Sorimba, una novela de María Jesús Alvarado

“Al cabo de un rato, el paisaje había cambiado radicalmente. Quedó atrás el verde oscuro y frondoso de los pinos y luego el más tierno de los frutales entre casas albeadas y muros de piedra construidos paciente y meticulosamente por la mano del hombre, para dar paso a un mar de lava oscura de arrugas petrificadas. Negro, negro y más negro. Piedra, piedra y más piedra. El sol de media tarde era intenso y Álvaro se sentó sobre un tubo volcánico que, partido al hacer el camino, dejaba al descubierto el interior, como un canal directo al centro de la tierra.

Imaginó cómo sería aquella ladera cuando la lava líquida se derramaba hacia el mar y por unos segundos temió que los pies se le enterraran en el magma hirviente. Se sintió muy pequeño y la soledad hacía el paisaje aún más sobrecogedor.” 

(Sorimba, María Jesús Alvarado, editorial Puentepalo)

Sorimba (1), novela de la escritora María Jesús Alvarado, no es tan sencilla ni transparente como aparenta. Se trata, es más, de un título con muchos matices, casi como si se tratase de una madeja a la que deshilar con cuidado ya que invita a una lectura serena, sosegada.

Uno de esos libros, y algo así le pasa curiosamente a su protagonista, que necesita que te metas dentro de la historia mientras dejas a un lado ese saco en el que hibernan las preocupaciones diarias.

María Jesús Alvarado no camufla las intenciones que ha depositado en este relato que apenas supera las 170 páginas (2), sorprende así que desde el inicio ya te revele las intenciones que te acompañarán en esta novela. Una novela iniciática, con rasgos también de realismo mágico pero sobre todas las cosas un canto emocionado a una isla, El Hierro, en la que aún se conservan las esencias.

La escritora emplea para ello, y con destreza, un vigoroso pulso narrativo con el que describe situaciones y emociones porque Sorimba es, entre otras muchas cosas, una novela sobre y de emociones. Una novela para leer con el corazón y no con la cabeza.  

Entre los hallazgos de Sorimba detecto, y es un juicio muy particular, otro estilo, otros compromisos a los que habitualmente me está acostumbrando la narrativa que se está escribiendo en Canarias. Una narrativa canaria la del siglo XXI que –sin dejar al margen el movimiento G21– está más preocupada por recuperar y reivindicar el espacio urbano y no hacerle asco a los géneros.

María Jesús Alvarado propone por el contrario en Sorimba una vuelta si no a los orígenes, sí al mundo rural que todavía se conserva –casi como si fuesen espacios protegidos– en esta tierra que parece no ha digerido con inteligencia eso que llamamos progreso.  

En este aspecto, es como si Alvarado quisiera decirnos que Sorimba –El Hierro–  es un paraíso perdido aunque palpite tan vivo en su memoria. Un territorio, una geografía la de Sorimba donde la gente que la habita aún no ha sido contaminada por las enfermedades urbanas que caracterizan a nuestras ciudades.

Un mundo, en definitiva, el de Sorimba a través del cual su protagonista, hasta ese momento un hombre con ambiciones materiales, aprende a ser persona.

En este proceso de transformación, y al que llega el personaje a través de un libro que cae entre sus manos, comienza el viaje iniciático. Un trayecto que le obliga a despojarse de todas las miserias del mundo real para que tome contacto con la tierra y lo que entraña de espíritu de sacrificio.  

Entiendo así Sorimba como una especie de Shangai-La. Un mundo en el que sus habitantes comparten lo poco que tienen y en el que palabras como traición no existe en su vocabulario. Ese universo, sin embargo, comienza a despoblarse, aunque un grupo de resistentes se niega en redondo a abandonar lo que considera suyo.

“- Ahora quedamos diez familias, todas vivimos de la tierra y los animales. Éramos muchos más, pero se han ido trasladando a San Andrés, el pueblo nuevo, junto a la carretera. Hay casas nuevas en El Rincón, en Jarera Baja, yendo para La Cuesta, y en Las Rosas. Dicen que el clima es mejor en esa zona, y que estar junto a la carretera tiene muchas ventajas, pero nosotros no queremos dejar nuestro pueblo ni alejarnos de nuestros pedacitos tan mano.”

Sorimba se transforma así en un territorio mítico en el que poder respirar y al que solo se puede llegar a través de la lectura de un libro. Una geografía donde el agua mana de un árbol sagrado –El Garoé–  y en la que aún es posible encontrar el amor puro.  

Para contar todo esto y más, María Jesús Alvarado reúne una pequeña pero compacta galería de personajes con las que irá deshilachando la madeja, sin descuidar en todo momento la importancia que tiene el territorio, la naturaleza aún no castigada por eso que llaman, reitero, un progreso mal entendido.

Tiene, en este sentido, Sorimba mucho de tierra. Y mucho de verdad. Y mucho por recuperar un eco cuyo sonido, desgraciadamente, ya no repercute como antes en nuestras urbanitas consciencias provincianas.

Sorimba me parece así un libro delicioso, no solo por su ágil lectura –clara y concisa– sino por lo que encierra de voluntaria regresión. O la necesidad por recuperar unas raíces de las que la mayoría vivimos de espaldas, pese a que seamos conscientes que vive y late en alguna esquina de nuestra memoria

Un territorio, en definitiva, en el que todos tienen una misión: ser pueblo. Sin sonrojo, sin mirada rosa.

Un mundo en el que todos son imprescindibles.

Hay personas que pueden ayudar a los animales, y personas que curan a las otras cuando están enfermas, o que atienden a las mujeres cuando van a tener un hijo… Vivimos con la naturaleza. Nacer y morir forma parte de nuestras vidas como el comer o el dormir; y cómo no tenemos las comodidades de otros lugares, las madres se las apañan solas para parir, o las atiende una amañada. Por desgracia, muchas mueren en el parto o en los primeros días, a veces por alguna complicación y otras por no tener cuidado y tomar algo frío. Las viejas siempre aconsejan tomar alimentos calientes, especialmente caldito de gallina, guardar cama y no mojarse por muchos días…–Se interrumpió al no poder adivinar la expresión de Álvaro:– Todos nos necesitamos, ¿no lo cree usted?” 

(1)  María Jesús Alvarado presenta Sorimba este martes, 5 de febrero, en el Ateneo de La Laguna.

(2)  El volumen incluye un interesante glosario de palabras canarias. Entre otras, revela el significado de Sorimba: lluvia menuda con bruma y viento.  

Saludos, ya saben, desde este lado del ordenador.

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