José Esteban: “La injusticia literaria es tan grande como la injusticia social”

Editor, escritor, bibliófilo y durante muchos años librero al frente de Turner, librería legendaria en la capital de España, José Esteban Gonzalo (Sigüenza, 1935) aunque firma como José Esteban es una de esas personas que responde a la idea de pozo de profunda sabiduría.

El tiempo se va sin que uno se dé cuenta conversando con un hombre que cuenta, probablemente, con la primera colección de libros autografiada por sus autores, entre otros, Pío Baroja y su querido maestro José Bergamín, a quien no se cansa de reivindicar.

Autor de una obra extensa en la que se mezcla la novela y el ensayo, es una pena que dejara de lado y con apenas dos libros (El himno de Riego y La España peregrina) lo que anunciaba ser la serie Episodios liberales con la cual pretendía recorrer, al modo de Pérez Galdós, la vida de todos aquellos luchadores españoles por la libertad en el siglo XIX.
José Esteban fue uno de los invitados del primer Festival Hispanoamericano de Escritores, que se celebró en Los Llanos de Aridane el pasado septiembre, y enclave en el que habló y habló de otro de sus grandes escritores de cabecera,
precisamente Benito Pérez Galdós, de quien dijo que en su casa de Madrid nunca faltó el gofio y siempre “se comió a la canaria”.

- En su bibliografía cuenta con dos notables novelas históricas: El himno de Riego y La España peregrina. ¿Cómo se le ocurrió escribir novela sobre la historia de España en unos años –los ochenta– donde no estaba de moda?

“La verdad es que siempre quise ser escritor y tras pasar una temporada editando libros o llevando una librería como fue Turner en Madrid y de colaborar en revistas como Triunfo, entre otras, no había conseguido escribir una novela y pensé entonces en meterme en una pero histórica, género que no estaba de moda en aquellos años. Mientras la escribía tuve siempre presente a Galdós y en ella volqué mis ideas liberales y republicanas aunque, previamente, me había dedicado a estudiar a Valle Inclán, que entonces era un desconocido e incluso un despreciado mientras me dedicaba a publicar en mi editorial a los escritores olvidados de nuestra Guerra Civil porque creo que la injusticia literaria es tan grande como la injusticia social ya que unos escritores se hacen conocidos y otros no, lo que me hace tener la sensación de que no es otra cosa que una injusticia, así que me decidí por escribir una novela sobre uno de los grandes perdedores de la Historia de España como es Rafael de Riego, y decidí que había que reivindicarlo y me puse a investigar, a documentarme, y conociendo ya al personaje no me salía la novela hasta que un día y tras contárselo a Gabriel García Márquez que pasaba unos días en Barcelona me recomendó que olvidara lo que sabía y que me pusiera a escribir y medité aquellas palabras. En mi hay una gran intención didáctica y tras meditar que la lucha por la democracia ha sido tan importante para el pueblo español, me propuse contar esta historia a través de Rafael de Riego camino del cadalso”.

- Su admirado Galdós no deja nada bien a Riego.

“Y no sé la razón, pero es un personaje que, como dice, no pone nada bien. De hecho, escribe que Riego chilla de miedo cuando lo conducen al cadalso lo que es mentira. Galdós no fue justo con Rafael de Riego”.

- ¿Cómo calificaría a los liberales españoles del siglo XIX?

“Creo que es uno de los movimientos políticos españoles más apasionantes. Movimiento del que todavía estamos viviendo. Manuel Azaña fue heredero de todos ellos. El himno de la II República es el Himno de Riego porque Azaña adoraba a los viejos liberales, aquellos luchadores que sufren, en eso que después se conoce como las dos España, el exilio. Y hay que recordar que el exilio liberal del XIX es importantísimo. Y entonces pensé, imitando a Galdós, escribir unos Episodio liberales que incluyese La España peregrina, o los liberales españoles exiliados en Inglaterra a través de Blanco White, lo que es puro cuento aunque si es cierto que entonces estaba en Londres aunque nunca se mezcló con ellos. Entre esos liberales se encontraba el hermano de Riego, que fue un importante bibliófilo, y se describe el entierro de la esposa de Riego. La novela cuenta también la aventura de Torrijos que viene a España a combatir por las libertades. Una cosa curiosa es que mientras El himno de Riego obtuvo un gran éxito no fue así con La España peregrina lo que demuestra que en este país se perdona un éxito pero no dos y mucho menos a uno que inicia su carrera literaria. La España peregrina fue recibida con frialdad y creo yo que con cierta injusticia porque hay gente que dice que se trata de mi mejor novela. Sea por una cosa u otra, el caso es que me cansé de estudiar tanto para escribir estos libros y decidí aparcarlos”.

