‘Nunca bombardees Pearl Harbor’, una novela de Javier Hernández Velázquez

No creo que en la historia de la novela policíaca en España haya un personaje como Mat Fernández.

Protagonista de las novelas Un camino a través del infierno, Los ojos del puente y Nunca bombardees Pearl Harbor, que el autor presentó el pasado viernes en la capital tinerfeña.

Matías Fernández es un personaje marcado por la violencia y las ausencias. Un tipo decente que mantiene una peculiar relación de amor y odio con la ciudad donde nació y desarrolla su vida, Santa Cruz de Tenerife.

Santa Cruz de Tenerife tiene protagonismo, como en las novelas anteriores, en esta nueva entrega del detective, aunque la ciudad como el personaje se han vuelto un poco más viejos y comienzan a ser ya demasiadas las cicatrices que tatúan la piel de su protagonista y la de una capital de provincias que no encuentra su lugar en el mundo.

Trilogía de la redención, Nunca bombardees Pearl Harbor cuenta con un título que esconde referencias que van más allá del traicionero ataque japonés a la base norteamericana el 7 de diciembre de 1941 y que ha dado origen después a varias películas, siendo la mejor para hacerse una idea de cómo se fraguó la tragedia Tora!, Tora!, Tora!, un estimable filme bélico de los años setenta dirigido por Richard Fleischer, Kinji Fukasaku y Toshio Masuda.

De cine, y mucho, se habla en la última novela de Javier Hernández Velázquez. También de un género, el espagueti western, en el que es todo un erudito.

El investigador descubre unos fragmentos que no se conocían de una película de Sergio Leone. En estas imágenes se encuentra, además, una de las claves para resolver uno de los casos que investiga. La sombra de Leone está muy presente en esta novela ya que esos fragmentos rodados por el director de Hasta que llegó su hora es una película que todos buscan y que llega a las manos de Fernández para que se la arrebaten y desaparezca entre las sombras de la leyenda. El filme forma parte de un relato extraño y oscuro. También épico (¿qué novela de Mat Fernández no lo es?) y crepuscular.

Con estos elementos, la novela se lee con velocidad, velocidad de crucero porque lo que cuenta está bien contado y entretiene. Y hace pensar y ocasionalmente reír.

Mat Fernández es un personaje que se crece cuando muestra su sentido del humor. Un sentido del humor directo, sin camuflajes. Una coraza que hace que resista los reveses de la vida.

En Nunca bombardees Pearl Harbor algunas de las mejores pullas van dirigidas con gracia y salero envenenado al Procés, ese circo que los independentista catalanes se han montando con tan poco rigor y seriedad intelectual.

Javier Hernández Velázquez ha madurado como escritor en Nunca bombardees Pearl Harbor, y se consolida como uno de los escritores de y con carácter más destacables de este país.

Como narrador, Javier Hernández Velázquez, se crece en algunas de las páginas de la novela. En concreto en todas aquellas en las que evoca el esplendor de una capital de provincias que no volverá y en la que se produjeron los primeros –e inolvidables– encuentros amorosos.

Resulta particularmente lírico en los pasajes que describe el dormitorio instalado en un cuarto de la azotea en la que el protagonista compartió tantos sueños con una de sus primeras novias. Novia que regresa años después para proponerle que le ayude a encontrar a su hijo.

Hay otras historias reunidas en esta novela, una novela que cuenta con villanos que trabajan en la sombra y hombres solitarios y con el corazón roto que, pese a las derrotas cotidianas, continúan adelante.

Y Mat Fernández, como nosotros, es uno de ellos.

Saludos, cielos despejados, desde este lado del ordenador

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