‘El Leviatán chasqueado’, una novela sobre la Gesta del 25 de Julio por Ángel Marrero Delgado

“A la lumbre de sus antorchas, se fijó en sus fieros caretos, entre los cuales no distinguió uno solo que no luciera alguna vieja cicatriz de un sablazo, una cuchillada o quemaduras de pólvora. Además, difícilmente halló alguno que no tuviera las napias comidas por la sífilis, o una oreja de menos, al tiempo que se percató de que casi todos llevaban argollas en las mismas; cosa que nada tiene de raro entre lobos de mar, y menos aún entre piratones ingleses.”

(El Leviatán chasqueado, Ángel Luis Marrero Delgado. Colección: Cajón de sastres. Ediciones Idea)

Los hechos bélicos que ocurrieron en la capital tinerfeña a finales de julio de 1797 y que en la historia de esta ciudad han pasado a denominarse como Gesta del 25 de Julio ha dado origen a una serie de novelas que si por algo coinciden es por su respeto por la Historia pero no por su originalidad literaria. Se apuesta, en este sentido, consiste en narrar con milimétrica exactitud la batalla antes que inventar atractivas tramas y crear personajes, por lo que algunos aficionados aún estamos a la espera de leer la gran novela sobre el ataque de la escuadra británica –a las órdenes del por aquel entonces contralmirante Horacio Nelson– contra Santa Cruz de Tenerife.

Ya comentamos en un artículo anterior los relatos que se han inspirado en aquellos días, como El fuego de bronce y Entre piratas. El contralmirante Nelson y el general Gutiérrez en las islas Canarias, de Jesús Villanueva y Miguel Ángel Díaz Palarea, respectivamente; títulos a los que añadimos 1797. Cinco días de julio, de Luis Cola Benítez; 1797. Piratas del Atlántico, de Luis Medina Enciso; Tigre 1797, un curioso libro para jóvenes  y que firman Carlos Miranda y Víctor Bidart, cuentos sueltos de Villanueva y que se recogen en el volumen Ahora, así como la obra gráfica La gesta del 25 de julio de 1797 de Juan Carlos Mora. El escritor David Galloway también hizo referencia de aquellos días en La cueva de las mil momias y de manera tangencial se habla de ello en Los apuros de don César, una de las tantas novelas que pertenecen a la serie de El Coyote de José Mallorquí, y en la que se explica que uno de los antepasados del ya legendario personaje se encontró en alta mar a los navíos de Nelson cuando regresaban derrotados del ataque a Tenerife.

Es muy probable que haya otras historias cuya acción se desarrolla en aquellos lejanos días de julio, aunque la verdad es que tras mucho rastreo en la red y consultas en archivos no hemos encontrado otros títulos salvo los estrictamente históricos así como cartas y diarios de los protagonistas de la batalla y artículos en prensa, entre los que destaca la referencia que el escritor Ángel Guerra escribe sobre Santa Cruz de Tenerife en el número del 7 de diciembre de 1919 de Blanco y Negro: “bastaría a su gloria la heroica defensa que hizo el 25 de julio de 1797.”

A esta lista se suma ahora Ángel Luis Marrero Delgado con El Leviatán chasqueado, novelización en clave bufa de aquellos hechos aunque, por esas extrañas políticas editoriales, se publica primero la segunda parte y no la primera, lo que resta nervio y sobre todo coherencia al relato que narra el protagonista de esta historia, Dimas Feo y Retieso, alias er Tiburón.

Así que éste y no otro es el principal problema de El Leviatán chasqueado, novela en el que se narra la batalla en primera persona, aunque la primera persona sirva más como guía por los distintos escenarios de los combates y refriegas que salpicaron la capital tinerfeña que como una aventura en toda regla. Marrero Delgado se ajusta, en este aspecto, al incómodo corsé al que también se ajustaron los escritores anteriormente mencionados: su fidelidad a cómo se desarrolló la batalla según las fuente documentales, si bien aporta secundarios ficticios que, imagino, el autor habrá desarrollado en el primer volumen de la obra. Volumen, volvemos a recordar, que no se ha editado conjuntamente con éste por esos extraños caprichos editoriales.

El Leviatán chasqueado funciona, no obstante, como relato bélico y su lectura resulta muy entretenida y didáctica para conocer cómo se desarrollaron aquellos días trágicos en Santa Cruz de Tenerife donde los británicos, aquí llamados casacones e hijos de la Gran Bretaña, son dibujados como malvados y los españoles como buenos aunque con sus matices.

Ángel Luis Marrero Delgado consigue que la sonrisa no desaparezca de los labios del lector incluso en los momentos más heroicos del combate, y se agradece el tono irreverente que ha empleado para contar el relato. Se aprecia así la notable influencia que pesa en el escritor por la gran literatura decimonónica de clave fantástica y que tiene en Washington Irving uno de sus más objetivos representantes. Ese aliento Irving pues, se encuentra también en los anteriores trabajos literarios de Marrero Delgado, como esa inteligente caricatura del universo lovecraftiano trasladado a la geografía canaria que es La extraordinaria narración de Peter Pendulum (con inevitable guiños a Poe) y su original –y a su manera autóctona historia de vampiros– El vampiro de la Puñeta, novela en la que el estilo socarrón de Washington Irving, el Irving de La leyenda de Sleppy Hollow y Rip van Winnkle, es brillantemente adaptado por el escritor canario al tenerlo muy bien digerido.

En este aspecto, Ángel Luis Marrero Delgado es un narrador notablemente original en la república de las letras que se escriben en Canarias y si me apuran nacionales. Su forma de entender la literatura encaja además con su forma de ilustrar. Una caricatura a ratos perversa pero que no pierde asomo de amabilidad en torno a unos personajes que si bien rozan la parodia no terminan cayendo en ella.

El Leviatán chasqueado resulta una novela enormemente educativa y agradable de leer. Lástima sin embargo que la descubramos precisamente por el final y no por el principio pero esto, como ya hemos dicho, es responsabilidad del poco atinado ojo clínico de su editor.

Saludos, viento en popa y a toda vela, desde este lado del ordenador.

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