Los fantasmas de la Guerra Civil

Johan Brouwer es uno de esos escritores que tuvo una vida mucho más interesante que su obra. Es autor, entre otros libros, de Los tesoros de Medina-Sidonia, una extraña novela que escribe en 1939 y que se ambienta durante la Guerra Civil española.

Católico radical, Brouwer manifestó al principio sus simpatías por el bando nacional aunque terminó decantándose por la causa de la II República tras comprobar que el Dios que defendían los rebeldes no tenía nada que ver con el suyo.

Esto lo viene a contar en la primera y mejor parte de Los tesoros de Medina-Sidonia, un relato que a medida que se desarrolla se despoja de todo realismo para sumergirse en una insólita historia de fantasmas que plantea cuestiones tan serias como la muerte y lo que puede haber más allá de la muerte por si se hubiera o hubiese algo.

Johan Brouwer, a quien el eterno candidato al Nobel de Literatura de su país Cees Nootebom define como “una de las figuras más raras de nuestra literatura” porque tuvo a su juicio una vida “muy movida y poco holandesa”, fue un aventurero, un holandés errante que sintió una extraña fascinación por España y lo español.

Tradujo al holandés La rebelión de las masas de José Ortega y Gasset y visitó Valencia en 1937 para asistir al II Congreso de Escritores Antifascistas por Holanda. Fue ejecutado en 1943 por los nazis y entre otras obras es autor de la novela Los tesoros de Medina-Sidonia (Berenice, 2014) y Psicología de la mística española,que fue publicada en 1931.

Si por algo destaca Los tesoros de Medina-Sidonoa es por su carácter de rareza, por su mezcla para nada extravagante de guerra española, de guerra entre hermanos, de guerra entre ideas, de guerra entre clases con una espiritualidad que desarma y retuerce el relato de extranjeros en la guerra de España con otro distingo como es el que sea, probablemente, la primera novela fantástica escrita sobre la Guerra Civil.

Y el invento funciona, aunque resulte fatigoso por unu hermético final, ya que la descripción de ambientes y los distintos personajes que va conociendo su protagonista respiranautenticidad, mucha verdad.

Ese realismo, que lentamente se difumina aunque permanece débilmente y como fondo en su última parte, hace que uno se sumerja en esta historia sin perder la capacidad de asombro ante lo que está leyendo. Provoca, casi, las mismas sensaciones que sentí cuando descubrí El manuscrito encontrado en Zaragoza, de Jan Potocki, dos narraciones extravagantes sobre una España en guerra.

A la sombra de la muerte es el subtítulo de la novela, y cuenta con interesantes reflexiones escritas por un hombre que conoció el alma española y quedó cautivado por su misticismo.

Los tesoros de Medina-Sidonia
cuenta con un prólogo de Hendrik Henrichs y un epílogo que firma la traductora Isabel-Clara Lorda Vidal.

Saludos, amanece, desde este lado del ordenador.

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