- ¿Las críticas negativas le hicieron abandonar entonces el proyecto de los Episodios liberales?

“En parte sí que contribuyó. El tercer libro, que iba a ser el primero de la serie estaba dedicado a los exiliados de la Guerra de la Independencia en una historia en la que intervenía mi gran amigo Bryce Echenique, quien encontraba unas memorias supuestamente escritas por Meléndez Valdés, que falleció en Montpellier, pero el proyecto no salió. Soy bastante disperso porque tengo mucha curiosidad por todo. Yo adoraba a Bergamín, me gustaba cambiar de género literario con asiduidad y me pasé de la novela histórica al cocido madrileño. Es decir, que me puse a escribir de cocina”.

- Es autor de un Diccionario de la bohemia, una de sus obras más recientes.

“Y me he dedicado a escribir sobre refranes aunque mi manía por los cambios me hizo pasar a la bohemia aunque estos saltos no son fortuitos. En el caso de los bohemios, aparece por mi obsesión por los vencidos y los bohemios españoles que fueron unos verdaderos perdedores. Me puse a buscar información y descubrí que a la vez que hay una economía sumergida existe otra que es literaria, una literatura sumergida por desconocida. Mientras buscaba las raíces del esperpento en Valle Inclán me di cuenta que hubo mucha sátira en las revistas de aquella época y que existía todo un mundo olvidado que decidí recuperar escribiendo sobre ello y ellos, lo que dio origen a Los proletarios del arte: introducción a la bohemia, que es una antología de escritores –muchos olvidados y otros desconocidos– que finalmente se convirtió en diccionario, un diccionario en el que ahora sistematizo lo que hay escrito sobre la bohemia española pese a que sea consciente que tiene ausencias porque todavía queda bastante por descubrir”.

- ¿Quién es el gran bohemio español?

“Alejandro Sawa. La bohemia española procede de París y solo se da en las grandes capitales, Viena, París, Madrid, Barcelona… El gran bohemio español es Alejandro Sawa, quien residió en la capital francesa durante largos años y en donde conoce, entre otros, al poeta Verlaine y el ambiente bohemio parisino. Luego se viene a Madrid y Valle Inclán se inspira en él para el Max Estrella de Luces de bohemia. En mi diccionario distingo además entre escritores bohemios y escritores que entendieron a los bohemios por lo que tenían de grandeza y su idea de cambiar el arte y su desprecio a lo que consideraban como arte burgués y los escritores que nunca los comprendieron como Pío Baroja, pese a que estaba obsesionado con todos ellos y que para mi ha sido una fuente fundamental para elaborar este libro”.

- ¿Y Galdós?

“Los bohemios le criticaron a Galdós no haberles dedicado una novela, lo que sí hizo Balzac con la de París. Lamentaban que el maestro no hubiera escrito un libro sobre ellos como sí había hecho con los mendigos en Misericordia”.
- También ha escrito Las mil y una palabras de casa de putas.

“Siempre he sido muy aficionado a escribir diccionarios y leyendo a los clásicos descubrí que había cientos de palabras, sobre todo en el mundo del hampa, para reconocer este tipo de establecimiento. Al mismo tiempo que investigaba descubrí que solo las putas tienen más nombres que las casas de putas. Fue un divertimento”.

- También ha estudiado y publicado algún libro sobre el refranero español.

“A mi me parece que el refranero español tiene mucha grandeza y encierra una gran sabiduría, la sabiduría popular. Es verdad que es cazurro y poco poético pero por otro lado significa una gran fuente de conocimiento que, a mi juicio, es maravillosa. Mientras los estudiaba me di cuenta que el refranero habla sobre todo mal de los curas y como soy de Sigüenza, y sobrino de obispo me dio por escribir un libro sobre refranes anticlericales que, si no me equivoco, se ha convertido en uno de los libros más vendidos de mi localidad natal”.

- ¿Vive un buen momento el refrán en España?

“El refrán no vive en este momento una época gloriosa aunque sí los aforismos que son una especie de refrán más culto”.
-¿Y qué lugar de España destaca por su mayor producción de refranes?

“Sobre todo Castilla (Salamanca, Toledo) aunque los hay en todas las comunidades autónomas”.

- Me dicen que está escribiendo sus memorias.

“Sí, y espero que el libro se publique el año que viene”.

- ¿Será una de esas memorias que no deja títere con cabeza?

