‘Lady Masacre’, una novela de Mario Mendoza

Mario Mendoza es un escritor colombiano que no vive, afortunadamente, soportando el peso que la literatura de Gabriel García Márquez impone a la mayoría de los escritores de ese país… Un fantasma que entierra de manera involuntaria lo que hoy por hoy se escribe en Colombia. Así que muerto Gabo, solo se conoce de esa geografía fuera de sus fronteras cuando sirve de carnaza periodística con temas relacionados con el narcotráfico y la guerrilla.

Las historias de Mario Mendoza son contemporáneas, retratos a veces muy ácidos de las realidad colombiana, sociedad a la disecciona y heridas en las que metódicamente hurga para explicar, explicarse, esa convivencia con los señores de la droga, con los paramilitares y guerrilleros, con la misma clase política, a la que acusa de ser responsable de instalar un estado corrupto cuya cangrena se está extendido entre todas las clases sociales de la nación.

Las novelas de Mario Mendoza están protagonizadas por hombres y mujeres que prefieren vivir al margen de esa oscura realidad. Son por lo tanto, y a conciencia, marginales y rebeldes con causa que se enfrentan a situaciones extremas. Antihéroes en definitiva que, como en el caso del protagonista de Lady Masacre, Frank Molina, se convierten en investigadores privados tras ser expulsados del periodismo, en el que se había especializado en la sección de Tribunales, y malviven presa de alcohol y la marihuana, y están presos de una bipolaridad que si no mantiene a rayo con litio, le pone violento y le hace fantasear cosas extrañas.

Precisamente y por esta enfermedad, cuando la hermana de un conocido político colombiano requiere de sus servicios para que investigue su extraña muerte por apuñalamiento, Frank Molina deberá suspender sus pesquisas cuando sufre uno de sus ataques y es ingresado en un sanatorio para trastornados mentales en el que recupera poco a poco la cordura. Aunque ¿de qué sirve estar cuerdo en un país de locos?

Tras este paréntesis, Frank Molina continúa con sus investigaciones en compañía de Kalimán, un futurólogo que esconde un pasado muy turbio, y Miranda, su novia. Un extravagante equipo que tiene la virtud de estar siempre ahí, cubriendo las espaldas de su protagonista que es lector, así nos lo dice porque el relato está escrito en primera persona, de Elmer Mendoza.

Lady Masacre rinde homenaje, o parodia que al fin y al cabo es una manera elegante de rendir tributo, a la novela negra y criminal solo que su acento –más que por el caso– gira en torno a una serie de personajes que ponen de manifiesto la chifladura colombiana.

En este aspecto, es un libro rico en personajes pese a su maniqueísmo: los ricos son seres viles, corruptos y corruptores por la naturaleza del dinero mientras que los pobres son además de gente sencilla, buenos amigos y amantes…y atractivo por el análisis –arriesgado nos atrevemos a decir–  con el que pretende diagnosticar la sociedad colombiana actual.

Si se conoce la obra de Mario Mendoza, se detecta casi enseguida que Lady Masacre reúne algunas de las constantes con la que el escritor ha construido su universo literario. Una de ellas es su fortísimo compromiso social, así como un agradecido sentido del humor que brilla con ironía, y que el escritor aprovecha para cantar verdades.

La novela se caracteriza, ya se ha dicho, por el diseño de personajes. Comenzando por su protagonista, quien da voz a esta aventura y que probablemente inaugura lo que podrá terminar siendo una serie, y la fascinante galería de secundarios que lo rodean.

Tras títulos que considero fundamentales en la narrativa escrita en español en los últimos años como Scorpio City, Buda Blues y Satanás el registro (su)realista de Mario Mendoza sufre una pequeña crisis con Lady Masacre, novela en la que fusiona sin estridencias claves de la literatura policíaca y fantástica con señas de identidad propias. Un estilo Mendoza que obliga a que sigamos con mucha atención la carrera de un autor que no escribe con los dedos sino con el corazón.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

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