Lacombe Lucien y Patrick Modiano

Patrick Modiano ocupó espacio la semana pasada en los medios de comunicación tras obtener el Premio Nobel de Literatura, un galardón cuestionado por los numerosos y grandes escritores que ha olvidado en favor de otros que sí lo recibieron pero de los que hoy casi nadie se acuerda.

No vamos a divagar en este post sobre el Nobel, ni siquiera sobre los premios literarios a los que habría que poner en cuarentena, pero sí de la incursión que Modiano ha hecho en el cine y que tiene como coguionista en Lacombe Lucien (Louis Malle, 1974) uno de sus títulos de referencia –con permiso de Bon voyage (Jean-Paul Rappenau, 2003)– porque bebe de uno de los manantiales más contaminados de la historia francesa: su contradictoria (des)lealtad durante los años de ocupación alemana en la II Guerra Mundial.

Lacombe Lucien retrata la incursión de un joven tontorrón que se deja arrastrar por la marea en la Gestapo francesa, y muestra como contribuye con una estremecedora e infantil crueldad a la represión.

Lacombe Lucien se desliza y adentra en ese tierra pantanosa donde traición y lealtad tiene  espíritu de farsa.

Y farsa es la de un pueblo que por comodidad se amolda a las circunstancias y al que parece que le gusta que lo metan en cintura.

La cinematografía de Louis Malle cuenta, entre otras películas, con una adaptación muy digna de El fuego tatuo, una novela de Pierre Drieu de la Rochelle que fue uno de los grandes escritores franceses maldito por converso.

El fuego fatuo de Malle no ha perdido aún su encanto perturbador y generacional. Y continúa siendo una de las mejores películas del cineasta como de su actor protagonista, Maurice Ronet. Malle volvería a Drieu de la Rochelle pero con un guiño en Adiós muchachos (1987), donde da el nombre de Drieu a uno de los jóvenes del internado en el que transcurre la película.

Lacombe Lucien, y en el otro extremo de la balanza Adiós muchachos, es un relato de traición adolescente que al mismo tiempo hurga en la olvidadiza memoria de un país que hasta periodo reciente no se había preocupado en estudiar las razones de porqué aceptó la derrota con tan despreocupado conformismo.

¿Funcionó el hemos perdido una batalla pero no la guerra?

Cuenta todo esto y más Lacombe Lucien, un monstruo inocente que termina por militar en la Gestapo francesa. Pierre Blaise interpreta al bronco y salvaje Lacombre Lucien, un personaje contradictorio, un inadpatado que forma parte de un grupo de arribistas que carece de ideología pero sí de vocación de servicio en pro de sus intereses.

Unos intereses a los que la legalidad vigente ignora siempre y cuando resuelvan sus trabajos sucios.

Lacombe Lucien celebra su cuarenta aniversario.

Saludos, cuarenta años no son nada, desde este lado del ordenador.

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