“No, van a ser unas memorias muy generosas y benévolas en las que cuento la verdad. Todo es como se recuerda y yo recuerdo así las cosas, que decía Valle Inclán. Tratarán de recuerdos muy literarios en los que aparece la gente que he conocido y también como soy yo: un bibliófilo. Estas memorias se parecen un poco a las de Rafael Cansinos Assens aunque son más cortas porque en este libro yo no soy el importante, lo importante es lo que puedo contar”.

- Antes comentaba que fue discípulo de José Bergamín.

-Fue mi maestro vivo porque luego están Valle Inclán, Galdós, Baroja. Para mi los libros son tan importantes como las personas y mis memorias comienzan y terminan con Baroja a quien conocí al final de su vida.

- ¿Cómo fue ese encuentro?

“Cuando llegué a Madrid, Baroja era un ídolo para todos aquellos niños de la postguerra ya que representaba otra España, la del 98. Así que me armé de valor y fui a visitarlo a su casa. Recuerdo que la puerta la abrió su sobrino, Julio Caro Baroja, que vivía con él y estaba harto de la gente que, como yo, iba a ver a si tío pero me permitió pasar y estuve toda la tarde con el escritor quien me dedicó un libro. Cuando nos despedíamos, me rogó que la próxima vez que fuera a verlo llevase chicas”.

- Además de El himno de Riego y la España peregrina ha escrito otras novelas.

“Una que se titula El año que voló papá, un cuento para mayores y su continuación, Los gorriones del Prado. También he escrito una novelita sobre El café Gijón, que se va a reeditar y El crimen de Mazarete, que está inspirada en un hecho real y en la que se cuenta cómo un forense salva la vida de dos labriegos acusados del crimen de una persona porque demuestra que su supuesta víctima murió por suicidio. Con esta novela quise rendir homenaje a un escritor italiano que me gusta mucho, Leonardo Sciascia”.

- Antes le preguntaba por José Bergamín, un pensador que salvo un pequeño grupo no se reivindica en España.

“Bergamín ha sido el hombre más inteligente que he conocido en mi vida. Lo conocí siendo yo muy joven y me abrumaba satisfactoriamente su cultura infinita. Estuvo en el exilio pero regresó a España porque no podía vivir en otro sitio. No encajó en Méjico, ni en Venezuela, sí que algo más en Uruguay pero cuando tuvo la oportunidad de regresar no lo pensó y se vino, sería si no recuerdo mal en 1958 o 1959. Firmó un manifiesto en 1963 en apoyo de una huelga en Asturias y recibió todos los palos del régimen. Él, que nunca fue comunista sino católico, un católico que apoyó a los comunistas durante la Guerra Civil porque eran los únicos, decía, que podían hacer la guerra contra los nacionales. De ahí la confusión de que Bergamín fuera comunista”.

- Usted ha sido un editor peculiar porque lo mismo editaba a gente de izquierdas como de derechas.

“Edité de Ernesto Giménez Caballero un libro de 1934 dedicado a Manuel Azaña y en el que le pide que dirija el movimiento fascista. También le edité Yo inspector de alcantarilla en un catálogo en el que figuraban varias obras de Bergamín. El caso es que en cuestiones literarias no juzgo el pasado político sino la calidad de la obra y eso que soy un hombre de izquierdas, un hombre de izquierdas que aprecia el talento literario, talento al que pongo por encima de la política”.

– Continuemos con José Bergamín. ¿Qué le atrajo de él?

“Su compromiso. Tras firmar el manifiesto y ser amenazado de muerte por los falangistas volvió al exilio. Primero en Uruguay y más tarde en Francia donde lo apoyó Malraux, a quien había conocido durante la Guerra de España. Regresa en los años setenta y fui a verlo a su casa, entonces vivía en la calle Mayor y nos hicimos íntimos. Fue un hombre de una envergadura fascinante y con una gran valentía. Solía decir medio en broma medio en serio que todos los de la Generación del 27 se habían vendido menos él”.

- Pero su obra apenas ha trascendido.

“Yo creo que porque fue un hombre muy molesto, una especie de Miguel de Unamuno ya que lo ponía todo en duda. Cayó mal al poder porque nunca supo adaptarse a eso que llaman las reglas del juego


ME SIENTO ESCRITOR

José Esteban regentó durante varios años la librería Turner, que se encontraba situada en la calle de Génova de la capital de España. Turner, cuenta, sirvió de refugio a numerosos escritores y aprendices de escritores aunque llegó un momento en el que todo aquello “me cansó porque parecía que solo iban a verme los desocupados de Madrid”. La actividad de la librería no le dejaba tiempo para escribir cuando si algo se siente José Esteban es escritor. También editor, un oficio en el que “me lo paso muy bien editando mis obras como las de otros”

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