Diego Correa, un canario que conspiró para asesinar a Napoleón Bonaparte

Parece un personaje de novela pero es hombre de su tiempo, dice el historiador Manuel Hernández González autor del libro Liberalismo y masonería entre Europa y América. Diego Correa (1772-1843), que recientemente ha publicado ediciones Idea en la colección Desde América.

Hijo de orfebre, mulato, héroe del ataque de Nelson a Santa Cruz de Tenerife, militar en la guerra de independencia española, periodista en las Cortes de Cádiz y viajero, este libro revela la vida de un hombre de acción que nació en La Laguna para morir en Manila, en 1843.

- ¿Cómo llega a Diego Correa?
“Al estudiar el Tenerife del tránsito de los siglos XVIII y XIX, al salir de pleno en todos los acontecimientos de esa época”.

- Diego Correa era mulato ¿fue un lastre en su carrera?
“Era hijo de uno de los mejores orfebres de Canaria y tenía ascendencia mulata tanto por parte de madre como de padre. Su hermano Pedro, que siguió la carrera eclesiástica, tuvo procesos por ese origen con denuncias contra él para obtener las órdenes religiosas. Siempre fue calificado como tal por parte de sus críticos y fue un lastre que sufrió, aunque no le impidió desarrollar su carrera militar y política. Sus estudios fueron en la escuela de primeras letras de la Real Sociedad Económica de Tenerife. No pasaron de ese nivel pero era muy listo y autodidacta, ganando numerosos premios por sus actitudes y habilidades en esa escuela”.

- Tuvo, al parecer, un papel destacado en el intento de Nelson por tomar Santa Cruz de Tenerife en 1797.
“Estaba de servicio en la batería de la Concepción, y animando a un puñado de soldados a sus órdenes se descalzó sobre la playa, combatió con los desordenados y sorprendidos ingleses y logró, en breves minutos, capturar a 17 marineros que entregó personalmente en el castillo de San Cristóbal en medio de la sorpresa general. Depositó además varias armas, una caja de guerra y un cañoncito de campaña que los enemigos se vieron obligados a abandonar a resultas del fuego que se le hizo. Ante los méritos contraídos, Gutiérrez propuso al ministro de la Guerra su ascenso a subteniente”.

- ¿Y como miembro de la Junta Suprema?
“En esta atmósfera gobernada por las indecisiones y las noticias imprecisas, aparece Diego Correa. Enemistado con Cagigal, como vimos con anterioridad, era visto como émulo del Teniente del Rey, el irlandés Carlos O’Donnell, que pronto conspiraría contra el Comandante y se proclamaría Comandante General interino. Ante la escala de la goleta «La Mosca» en el puerto de Las Palmas, que se dirigía hacia América con la finalidad de ganarla a la obediencia a José Bonaparte, Cagigal designa a Correa como el mensajero que tenía la misión de llevar al Gobernador de esa plaza, José Verdugo, las órdenes pertinentes y un interrogatorio al capitán del citado barco, navío arribado el 25 de junio”.

- Dice que participó en un complot para asesinar a Napoleón Bonaparte…
“Correa abrió en el Cádiz sitiado por las tropas francesas una escuela de esgrima para subsistir. Por aquel entonces fue nombrado Jefe del Estado mayor del ejército de la isla de León su viejo conocido y amigo de Tenerife, el general Lacy. Su influjo en Cádiz y en el ministro de Estado, Eusebio Bardaxi, posibilitaron que el lagunero fuera designado en una comisión secreta en los Estados Unidos que tenía por objeto “variar la suerte de los negocios públicos en Europa”, el rocambolesco asesinato de Napoleón a través de la vía norteamericana debía de emprenderse en Europa, pero partió para los Estados Unidos de América”.

- Diego Correa es masón y liberal. Y usted relata que cuenta con una interesante actividad en Cuba y Estados Unidos, ¿cuál fue esta actividad?
“En esa coyuntura, la labor de Correa en Estados Unidos, lejos de dirigirse a su irracional finalidad inicial, el asesinato de Napoleón, se encaminará hacia un activo protagonismo en la persecución de lo movimientos independentistas de Hispanoamérica. Resume en su persona las contradicciones del liberalismo español, incapaz de comprender y asimilar en su integridad los cambios que estaban acaeciendo en sus colonias. En su interés para atraer a la causa española a personalidades disidentes de la política oficial norteamericana mantuvo estrechos contactos con el general James Wilkinson, gobernador de Luisiana, quien había sido destituido de su cargo por la acusación de haber participado en la esperpéntica conspiración de Aaron Burr que se encaminaba a crear un vasto imperio con los territorios del Missisipi y de México. En su conversación había expuesto diversos planes para el futuro de Luisiana, Florida y las Provincias Internas. Se hallaba interesado en ponerse al servicio del Estado español con un mayor y cuatro capitanes de su confianza, a condición de ser integrados en el territorio de México para desde allí encaminarse a la conquista de Luisiana. Sin embargo, el ministro de Estado Bardaxi desconfió de sus propuestas y ordenó que por ningún motivo entrase en México. No obstante, debía apoderarse de sus planos y cartas. Particular atención mostró hacia la política napoleónica. Por ello desde la legación francesa se vigilaron estrechamente sus actividades. El embajador Serurier en un informe dirigido al secretario de Estado norteamericano James Monroe diría que el lagunero “siempre portaba un pequeño puñal español, y también guardaba pistolas, pólvora y balas, y una caja conteniendo veneno y otras drogas y un pequeño frasco de veneno para sí mismo o para sus enemigos”. Tan estrecha comunicación llegó a tener con los agentes galos que hizo sospechar en un principio al propio Onís que se trataba de un espía de ese país. En Cuba se convirtió en el portavoz del liberalismo exaltado, un sector del liberalismo radical unido a los intereses de los comerciantes peninsulares, defensores del monopolio comercial frente a las élites criollas, partidarias del libre comercio. Publicó números textos en periódicos de esa ideología y folletos. Batalló dentro de la masonería para evitar el influjo de los hacendados criollos, pero estos le ganaron la partida al erigir una Gran Logia independiente que integró tanto a los de rito escocés como a los de York, por lo que se integró en la comunería, un movimiento liberal radical controlado por el liberalismo exaltado”.

