón convierte al autor de Beltenebros en cómplice del Estado judío. El escritor reacciona con un discurso a favor de la tolerancia. Lo que no convence a nadie. Las discusiones encienden la red, donde leo artículos y opiniones que se escoran peligrosamente a tierra de nadie. También a un rebrote racial que pone los pelos de punta. Claro que, objetivamente, en un país como Expaña donde resulta gratis acusar en televisión a quien tienes delante que eres un perro judío no debe de sorprender ni molestar a nadien

EL PAPA 

Pero debe ser cosa que estamos en la  antesala del fin del mundo y que la llegada del Anticristo ya está pronta. El Papa Benedicto XVI comunica en latín con todas sus declinaciones que renuncia. Que tira la toalla, que ya no le quedan fuerzas para continuar… Un amigo me llama para decirme loco de contento que si lo hace es porque se va a destapar su “oscuro pasado”. Algo de nazis y cosas de esas. Y en otro lado se asegura que se retira, que da un paso atrás porque “ya no tiene fuerzas para hacer el bien”. Y pienso, no sé, en El san Manuel Bueno, mártir de Unamuno. Puestas así las cosas como que lo mejor es –como no se cansaba de cantar Luis Buñuel alegre de tanto Dry Martini– ser ateo gracias a Dios.

LA TORRE

La Unión de Actores quiere volver a montarla en la gala de los Goya. Esos premios de un cine español que cada día habla mejor el inglés. Ya era hora. La idea ahora en estas horas de horas es montar algo parecido a lo de 2003, cuando el famoso No a la guerra con el que los profesionales del cine pretendieron conectar con una sociedad española ajena, precisamente, a su cine. Se quiere este domingo, sin embargo, dejar a un lado el compromiso bélico para que se hable de la crisis, ese espectro que ahoga no solo a los que viven del cine. Bien mirado, la Unión de Actores agita el ambiente y consigue dar publicidad a un reparto de premios que “casi siempre se queda en casa.” Escucho a un tío en la radio clamar rabioso que el día que los Goya alcancen en este país la trascendencia de los también devaluados Oscar es que, efectivamente, el cine español ya solo habla en inglés. 

EL MAGO 

Veo La noche del demonio (Jacques Tourneur, 1957) y no siento lo mismo que la primera vez. Digamos que la primera vez me fascinó. Sobre todo el personaje que interpreta Nial MacGinnis, que hace de mago, de hechicero sin que nunca lo veas invocando al diablo; de hombre iniciado presuntamente en las artes mágicas y líder de una secta que vive con su mamá en una mansión rodeada de jardines. No me gusta, aunque la verdad es que nunca me gustó demasiado, Dana Andrews, que hace de un hombre de ciencia pegado a la realidad, de los que solo cree en la resurrección si puede hurgar en las llagas de Cristo resucitado. No obstante aún me inquieta el pergamino con las runas. Ese pedacito de papel que esconde una maldición y de la que solo puede desprenderse el racionalista protagonista si se la devuelve a quien se la entregó. Lo demás, incluyendo la imagen de un demonio de cartón piedra, no evita que crea en ella. 

LA RUEDA DE LA FORTUNA 

Sigo con atención  las investigaciones en torno a los restos momificados del general Prim. Casi parece una novela por entregas decimonónica ya que 142 años después, parece que Prim no murió por las heridas de bala que sufrió tras el atentado en la calle del Turco, en Madrid, sino estrangulado en la cama. Ahora solo falta determinar quién estranguló al moribundo. Y cuáles fueron los motivos que lo condujeron a hacerlo. También el sexo del asesino. La razón que empujó a que lo hiciera. Los porqués…

LA ESTRELLA 

Me pasa algo con Alberto Moravia. Un escritor al que últimamente recurro gracias a esa librería de afortunado todo a cien que sigue siendo el Rastro de la capital tinerfeña. Leo La romana y pienso obsesivamente en Gina Lollobrigida. Y es que La romana no pudo ser otra que ella no solo en la novela sino en el cine. El libro se desarrolla en la Italia fascista, pero es una Italia fascista que solo es paisaje de un relato en lo que importa de verdad es, ya ven, la búsqueda del amor. 

EL LOCO

Dejan que una mujer pinte AE911 sobre el cuadro La libertad guiando al pueblo de Delacroix, en el Museo del Louvre. El acto, condenable, da que pensar sin embargo. Como acto terrorista se enmierda para que “despierte mi adormecida conciencia.” En Francia internan en un hospital psiquiátrico a la señora o señorita que garabateó esas letras y números sobre los pechos de la mujer que guía al pueblo. 

EL SOL

La semana pasada fue una semana intensa. Extrañamente pletórica. De siete días a los que poder marcar al rojo en el calendario. Debe ser cosa del carnaval. 

Tras lectura de la última carta, la pitonisa me mira fijamente a lo ojos.

Y sacude la cabeza quiero entender para salir del trance.

Por la ventana cerrada se cuela el tum tum amortiguado de una murga.

- ¿Cuánto?

- La voluntad.

Saludos, que mañana será otro día, desde este lado del ordenador.

Escribe una respuesta