Coches abandonados, historietas de Tim Lane

Hace tiempo que no leo historietas. Y no es porque no quiera leer historietas sino por circunstancias que ahora no vienen al caso. Con esto no quiero decir, sin embargo, que cuando tengo ocasión sí que lea historietas porque le debo a la historieta esa afición por la lectura, en ocasiones compulsiva y algo enfermiza, desde aquellos tiempos en los que aprendí que leer puede cambiarte el modo de ver las cosas.

Resultado de un milagro, o de un eco, la semana pasada llegó a mis manos fruto de la casualidad Coches abandonados, de Tim Lane. El volumen recopila una serie de historietas que trascienden la viñeta, y cuyo dibujo me hace recordar a uno de los grandes del colorín, el tebeo, el chiste, el cómic o la historieta, Charles Burns, aunque Lane se diferencia por su insistente e inquietante mezcla entre fantasía y realidad.

Coches abandonados, como ya anuncia su título, es una historia en formato de historieta sobre hombres y mujeres abandonados.

Encuentro en sus tristes y desconcertantes relatos dibujados ecos que coinciden con esa misma soledad que reflejan los cuadros de Edward Hooper, pero también referencias literarias, muchas de las cuales son citadas por Lane en su desasosegante retrato sobre el fin del sueño americano.

Los personajes que aparecen en las historias que desgrana con lento pero vigoroso pulso narrativo Tim Lane están protagonizadas por perdedores. Un personaje recurrente en la mitología estadounidense aunque la mirada que ofrece Lane de todos ellos no tiene nada de entusiasta ni épica, sino tintes sombríos.

Sus protagonistas, entre los que se cuela el mismo Lane, resultan inadaptados. Tipos a la deriva que han nacido en un mundo en el que no puedan encajar. Algunos de ellos incluso con una idea luminosa pero también aterradora del universo que les ha tocado vivir.

Coches abandonados está publicado por Ediciones La Cúpula en su colección Novela Gráfica en 2009, y lo encontré, como tenía que haberme encontrado esta historieta, por casualidad.

Digamos, para que me entiendan, que me llamó como a veces me llaman las cosas. Y digamos que lo cogí entre mis manos y sentí el sabio temblor: su lectura no me cambiará la vida pero sí a que la vea de otra manera.

Escribo estas líneas mientras veo la portada. Primer plano de un hombre que conduce con mirada triste, diría que incluso resignada ante lo que le espera más allá de la carretera.

Coches abandonados es algo así como una obra maestra.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

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