Vidas paralelas

Javier Reverte es un periodista bregado y como tal un formidable contador de historias. Sabe contar historias, las de sus viajes, por ejemplo, en una colección de libros en los que describe los lugares que visita con espíritu aventurero, de ahí que la mayoría estén escritos con el aliento del asombro y que capturen el interés de los lectores en sus travesías en busca de las fuentes del Congo o recorriendo Centroamérica. Los libros, en todos estos itinerarios están presentes, como están presentes en sus novelas.

Entre las que ha dedicado a la Guerra Civil cuenta con la notable El tiempo de los héroes, en la que noveliza la vida del general del ejército republicano Juan Modesto, miembro del partido comunista español y ahora en Banderas en la niebla (Plaza & Janés, 2017) la de dos hombres radicalmente diferentes que encuentran su detino durante los primeros meses de la Guerra Civil.

Ellos son José García Carranza, El Algabeño, un torero sevillano, señorito,  mujeriego y falangista de 34 años recién cumplidos y John Cornford, estudiante en la Universidad de Cambridge y bisnieto de Charles Darwin. Veinteañero poeta idealista que fue de los primeros voluntarios en alistarse en las Brigadas Internacionales.

Dos vidas paralelas –la novela se estructura en once capítulos más un epílogo en los que se alterna episodios de uno y otro– que encontraron el mismo final en las tierras de España y retratos de dos hombres de acción.

El primero lo lleva en la sangre, se ha curtido en las plazas de toros, y se convierte en un represor bajo las órdenes de uno de los personajes más siniestros del bando franquista, el general Gonzalo Queipo de Llano. El segundo es un soñador y combate en una tierra que no es la suya en nombre de la libertad.

En pocos más de trescientas páginas, Javier Reverte tiene tiempo para dotar de carne y sangre a estos dos personajes tan opuestos y recrea con pulso narrativo las numerosas batallas y escaramuzas en las que se vieron envueltos en un país que se desgarraba a pedazos y con sobresaliente violencia.

Resulta muy atractiva la mirada que Javier Reverte ofrece sobre la Guerra Civil, más si se tiene en cuenta que la mayoría de los personajes que intervienen existieron realmente, lo que otorga de autenticidad un relato que  no deja tregua.

El escritor reconstruye minuciosamente el carácter de El Algabeño, y eso incluye muchas de las contradicciones que tallaron su personalidad, y que sirve a  Javier Reverte para mostrar las acciones de un hombre que aprendió a jugar con la muerte pero que en su credo de asesino no entraba lo de matar a mujeres y a niños.

Curiosamente, el extranjero, el joven John Cornford es el personaje que se hace querer. Su entusiasmo por una idea explica que dejara atrás las comodidades de su familia para formar parte de una Guerra que en aquellos días estaba despertando las conciencias más jóvenes e inquietas del planeta. Probablemente lo mejor de una generación que se segó en nombre de muchas causas. Tamaño sacrificio hace mirar a aquellos jóvenes de otra manera. Y no es sorpresa sino admiración las lecturas que se sacan de lo que sin lugar a dudas fue una gesta.

José García Carranza, El Algabeño y John Cornford existieron y son la cara y la cruz de un tiempo cuyas heridas, mucho me temo, aún no han cicatrizado.

Saludos, de pie, desde este lado del ordenador.

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