La gran belleza

El soplo al corazón. Hace tiempo que repetía eso mismo, el soplo al corazón sin tener claro por qué pero una vez se lo dijo a uno que le preguntó el ¿cómo estás? de todos los días.

- Ya sabes, El soplo al corazón…

Muchos años después, resuelve el enigma con El soplo al corazón (Louis Malle, 1971)  y además de sentir una atracción por  Lea Massari, que nunca estuvo tan bien como en esta película, se le inflan los pulmones de un extraño vitalismo digamos que francés, sensaciones que  lo empapan por la ternura que emplea el guionista y cineasta para contar al espectador un acto de amor prohibido que inicia al joven protagonista (Benoît Ferreux) en el mundo de los adultos.

No, no esperaba que fuera tanta la conmoción ni la especial querencia que siente por el cine de Malle, un autor que, ahora que lo dice, no tiene películas que le hayan dejado indiferente. Si hasta ¡Viva María! ocupa un gratísimo espacio en su saturada memoria cinéfila…

¿Se estará volviendo un intelectual de esos que tanto conoce?

Naaaa, no hay que preocuparse…

Como buen francés y como buen burgués, Louis Malle le genera las mismas inquietudes y sensaciones que otro buen francés y buen burgués, Guy de Maupassant, un cronista y poeta de las miserias de la clase media.

Malle habla del amor, sí, y del suicidio, sí.

En la película, se menciona a un escritor que aparece una y otra vez en su filmografía: Pierre Drieu La Rochelle.

Y recuerda que fue Malle, precisamente, quien llevó al cine su novela más famosa, El fuego fatuo.

Louis Malle cuenta en su filmografía con varias películas donde explora la doble moral francesa durante los años de la ocupación. Recuerda las notables El mundo en silencio, Lacombe Lucien y Adiós muchachos, los dos últimos filmes reflejan a través de la mirada de un niño como Francia se acomodó a vivir con los nazis.

El soplo al corazón se ambienta en Dijon, Francia, en los años cincuenta y los ecos de la guerra de Indochina es uno de los telones de fondo de una historia que centra su atención en la relación que mantiene una madre con su hijo. Y su hijo con el padre y sus dos hermanos mayores.

El retrato, poéticamente realista, resulta simpático y piensa, tirado en el sillón, que las familias burguesas son más o menos las mismas con independencia del país del que procedan.

El soplo al corazón, suspira mientras se pierde por las calles de la ciudad en la que habita.

Hace calor. Estamos en verano.

Saludos, nunca tantos debieron tanto a tan pocos, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “La gran belleza”

  1. Jorge Gorostiza Says:

    Comparto el interés por Malle. recuerdo su escalofriante documental “Calcuta”, visto en el Yaiza Borges, y “Atlantic City”, y tantas otras películas.

  2. admin Says:

    Pues revisa su filmografía, amigo, no tiene desperdicio.

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