‘El Principito ha vuelto’, un libro de María Jesús Alvarado y Teresa Correa

“Tiene algo de sobrenatural la sensación de soledad absoluta que proporciona el desierto. Algo así como un encuentro cara a cara con el cielo y con uno mismo. A fin de cuentas, todos guardamos un desierto en nuestro interior.; cada uno vive su propio miedo, es víctima de sus debilidades, esclavos de sus dudas…, pero también cada uno de nosotros posee una fuerza única e intransferible capaz de vencerlo todo, de superar cualquier temor, cualquier distancia, cualquier sequía. Una fuerza que nos permite convertir en realidad cualquier espejismo si estamos convencidos de poder hacerlo; una fuerza que nace del corazón para llevarnos al oasis más fresco y fértil que podamos imaginar.”

(El Principito ha vuelto, textos: María Jesús Alvarado, fotografías. Teresa Correa. Libros de las Malas Compañías, 2015)

María Jesús Alvarado es una escritora con un pie en el mundo real, grisáceo, duro y violento en el que vivimos, mientras que con el otro tantea el reino de lo imposible, de la fantasía. Ese territorio, esa geografía donde lo imaginado es verdad.

Y de geografía real, pero que a medida que se avanza en el relato se transmuta en otra cosa, trata El Principito ha vuelto (Libros de las Malas Compañía), que es un cuento pero que también cuenta con fotografías de Teresa Correa que refuerzan lo escrito y, a su manera, cuenta también otra (la misma) historia.

Este volumen, que cuida mucho su edición –tanto que, más que ubicarlo en el espacio  libre de la estantería, merece ser colocado en un lugar visible de la casa– tiene una deuda reconocible con el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry y su obra más famosa: El Principito ya que se desarrolla donde se desarrolla la historia original, el desierto del Sahara, y cuenta además con ilustraciones que si bien no han sido realizadas a la acuarela mezcla fotográfica y dibujo con la idea, se sospecha, de prender la sensibilidad del lector.

María Jesús Alvarado advierte nada más empezar su relato que se trata de una historia real muy difícil de creer, y que todo lo que se narra en una obra que solo pretende contar y de paso rendir tributo a Saint-Exupéry y su noble de las estrellas, fue tal cual, o al menos aproximado a la aventura que vivió personalmente la autora en un rincón del desierto del Sahara.

Un desierto, explica, que es un espacio en el que puede ocurrir de todo, como encontrarse por casualidad en esa nada en la que se confunde lo que está arriba con lo que está abajo y lo que está abajo con lo que está arriba, con un hombre que revive sensaciones y despierta reflexiones que, a pesar de estar narradas con sencillez, proponen cuestiones que arrastran un peso intelectual que anima a pensar en ellas…

… Quién sabe, porque es probable coincidir con las conclusiones que se suscitan. Una de ellas, la más rica, que los milagros existen. Y cuando se escribe milagro se refiere a magia. Esa magia que habita en todas partes pero que nos cuesta tanto esfuerzo encontrar.

¿Es El Principito ha vuelto una historia para niños o para adultos? A mi me gusta pensar que es para toda clase de lectores con independencia de cual sea su edad. Efecto parecido al que recibí tras la lectura de Chinita, de Antonia Molinero, solo que Alvarado cuenta esta historia desde la perspectiva de un adulto y no de una niña como hizo Molinero en su entrañable ¿cuento, novela corta? que protagoniza una adorable pero también contestona Chinita.

El Principito ha vuelto se trata en todo caso de un libro que transmite amor y magia. Y ganas por cuidar una edición que hace que sus ejemplares resulten ejemplares, por modélicos y atractivos. Se comprende que detrás de la edición hay unos entusiastas por defender el libro no ya solo por sus contenidos sino también por lo que entraña de objeto. Un objeto delicado, pero generoso cuando se abren sus páginas.

Y todo ello en un cuento, ¿testimonio?, que se narra a través de fragmentos, algunos de ellos con pasajes que invitan a su relectura.

El Principito ha vuelto es una deliciosa sorpresa que propone un viaje espiritual al corazón del Sahara y allí, en ese desierto desnudo, revivir un encuentro cuya magia deja huella en la arena, en la protagonista de esta pequeña pero gran historia así como en sus asombrados –pero agradecidos– lectores.

Saludos, dentro del vientre del arquitecto, desde este lado del ordenador.

Escribe una respuesta