La transparencia del tiempo

Mario Conde está a punto de cumplir sesenta años pero no está solo. Aún está con la mujer de su vida, Tatiana, y mantiene a un pequeño pero leal grupo de a amigos, muchos con la idea de emigran a Estados Unidos de Norteamérica en busca de un horizonte mejor…

Algo, ¿algo?, todo ha cambiado en el entorno del protagonista, tanto como su ciudad, una Habana que continúa en ruinas y en la que se hacinan en barriadas infectas miles de orientales (palestinos se los conoce con el humor popular habanero), También es una ciudad donde pasean vagabundos sin zapatos y una ciudad de grandes contrastes y en pleno proceso de cambios y de movimientos….Y tan contradictorio porque la ciudad ha asumido muchos de los vicios del Otro Mundo, el lujo de restaurantes caros y de diseño, una Habana de luces de neón, cuerpos modeladosy garitos exlusivo…

Tiene, y mucha, amargura La transparencia del tiempo. Una novela que ya nos revela desde el título el paso implacable e impecable del tiempo, aunque con dos apuestas narrativas en la que asoma el Leonardo Padura más literario, el escritor que escribe libros sin género.

Narrada en tercera persona pero desde la perspectiva de Mario Conde, el protagonista de una serie de novelas que procura ir a más en cada uno de los títulos, se mezclan otras voces narrativa en las que se explica el origen de una imagen mariana que el investigador debe de encontrar antes de que llegue a otras manos y en la que está implicado Antoni Baral. Antoni Baral pequeñas piezas narrativas, casi una novela dentro de otra novela, en 1472, 1936, 1314-1308, 1291 y el 8 de octubre de 2014, que es el año en el que se desarrolla también el relato de Conde.

Lo mejor de la novela, como pasa en muchas de sus novelas de hecho, es además de la descripción de escenarios y el grosor psicológico de algunos de sus personajes, la falta de esperanza de su protagonista. Esperanza que solo recobra junto a su mujer y los amigos del alma pero ellos tampoco están allí todos los días.

Mario Conde sale más tocado si cabe en esta novela, La transparencia del tiempo, que en anteriores aunque el escritor no quiere dejar un regusto amargo en sus lectores y pese a que viva en un país en el que los indigentes no llevan zapatos, la gente se hacina como ganado en colonias prefabricadas y por contra es una ciudad en la que se puede cenar en restaurantes que más que formar parte del paisaje habanero lo parece de la quinta avenida de Nueva York, Mario Conde con mirada cada vez más turbia y triste no pierde sus ganas de vivir que se reduce al amor de su vida y al grupo cada vez más pequeño que le quedan de amigos..

Algo pasa, se siente, casi es como si Leonardo Padura estuviera preparando al lector del fin, ahora definitivo, de Mario Conde.

Saludos, hermanos y hermanas, desde este lado del ordenador

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