“Es usted bueno porque no sirve para lo contrario”

- Entonces…, ¿cree usted tan desdeñable mi angustia?

- No; desdeñable, no. Pero…vulgar. Su caso de usted es el mismo de centenares de millones de hombres. ¿Qué es lo que ha sucedido? Perdió un empleo y una novia. Bien. Todo el mundo ha perdido una novia y un empleo.

- No, no razone usted así. La verdad es que perdí cuanto tenía, y que todo lo que tenía era bien poco. Pero mi tragedia consiste, más que en la calidad de lo perdido, en la ausencia de todo bien presente. Hasta hoy hemos vivido de los ahorros hechos milagrosamente por mi tía. Se han acabado ya. Desde hoy contamos únicamente con su pensión, diez duros mensuales, y con las cien pesetas de la renta de una casita que posee en el pueblo. ¿Y mi fe? ¿No era lo más importante entre todo lo que se llevó la malaventura? Me han expulsado del Banco por haber impedido, aunque inconscientemente, una canallada, y mi novia no me aleja de sí por ser malo, sino por ser desgraciado… Porque yo he sido siempre un hombre bueno…

- Eso no es decir nada, Carabel. Se es bueno como se es moreno o rubio, y jactarse de ello resultaría estúpido. A usted le es imposible proceder de otra manera. Es usted bueno porque no sirve para lo contrario.

- ¿De suerte que para usted no tiene ningún mérito conservarse puro y honorable aun en medio de las tentaciones que la miseria desliza en nuestro corazón?

- Ningún mérito. Se trata tan sólo de tentaciones frías, de deseos que no corresponden a una aptitud, que germinan baldíamente. Entonces se dice: «Yo no quiero ser malo», cuando debiera reconocerse: «Yo no puedo hacer el mal.»

- Nada hay más fácil.

- Para usted o para mí nada habría más difícil.

(El malvado Carabel, Wenceslao Fernández Flórez)

(*) En la imagen Fernando Fernán Gómez en El malvado Carabel, (Fernando Fernán Gómez, 1956)

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