La venganza es mía

Si se realizara una encuesta entre los escritores que se han especializado en novela policiaca prácticamente seguro que la mayoría de ellos conoce el nombre de Mike Spillane y su más famoso criatura literaria, el detective privado Mike Hammer.

Mike Spillane representa el ala derechista de la literatura negra y criminal porque sus novelas están protagonizadas por hombres rabiosos e individualistas, agentes que tienen al gatillo fácil y pese su rudeza, acaban casi noqueados en los brazos de mujeres que en sus historias son buenas o malas, sin términos medios.

Y es que parece que Mike Hammer siente complacencia cuando liquida a los malos. En Mi pistola es veloz, quizá uno de sus títulos más conocidos junto a Yo, el jurado, el detective privado amigo de la policía y enemigo declarado de la delincuencia, se ríe sardónicamente, casi con la misma risa histérica de Richard Widmark en El beso de la muerte, cuando en la novela el detective privado termina por arrojar a las llamas a uno de sus oponentes, lo que hace pensar en su salud mental.

Mi pistola es veloz se inicia cuando Hammer encuentra en un garito a una prostituta que se convierte en su amiga. Como las amistades de Hammer no suelen llegar a la tercera edad, la mujer se suicida, pero lo del suicidio hace pensar al héroe que hay gato encerrado, y que una o varias personas la asesinaron mientras hacía la calle con el fin de hacer pasar el crimen como un suicidio.

La venganza, más que la trama policial, es la herramienta que Mike Spillane explota en sus novelas. Este hilo argumental vuelve a emplearlo en Mi pistola es veloz, una novela que pese a que hoy pueda parecer políticamente incorrecta sabía entonces y ahora moverse muy bien en agitadas y profundas aguas de lo negro y criminal.

No hay florituras de estilo, ni romanticismo en sus historias. Sus relatos son directos y casi todos ellos comienzan tras la muerte violenta de un buen amigo o una buena amiga que lleva a su protagonista a recorrer los bajos fondos de la ciudad así como, ocasionalmente, los barrios altos.

No tiene Hammer, en contra de otros compañeros de oficio, una mala opinión de la policía. De hecho, la misma policía colabora con él para que resuelva casos utilizando métodos poco ortodoxos. Sí se le puede achacar el nerviosismo con el que están escritas estas historias, y que apenas se preocupe en dotar de sustancia a sus personajes.

Ninguno de ellos cuenta con el acabado con el que solía cerrarlos grandes del género como Raymond Chandler, por poner un ejemplo, cuyo investigador privado Philip Marlowe se encuentra en las antípodas de Mike Hammer. Si el primero es un sentimental, el segundo es un semental que saca la pistola cuando escucha esta misma palabreja. Y el caso es que sentimental lo es, sobre todo si se lee con la perspectiva de un lector del siglo XXI e iniciado en la novela negra.

Novelas donde lo que importa es la acción, no dejar con resuello al público, las historias de Mike Spillane se leen con facilidad porque no pretender ser rompecabezas de misterio, ni críticas cerradas contra el sistema y los órdenes que lo protegen en la selva urbana.

Esos temas son demasiado profundos para un escritor que escribe con la misma furia de un toro, y como un toro al que le gusta que lo toreen mientras embiste para un lado y para el otro.

Por este motivo, escoger cualquier novela de Mike Spillane es una invitación no al puzzle policial y sí a la violencia. Una violencia que resulta en ocasiones muy sórdida y gratuita.

Un dato curioso para los que han seguido la trayectoria de este escritor militante, amigo de sus amigos y el chico de la clase al demostrar que fue uno de los primeros detectives privados de la historia en apretar el gatillo y preguntar después fue a Hammer. Un personaje que cuenta con regulares y eficaces adaptaciones al cine como Kiss Me Deadley, protagonizada por Ralph Meller, quien interpreta a Mike Hammer en su todavía más convincente retrato.

El mismo Spillane interpretaría a su criatura más famosa en Cazadores de mujeres (Roy Roland; mientras que en los años noventa dio origen a una serie de televisión con Stacy Keach, que se hizo muy popular en España. Además de Hammer, Spillane escribió novelas ferozmente anticomunistas, muchas de ellas protagonizadas por el agente Tiger Mann; cómics y dos novelas de ambiente marinero para el público joven como son El día que el mar se retiró y El buque que nunca existió.

Saludos, game over, desde este lado del ordenador.

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