La biografía secreta de Bram Stoker

David J. Skal ha dedicado gran parte de su carrera profesional a estudiar las cultura del horror. En muchos de sus libros reflexiona sobre sus manifestaciones en la literatura y el cine.

Algo en la sangre. La biografía secreta de Bram Stoker, el hombre que escribió Drácula (Es Pop Ediciones, 2017) propone un interesante retrato sobre el escritor y su época, la victoriana, y sugiere aunque no aporta datos suficientes para confirmarlo, la supuesta homosexualidad de Stoker, escritor muy vinculado a la familia Wilde, primero a través de la madre del escritor y después al casarse con la mujer que pretendió el autor de El retrato de Dorian Gray, novela que se estudia a fondo también en esta biografía.

Lo mejor de este ambicioso trabajo es el retrato que ofrece David J. Skal del Londres subterráneo victoriano. De cómo se manifestaban comportamientos escandalosos para la moral de entonces cuando caía la noche y abrían garitos donde por dinero se podía hacer cualquier cosa.

El biógrafo llama la atención, un tanto forzadamente, de la admiración que sintió Bram Stoker por Wañt Whitman, a quien escribió en su adolescencia una carta de aficionado enamorado. El libro, paralelamente, describe su relación con el actor Henry Irving, una de las grandes estrellas del teatro británico de aquellos turbulentos años.

La biografía está ricamente documentada aunque los aficionado a las novelas y cuentos de Stoker se sentirán un poco abrumados por la insistencia de J. Skal en sugerir su presunta homosexualidad y en reafirmar que falleció, efectivamente, por la sífilis. Al margen de estos datos rosa oscuro, el libro es un formidable viaje al pasado y las entrañas del teatro británico de aquellos años, así como de la otra vida sexual que se desarrollaban en los barrios de mala nota.

En esta ciudad contaminada, en la que cuesta respirar entre la niebla, brotan los monstruos del Londres victoriano como Jack el destripador y se publican dos de las grandes novelas de ese fin de siglo: El retrato de Dorian Gray y Drácula, historias no tan diferentes como alguno pudiera siopechar, sino sutilmente imbricadas porque son producto de su tiempo. En estas dos obras late una furiosa pulsión sexual, así como una ambigua invitación a los placeres del sexo que en Dorian Gray se manifiesta en la amistad que mantiene con lord Henry y en Drácula en el trío que el rey de los vampiros establece con Mina y Jonathan Harker en el mismo lecho para que beban de su ponzoñosa sangre.

Resulta curioso, lo que indica por otro lado que los tiempos no han cambiado demasiado, que la fuerza de estos dos libros capitales en la literatura universal no haya menguado con el paso del tiempo, y que los dos busquen de alguna manera una fórmula contra la muerte. Lo que provoca, no hay que olvidar que se tratan de libros estrictamente morales, el fin de estos Prometeos desencadenados.

La biografía que firma David J. Skal sirve, por otra parte, para aclarar errores que los confesos stokermaníacos arrastran desde que leyeron la mejor de sus obras, Drácula y es la frase, ahora leyenda, mentira, falso testimonio, de que Oscar Wilde llegó a decir que se trataba de la mejor novela de todos los tiempos.

Tras narrar la muerte del escritor de origen irlandés, Wilde también lo fue, el último capítulo se detiene en el largo proceso que mantuvo su esposa contra los productores de la película Nosferatu, de F. Murnau, para que desaparecieran todas las copias del filme al apropiarse del personaje de manera descarada. Repasa además la trayectoria de algunos actores que han interpretado a Drácula en el teatro y el cine. Tangencialmente también la televisión.

El libro está profusamente ilustrado, cuenta con fotografías muy raras del escritor, y pese a su tono de demolición, tanto el escritor como su inmortal creación literario salen con la cabeza muy alta.

Saludos, la sangre es vida, desde este lado del ordenador

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