Yo tenía diez negritos, indios, perritos…

Entonces, en la casa, se encontraban unas cuantas novelas de Agatha Christie que no había leído aunque le fascinaban la mayoría de las portadas. Para los iniciados, se dirá que se trataban de los libros que en su día editó Molino en la colección Selección de Biblioteca Oro, y que entre las más atractivas estaba la de Diez negritos, que fue la primera historia que leyó de la Señora, nótese la mayúscula, y a la que volvió en varias ocasiones porque pensaba que si comenzaba y terminaba el libro igual cambiaba su final.

Si no han leído el libro ni visto ninguna de sus adaptaciones cinematográficas que, curiosamente, no respetan fielmente la novela, en Diez negritos el asesino se sale con la suya en una de esas intrincadas y rocambolescas tramas que pergeñaba la escritora, quien se inspiró en esta novela en una canción infantil que en la que se cuenta como mueren diez indios, negritos o perritos que fue como él o ella la aprendió siendo un infante.

La dichosa canción, como la de Mambrú, le llenaba de pena. Es probable que porque hablaba de muerte, muy violentas y desagradables. Y sus protagonistas eran o niños o cachorros de perros.

Los protagonistas de Diez negritos son culpables, esto se revela recién iniciada la novela. Todos ellos han cometido asesinatos de los que resultaron impunes. Diez personajes que más o menos han aprendido a convivir con su crimen perfecto hasta que un diabólico señor Owen (una especie de antecedente del Jigsaw de la truculenta serie de largometrajes Saw) los invita a una lujosa mansión en una isla apartada. Los invitados, personas aparentemente agradables y refinadas, no saben que en ese paraíso de lujo van a ser ejecutados como los negritos, indiios o perritos de la canción.

A continuación y en un fantástico corte y pega de la Wikipedia reproduzco la traducción de la canción Diez Negritos de la letra original inglesa:

Diez negritos se fueron a cenar;
uno se asfixió y quedaron nueve.

Nueve negritos estuvieron despiertos hasta muy tarde;
uno se quedó dormido y entonces quedaron ocho.

Ocho negritos viajaron por Devon;
uno dijo que se quedaría allí y quedaron siete.

Siete negritos cortaron leña;
uno se cortó en dos y quedaron seis.

Seis negritos jugaron con una colmena;
una abeja picó a uno de ellos y quedaron cinco.

Cinco negritos estudiaron Derecho;
uno se hizo magistrado y quedaron cuatro.

Cuatro negritos fueron al mar;
un arenque rojo se tragó a uno y quedaron tres.

Tres negritos pasearon por el zoo;
un gran oso atacó a uno y quedaron dos.

Dos negritos se sentaron al sol;
uno de ellos se tostó y sólo quedó uno.

Un negrito quedó sólo;
se ahorcó y no quedó… ¡ninguno!

Pueden contrastar esta versión con la que aprendí de pequeño:

Yo tenía diez perritos,
yo tenía diez perritos.

Uno se perdió en la nieve.
no le quedan más que nueve.

De los nueve que quedaban (bis)
uno se comió un bizcocho.
No le quedan más que ocho.

De los ocho que quedaban (bis)
uno se metió en un brete.
No le quedan más que siete.

De los siete que quedaron (bis)
uno ya no le veréis.
No le quedan más que seis.

De los seis que me quedaron (bis)
uno se mató de un brinco.
No le quedan más que cinco.

De los cinco que quedaron (bis)
uno se mató en el teatro.
No le quedan más que cuatro.

De los cuatro que quedaban (bis)
uno se volvió al revés.
No le quedan más que tres.

De los tres que me quedaban (bis)
uno se murió de tos.
No le quedan más que dos.

De los dos que me quedaban (bis)
uno se volvió un tuno.
No le queda más que uno.

Y el que me quedaba
un día se marchó al campo
y ya no me queda ninguno
de los diez perritos.

Los diez indios, negritos o perritos de la novela son aventureros, militares, también hay una actriz, un juez y un doctor en medicina. Todos ellos ocultan en sus armarios un cadáver real, y han vivido más o menos con su muerto hasta el día en el que recalan en la isla del Negro, que así se llama, en paz con el crimen cometido y sus malas acciones.

Si no se equivoco aunque la memoria últimamente le gasta bromas perversas, leyó hasta tres veces esta novela en la que no hay un personaje sano, y en la que mueren todos al final porque así estaba escrito por la escritora. No ha vuelto a refugiarse en sus páginas aunque de vez en cuando, como hoy, coge el ejemplar del estante y observa la fascinante portada y sus ilustraciones interiores, que le siguen resultando igual de excelentes que entonces.

En ese momento, siente que le invitan a que relea la novela por si varia el final, pero sabe que no será así, que aquellos instintos están hoy muertos y enterrados.

En fin, la de cosas inútiles con las que uno pierde el tiempo en verano…

Saludos, yo tenía…, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “Yo tenía diez negritos, indios, perritos…”

  1. Daniel León Lacave Says:

    Las versiones cinematográficas no respetan el final de la novela, porque curiosamente no se inspiran directamente en la novela, sino en la adaptación teatral escrita por la misma autora del libro. “Y al final no quedó ninguno”. Christie decidió por porpia iniciativa alterar el final y algunos conceptos para su adptación teatral. ¿por qué? Pues vaya usted a saber…

    En las dos versiones mas conocidas, la de René Clair y en la de Collinson, de los años 40 y 70 respectivamente, se reproduce el final teatral.

    Entre otras adaptaciones menos conocidas, destaca una versión soviética de los años 80 en la que se respeta el final trágico de la novela, y en 2015 para celebrar el 125 aniversasrio del nacimiento de Agatha Crhistie, la BBC rodó una excelente miniserie de creo recordar tres capítulos que a mi particularmente me gustó mucho, y cuyo final es también fiel al texto original de la novela.

    Esta miniserie se recrea en los flashbacks de los personajes ,licencia que ninguna de las anteriores versiones se permite.

  2. admin Says:

    Daniel, gracias por la información. Estas líneas se escribieron de hecho pensando en recordar las adaptaciones al cine y la televisión, aunque al final se impuso el protagonista del post, que acabó siendo lo que es. En cuanto a sus adaptaciones al cine, no sé si conoces la versión porno, Ten Little Maidens (Jonh Seeman, 1985), en la que trabajan muchas de las grandes estrellas del género de aquellos años. Te recomiendo que le veas. Es un porno experimental, muy ochetentero, feliz por marciano.

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