- Y fue también fue un activo literato y periodista. ¿Cuáles de sus obras destacaría?
“Escribió numerosos artículos y folletos políticos en Estados Unidos, España, Cuba e Inglaterra, donde dejó constancia de su militancia en el liberalismo. Entre ellos destacan sus escritos en los más característicos periódicos liberales de Inglaterra, de Madrid y de Cádiz, como el Mercantil, Español constitucional. Conservador y Duende de los Cafés y sus folletos sobre el liberalismo y la emancipación en América, entre los que destacaron sus proclamas contra Fernando VII como monarca absoluto”.

- Como historiador, ¿cómo definiría a Diego Correa?

“Fue más que nada un testigo de su tiempo que analizaba desde la perspectiva del liberalismo español las transformaciones políticas de Europa y América. En España defendía la profundización del liberalismo gaditano y en América, salvo en su exilio en Londres, que apoyó la causa independentista americana, entendió que los nuevos regímenes solo servirían para defender los intereses de las oligarquías criollas en un nuevo régimen de carácter reaccionario”.

- Un personaje muy contradictorio que atacó también a la a Iglesia?
“Primero en 1819, y por segunda vez en 1825 Diego Correa, con sus iniciales D.A.C.G. dio a luz en Londres con el título de Historia verídica de la Judit española, Cornelia Bororquia, el célebre texto del antiguo trinitario sevillano al servicio de José Bonaparte, Luis Gutiérrez, ejecutado por espía por la Junta Suprema de Sevilla. Se llamaba en realidad Cornelia Bororquia o La Víctima de la Inquisición y aparece calificada como su tercera edición. Sin embargo, al ser redactada por un significativo afrancesado, quiso desvincularlo de ese origen y la atribuyó a un supuesto y probablemente imaginario Fermín Araujo. En su discurso preliminar se muestra significativamente partidario de la libertad de cultos a pesar de que la constitución de 1812 hacía prevaler la religión católica como la única universal verdadera y dominante de la Monarquía española. Sostiene que el haber tildado esa “impolítica idea” trajo como consecuencia a la Nación el que “un déspota impotente la destruyese y vulnerase impunemente con escándalo del mundo civilizado”. Si se hubiera despreocupado “de ciertas máximas falsas y perniciosas”, se habría centrado en sostener la constitución política. Al no fundamentarse en tales principios, se tradujo en el encarcelamiento de “los dignos miembros del soberano congreso” en los presidios africanos y “en los inmundos calabozos de la infernal inquisición” u obligados al destierro en extraños países “llenos de amargos pesares”. Clama al respecto que finalmente la victoria de las ideas liberales conduciría al “impío Fernando y los satélites de este abominable tribunal” a su conversión en “víctimas de la justicia o del furor del pueblo”. Un triunfo que originaría que “el estado frailesco aniquilado desparecería para siempre como seres inmundos”.

- ¿Con qué personajes de su tiempo mantuvo amistad?
“En Estados Unidos tuvo relaciones con muchos significativos dirigentes de esa país, incluido su presidente, con el que se entrevistó. También con un amplio núcleo de independentistas como Álvarez de Toledo o con el embajador español Luis de Onis, con el que tuvo una gran amistad tanto allí como en Inglaterra. En España trató a los más granado del liberalismo gaditano. Personajes como Flores Estrada, Lacy, el Conde de Toreno y un largo etcéctera. En Inglaterra con muchos exiliados liberales españoles como Fernández Sardino, Antonio Puigblanch, independentistas americanos, y personalidades notables de la élite dirigente británica con lord Holland o el duque de York”.

- ¿Y cómo y por qué termina sus años en Filipinas como intendente de Manila?
“Porque después de ejercer como gobernador en Madrid, fue designado intendente de Filipinas. Allí pasó sus últimos años, siendo un combativo defensor de las ideas liberales españolistas hasta su muerte”.

Saludos, noche, desde este lado del ordenador.

One Response to “Diego Correa, un canario que conspiró para asesinar a Napoleón Bonaparte”

  1. Franco Nuñez Says:

    Las Mejores 27 Frases De Napoleón Bonaparte

    Napoleón Bonaparte todas las curiosidades y Frases de este celebre personaje considerado un genio militar,sobre la guerra,las mujeres,los enemigos,Francia y hasta sobre Dios.
    https://guerrasdetumundo.blogspot.com.ar/2018/02/napoleon-bonaparte-frases.html

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