‘Tal vez Dakar’, una novela de Pablo Martín Carbajal

Esa es la sensación. Con Tal vez Dakar Pablo Martín Carbajal da un giro de noventa grados en su trayectoria como narrador. Si Tú eres azul cobalto, La ciudad de las miradas y La felicidad amarga se trataban de historias intimistas y retratos donde los personajes anhelaban romper precisamente con ese obsesivo aislamiento, ahora con Tal vez Dakar intenta –y se ambiciona también–  contar una historia que deviene y reinterpreta la Historia para reivindicar cómo el aparentemente primitivo arte africano, colectivo y anónimo, influyó en las nuevas y ocasionalmente revolucionarias corrientes de vanguardia europeas de principios del siglo XX.

Para explicarlo, Pablo Martín Carbajal se mueve en dos tiempos, una estructura cronológica peligrosa aunque las encadena con pericia de artesano sobre todo cuando recurre a las elipsis para trasladar en el tiempo al lector, presente y pasado, uno narrado en primera persona y otro en tercera, para contar la investigación que emprende Álvaro, su protagonista, un tipo del que sabemos que apenas tiene ambiciones y a quien su padre convence para que realice un viaje de trabajo a Senegal, y de cómo es seducido por una misteriosa máscara negra al mismo tiempo que se explica que el arte africano fue clave para dadaístas, surrealistas y el padre del cubismo, Pablo Picasso.

Para describir este viaje tanto físico como espiritual, el protagonista inicia un paulatino proceso de transformación que se desata por una máscara cuyos secretos irá desvelando a medida que avanza por los senderos (senderos que se bifurcan) que propone la novela.

El personaje cobra vida cuando toca por primera vez tierra de Senegal. Un país del que no sabe nada pero que le invita a conocerlo porque además de ser una novela sobre la influencia del arte africano en las vanguardias artísticas europeas, reflexiona acerca de lo que significó Senegal como vehículo transmisor de su cultura en lo que aún se conoce como viejo continente, Europa. Pero que nadie se llame engaño, porque Tal vez Dakar no tiene una sino varias lecturas: la curiosidad y más tarde asombro que hace crecer a su protagonista y el impacto que supuso aquella cultura primigenia entre los revolucionarios del arte y de cómo se impregnaron de su influencia hasta hacerlo suyo.

Intervienen además, pero más como actores políticos que como artistas, los primeros pensadores negros que vivieron en París como el senegalés Léopold Sédar Senghor y el martiniqués Aimé Césaire y su teoría de la Negritud, quienes trasladan su visión del mundo a una sociedad de blancos que, con filósofos a la cabeza como Jean Paul Sastre, andaban más preocupados esos días en si el hombre está condenado a ser libre.

Pablo Martín Carbajal ha evolucionado en un sentido que pocos podían sospechar tras haber leído sus tres novelas anteriores. Tal vez Dakar es un libro ambicioso y un a ratos hermoso tributo a Senegal, la puerta a través de la que se coló el espíritu creativo de unas gentes que hasta ese momento solo eran para Francia los obedientes habitantes de una de sus tantas colonias africanas.

Novela generosa en páginas, el relato báscula entre la fascinación del presente y el asombro del pasado hacia lo africano que vive el protagonistas y los miembros de las vanguardias artísticas de aquel París que fue una fiesta. Un equilibrio difícil que Pablo Martín Carbajal sostiene con agradecido entusiasmo narrativo.

Saludos, se abre el telón, desde este lado del ordenador.

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