Pasajeros del tiempo, una novela de Elena Villamandos

No, pensó Teresa, ya no era odio lo que sentía sino más bien pena, una enorme pena por todos esos años de amistad que no pudieron compartir. Porque ahí estaba Loreto, ahora una perfecta desconocida, y, sin embargo, había vivido con ella los tiempos más preciosos y también los más terribles de su vida. Se preguntó entonces si su hermana no habría dedicado todos sus años de adulta a huir de aquel pasado, a olvidar aquella terrible decisión que tomaron juntas cuando tan solo eran unas mocosas, aquel secreto que se juraron callar para siempre.”

(Pasajeros del tiempo, Elena Villamandos González, Editorial Seleer, 2014)

Pasajeros del tiempo es la primera novela que publica Elena Villamandos González, guarda otras dos historias en el armario y es autora de un puñado de relatos que no quieren casarse con género alguno pero que le sirvieron para encontrar su estilo. En el caso de Pasajeros del tiempo se plasma en una escritura formal, muy implicada con lo que narra, que Villamandos González fragmenta en primera y tercera persona para retroceder o avanzar en las vidas de sus personajes.

La novela bucea en las contradicciones familiares, en las relaciones entre padres e hijos y de hermanos con hermanos pero también reflexiona en torno a cómo está estructurada la sociedad y los problemas que suscita. Estas patologías se asocian en el relato al sexo, muy descriptivo al ahorrarse necesarias  elipsis narrativas; la adicción a las drogas o al juego.

Novela con aliento trágico, Pasajeros del tiempo podría considerarse objetivamente como una rareza en el actual panorama literario que se escribe en este país y, más concretamente, en estas islas. La autora hurga en las heridas y saca a flote secretos guardados celosamente con la idea, se entiende, de expiar a sus protagonistas. Unos personajes a los que presenta como náufragos en su día a día porque arrastran como una condena un hecho cometido años atrás, en su complejo y sórdido pasado.

La novela propone una mirada meridianamente distante sobre dos hermanas, Teresa y Loreto, y un hombre, Fernando, que sufre el síndrome de Peter Pan. Los tres personajes van a la deriva porque han sido incapaces de vencer sus miedos y aceptarse a sí mismos.

Pero éste es uno de los interrogantes que Elena Villamandos plantea en la novela. Preguntas que esperan una respuesta coherente porque el lector se enfrenta a una novela que funciona a ratos, ratos en los que no esconde sus ambiciones y en las que se respira un traumático recorrido vital que define el carácter de sus protagonistas.

Los personajes de Pasajeros del tiempo se reconocen y eso hace detectar a una escritora que conoce muy bien de qué pie cojea cada uno de ellos y mostrarnos sus flaquezas. Los hace cercanos e identificables, sus acciones no parecen impostadas sino muy reales.

Y ese conocimiento sobre los protagonistas es lo que les dota de cuerpo físico, y que sus modos de actuar resulten naturales porque se guían más por las emociones que reprimen que con la cabeza.

Se trata Pasajeros del tiempo de una novela de y sobre personajes. En ella intervienen dos hermanas, Teresa y Loreto, y un hombre, Fernando, a los que rodea una galería de secundarios que aparecen y desaparecen en los dramas que se hilvanan en esta historia que guarda otras pequeñas historias.

El relato se desarrolla entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria en los años setenta y en los noventa, y en cada episodio se recurre a fórmulas narrativas diversas que, a modo de un rompecabezas, unen poco a poco sus piezas.

Brotan nuevos interrogantes y se esperan respuestas. Mientras, se disemina algo de sordidez que no llega a extremos, rencor, venganza y mucha amargura. Dolor, en definitiva, que se lleva por dentro y en silencio.

Ese silencio explica el devenir de Teresa, Loreto y Fernando y explica, cada uno con sus particulares  razones, porque han resultado ser cómo los presenta su autora.

Son Pasajeros del tiempo, y como tales hacen viajar al lector a los episodios que marcaron su niñez y adolescencia.

En el caso de las hermanas, ese origen se explica por un entorno familiar al borde de la indigencia y en el que priman los malos tratos. En el de Fernando, acomodado, por un padre que domesticó el carácter de su hijo.

Hay otras circunstancias, como la madre de Teresa y Loreto, su mismo padre, los tíos, que también adquieren una notable presencia en un drama que cuando late, late con violencia. En este aspecto, las mejores páginas del libro son las que describen atmósferas cerradas, y eso incluye una fiesta en la playa y al aire libre por contradictorio que pudiera resultar.

Acompaña la variedad de estilos con las que Elena Villamandos González cuenta estas historias, todas ellas narradas con contundencia aunque a veces se desequilibre el texto cuando aporta cierto lirismo a estas experiencias vitales que no termina de casar y casi difumina su puesta en escena.

Con todo, Pasajeros del tiempo es una novela que conmueve al lector más curtido y deja la puerta abierta para seguir con atención próximos trabajos literarios de una escritora que sabe despertar no ya el interés sino las emociones del lector.

Pasajeros del tiempo hace temblar. Conmueve. Otros dirían que deja huella.

Nosotros también.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

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