William S. Burroughs, no Edgar Rice Burroughs

La primera vez que oí hablar de Burroughs supuse que se refería al autor de Tarzán, algunas de cuyas novelas había leído aunque las que recuerdo con más entusiasmo no son las que dedicó al rey de la selva.

Pero me equivocaba porque el Burroughs que se mencionaba solo tenía en común con el que creó a Lord Greystoke su puñetero apellido.

Llegué así a William S. Burroughs por una curiosa confusión mientras que a Edgar Rice Burroughs llegué antes por las películas.

Sobre todo las protagonizadas por Johnny Weissmuller, la adorable Maureen O’Sullivan y la mona Chita.

Todavía recuerdo como al salir de la sesión de las cuatro de la tarde empezaba a dar saltos de un lado a otro mientras imitaba patéticamente el grito de Tarzán y ordenaba con un escueto pero mortífero Ankawa una imaginaria estampida de elefantes…

Pero no, aquel Burroughs que me decían no tenía nada que ver con el Burroughs de Tarzán.

Lo supe nada más me prestaron Yonqui, y lo supe nada más me puse a leer la que todavía considero mejor obra de su autor.

Será porque es la deslumbrante crónica de una adicción escrita por un adicto.

Yonqui cuenta también con el atractivo de ser una obra pionera, no ya por la historia que cuenta, sino por el descenso a los infiernos de un hombre que busca el secreto con tan objetiva distancia.

Imagino que casi todo el mundo sabe que Yonqui se convirtió en un libro perseguido en los años cincuenta, década en que apareció publicado en una oscura editorial norteamericana, lo que le ha dado desde entonces una respetable aureola de maldito a pesar de que hoy se lea como un clásico.

O un título adelantado a su tiempo como Las confesiones de un comedor de opio de Thomas de Quincey; La rabia de vivir, de Mezz Merrow o Nadie gana, de Jack Black.

Historias de somnolientos que mezclaron en su obra no solo drogas y alcohol sino autobiografía con ficción.

Yonqui termina con la decisión de viajar a Colombia de su protagonista, Lee, para buscar yage (ayahuasca), una sustancia que piensa tiene efectos telepáticos.

Sobre esta búsqueda, que realmente emprendió Burroughs, está la correspondencia con Allen Ginsberg; y para continuar con las vivencias de Lee, Queer, donde el protagonista describe cómo se lo monta para seducir a un jovencito y novela en la que ya comienza a palpitar el Burroughs creído de sí mismo.

Yonqui es la única novela de William S. Burroughs que le logrado leer de principio a fin porque dentro de ella late una cruda verdad.

Lo que produjo después se transformó en otra literatura.

Una literatura obsesiva y solo aparentemente compleja.

Descubrí en este sentido que una de las claves para sumergirse en el universo S. Burroughs es leerlo a salto de mata, abrir el libro al azar y dejarte llevar por su neura.

Me pasó con Almuerzo desnudo, novela que leí a trompicones.

Empecé por la mitad para dejarme arrastrar al final y más tarde, mucho más tarde, el inicio.

Acción que he vuelto a repetir estos días de sofocante calor.

“Los objetivos exactos de Islam S.A. son oscuros. No necesitamos aclarar que todos los implicados en el asunto tienen un enfoque distinto, y que todos se proponen traicionar a los demás en una ocasión o en otra.

A.J. agita a favor de la destrucción de Israel: -En vista de todo el sentimiento contra Occidente uno tiene que pronunciarse a favor de las cosas árabes… La situación es poco menos que intolerable… Israel constituye lisa y llanamente una molestia”. (Almuerzo desnudo, Ediciones Siglo Veinte, Buenos Aires, 1971).

Burroughs continuó explotando más que sus fantasmas, sus visiones en otras novelas y cuentos, incluso guiones pero no hace falta ser muy listo para darse cuenta que su universo siempre es el mismo.

Todavía noquea.

William S. Burroughs falleció a la edad de 83 años.

Saludos, Las últimas palabras de Dutch Shultz, desde este lado del ordenador.

4 Responses to “William S. Burroughs, no Edgar Rice Burroughs”

  1. Ana Brines Says:

    Me ha gustado esta síntesis sobre William S. y coincidimos en que Yonqui es su mejor, por legible, novela. Abrazos.

  2. admin Says:

    Gracias… siempre ebrias

  3. Luis Manteiga Pousa Says:

    Burroughs me parece uno de esos tarados sobrevalorados, y con asesinato incluído, a los que estúpidamente parece que se les perdona todo.

  4. admin Says:

    Resulta demasiado caótico aunque cuenta con un libro como Yonqui que sigue siendo muy potente.

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