La nostalgia es un puto error

Hace tiempo que me arrancaron, porque fue así, me la arrancaron de cuajo, la adolescencia por lo que las películas de héroes Marvel o de la DC me parecen cada día más aburridas. Engendros que pergueña un cine como fue el norteamericano que antaño, tiempo a…, producía grandes películas con talento e inspiración sin recurrir a tipos y tipas recauchutados y villanos sin chispa, tanto, que temblarían ante el mismísimo Blofeld…

Pero es signo de los tiempos, y de los cómics en los que se digieren de otra manera.

Tras dar el gran salto a la grande y pequeña pantalla para disfrute de la chiquillería entre la que se cuela algún padre con serios problemas de madurez y aficionados que recrean con perfección admirable los disfraces de sus ídolos que responden a nombres como Iron Man, Capitán América, Spiderman, Hulk… llegamos a la conclusión de que estamos más solos que nunca. Que mi afición por de antes aburre a mi generación y a las que vienen a continuación porque se han dejado sorber el seso por un alien invisible que solo quiere zombies a su alrededor.

Hulk, X-Men, Iron Man… En mis tiempos, hace ya mucho, muchos años, estos personajes los conocías a través de ediciones que, literalmente los mutilaban en libros, más que revistas, en blanco y negro, y serie televisivas que vistas ya entonces daban más risa que otra cosa.

Yo llegué demasiado pronto al universo de la Marvel y de la DC, y llegué a través de esas ediciones que destrozaban los originales y a través de revistas mejicanas donde ampliaba mi vocabulario.

Por aquel entonces, venía por casa de mis padres una vez al mes un peluquero, Ángel, que tras trasquilar a mi progenitor y a los hermanos mayores, dedicaba la danza de las tijeras sobre mi cabeza.

Me gustaba el sonido de las cuchillas al cortar mi melena pero me disgustaba enormemente observar cómo el pelo caía sobre el suelo en aquellos tiempos en los que todavía disfrutaba de pelambre sobre la cabeza.

El caso es que por ser el último en ser pelado y probablemente por ser el más chico de los hermanos, Ángel me prestaba uno de aquellos cómic Vértice que reproducían aventuras de La Patrulla X (X-Men); Los cuatro fantásticos, La Masa (The Hulk);Iron Man (El hombre de hierro), Spiderman y el sargento Furia, quien antes de coronel fue sargento y blanco como la leche, no como el de las películas, que es negro como el carbón.

Le devolvía las historietas cuando pasaba un mes y tocaba de nuevo aquel pelado que nos dejaba la cabeza rasurada, casi como una bola de billar.

Al cabo de los años Ángel dejó de venir por casa porque se montó su propia peluquería de caballeros en una de las calles del barrio de la Salud. Peluquería a la que íbamos religiosamente un sábado de cada mes

Ya no leía cómics de la Marvel, por lo que la espera se hacía demasiaaado larga mientras revisabas los Hola, Garbo y Diez minutos que te ofrecía a modo de entretenimiento. Más tarde llegaría el Pronto y algún periódico local pero esto último no lo tengo tan claro. Si es claro como ela agua que Ángel conversaba con los parroquianos de lo que se suele conversar en una peluquería de caballeros: fútbol.

Los nuevos héroes le daban ahora patadas a un balón y cobraban por ello, no se dedicaban a salvar el mundo desinteresadamente como la Patrulla X o el mismo sargento Furia, que combatía con su comando de estrafalarios soldados contra nazis de expresiones desencajadas…

Recordé a Ángel mientras veía el otro día ese engendro que responde al nombre de Los vengadores. Infinity War. Y eso que la vi en un cine que es cine de verdad, aunque las butacas resulten algo incómodas para culos inquietos como el mío.

Que a la media hora de tanta pelea me distancié de la película fueron mis nada habituales visitas al baño. Dos, que así las conté, sin miedo a que me perdiera el hilo de una historia absurda, escrita por un chimpancé, con todos mis respetos por los chimpancés, y aburrida como ella sola.

Sí, sí, me consta que gusta a los niños pero eso no quiere decir nada. Yo a esa edad me tragaba como si nada Godzilla que hoy me resultan películas indigestas. Claro que, probablemente, será cosas de la edad, dirá alguno, y tendrá razón aunque nadie me quita de la cabeza de que, efectivamente y como dijo aquél, la nostalgia es un puto error.

Saludos, ¡acaba con todos ellos, Thanos!, desde este lado del ordenador

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