Carlos Cruz: “Es un reto indagar sobre la verdad que nos pasa partiendo de la ficción”

Carlos Cruz García (Los Realejos, 1977) ha dejado que pasan más de cinco años para publica una nueva novela, Todos los días son de Raquel (Ediciones delMedio, 2018), en la que apenas queda rastro de su primer y segundo libro, H y No es la noche, respectivamente, en la que sio embargo sí que se puede atisbar cierto gusto por lo oculto y lo extraño.

Escritor y periodista, hay mucho de periodista y también de escritor al intentar resolver literariamente un caso que se inspira en el hundimiento en medio del Atlántico del pesquero turco Omer Demir, tras llegar al muelle de la capital grancanaria.


- Llama la atención el título de la novela, Todos los días son Raquel.

“Al final se convirtió casi en un grito de guerra que hace avanzar esta novela. Me di cuenta finalmente que esta novela, esta historia va de unos personajes que quieren sostener, proteger y cuidar el legado de Raquel, así que sin ella, no habría ni recorrido literario ni aventura”.

- En la novela mezcla realidad con ficción, ¿cómo ha sido este proceso?

“Para mí ha sido sorprendente. Por mucho que yo corriera la realidad siempre me estaba esperando en una esquina para decirme: Venga Carlos, corre que te estás quedando atrás. No me pasó ni una ni dos veces. Parecía que cuando más rascaba esa superficie que pensamos todos era la realidad para fabular, más de deshacía entre los personajes y sus aventuras, lugares y diálogos. Tengo que admitir que esa vieja máxima de que la realidad siempre supera a la ficción no es sólo un lugar común”.

- Y que le llamó la atención del caso real para volcarlo en una historia. ¿Cuáles fueron los atractivos que le inspiraron a escribir sobre ella?

“En primer lugar, la falta de respuestas que hubo ante las preguntas que suscitaba la deriva del barco que se comenzó a incendiar en el Puerto de La Luz y de Las Palmas. No hay nada más que ver la trayectoria errática que siguió el Oleg, nuestro Omer, cuando fue sacado a alta mar. Y también el coste. Nos ha costado más de 43 millones de euros la extracción del fuel de ese barco que terminó, por supuesto, hundiéndose. Esos dos factores me tenían intranquilo, enfadado y fue cuando surge Raquel para darme las respuestas que la realidad me negaba”.

- La novela se desarrolla en Las Palmas de Gran Canaria. ¿Cómo trata esta capital de provincias?, ¿qué papel protagónico juega en el relato?

“Aprovecho la relación íntima que tiene Las Palmas no sólo con su muelle sino con su mar a través de la playa de Las Canteras para otear un poco por ese arriba-abajo que tan de moda está si hablamos de política. Obviamente esta es una ciudad, como lamentablemente todas, con grandes desigualdades que quería mostrar en la novela. Y además me quise fijar en esa panza de burro que a veces ayuda a ensombrecer la realidad que menos nos gusta y la que a veces nos cuesta reflejar en el día a día de lo que se lee en prensa. Aunque la prensa se lea cada vez menos. O eso parece.”

- La novela trata sobre corrupción, ¿es Canarias tierra de corrupción?, ¿por qué?

“Si vamos a las estadísticas es una tierra abonada para la corrupción. Somos islas, con terrenos limitados y donde la presión tanto demográfica como turística pone muchas veces en el filo a demasiados responsables públicos. Los números están ahí. Por mi propia experiencia en la administración faltan recursos y también nos falta algo de educación. Claro que este problema no es sólo canario, pero echo a faltar una mayor reprobación social hacia ciertos comportamientos que parece que no son castigados”.

- Sus anteriores novelas, H y No es la noche, son muy diferentes a Todos los días son Raquel. ¿Está cambiando el escritor en la temática de sus historias?

“Me decidí a pasar página de esas anteriores novelas en donde parte de mis intereses quedaban apartados porque quizá eran historias donde la piel y el corazón jugaban un papel primordial. Raquel está más hecha con la cabeza, sistematizada, pero no robotizada porque los personajes siguen estando muy vivos. A veces demasiado y eso te hace cambiar, incluso, hasta el final”.

- Hablemos de la construcción de personajes. Y de la estructura de la novela.

“Como decía, y porque se trata casi de una novela negra, la estructura es muy importante y fue la parte más costosa en cuanto a tiempo y la toma de decisiones. Los personajes casi salieron casi solos cuando la trama estuvo construida. Pero, aun así, los personajes boicotearon el final de la historia. Porque contra ellos, contra Raquel, no había nada que hacer”.

- Al estar basado en un hecho real, ¿a qué fuentes recurrió para dar consistencia al relato?, ¿además de las escritas, habló con alguien relacionado con el caso?

“Hablé con representantes de los colectivos que presentaron una denuncia ante la fiscalía por cómo se gestionaron los hechos que dieron lugar a esta historia. Además leí tanto el archivo de la causa que es muy curioso, porque sólo pregunta a los responsables que dijeron, cómo no, que lo habían hecho muy bien; y un informe del propio Ministerio de Fomento donde dice que no lo hicieron tan bien. Al final nos ha costado 43 millones de euros y una marea negra en toda la costa este de Gran Canaria”.

- A la hora de abordar el libro, ¿cuánto hubo de autocensura cuándo escribía la historia?

“Hubo, en la medida en que cambié los nombres de todos los responsables que se podrían reconocer en estas páginas. Pero quizá ahora, con el clima que hay, este libro nunca lo habría escrito”.


- Próximas novelas

“Me temo que la próxima ya está escrita y dentro de poco buscará editora o editor. Para equilibrar quizá esta nueva línea de trabajo, la próxima que se llamará Rabo de gato, trata también sobre un episodio de corrupción que seguramente no ocurrió jamás en Tenerife. O sí. También hay dos historias más donde quiero experimentar las posibilidades que me da la escritura. Me preocupa estancarme y quiero probar cosas nuevas. Sorprender al lector y sorprenderme a mí mismo. Al menos lo intentaré”.

- Y por último, ¿qué atractivos tiene para usted la novela policíaca?

“Me da la oportunidad de hacer una reflexión con cierta libertad, cada vez menos parece, entre líneas sobre la realidad que vivimos aquí en la isla. Es un reto y es una aventura indagar sobre la verdad que nos pasa partiendo de la ficción. Porque para eso sirve la novela, ¿no?”

Saludos, flying to the moon, desde este lado del ordenador

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