Nuestros 80`s. Cuando las bandas urbanas morábamos las calles de Santa Cruz

Nuestros 80`s. Cuando las bandas urbanas morábamos las calles de Santa Cruz puede y debe considerarse como el primer libro que describe cómo era el ambiente que movía a Santa Cruz de Tenerife en aquella década que no fue tan prodigiosa. El libro está firmado por el Cuarto Gato y lo publica una editorial (Los 80 pasan factura) que, precisamente, reivindica aquellos años en los que todos éramos más jóvenes aunque no sé si también más felices.

No se trata de una novela sino de una obra estructurada en diez grandes capítulos que protagonizan distintos representantes de las subculturas urbanas que se cuajaron durante aquellos años en la capital tinerfeña. Así, aparecen punkies, mods, rockers, modernos y siniestros, entre otros, fauna que intenta hacerse un hueco en una ciudad donde suena demasiado la música salsa.

Se aprecia durante la lectura de estos capítulos que el Cuarto Gato conoce muy bien los ambientes en los que se movían estas tribus, recuperando bandas que sonaban por aquel entonces así como las locales que hicieron historia en lo que podríamos denominar como la movida chicharrera. Garitos como El espacio 41 o El Taburete, y bares donde tomarse la primera como El Bolonia son algunos de los escenarios en los que transcurren las diferentes historias en las que los jóvenes son sus absolutos protagonistas. Es una lástima, sin embargo, que el autor o la autora de este libro no haya incidido en el aspecto social que generó ese despertar ni explique, salvo muy por encima, las razones que lo provocaron aunque se agradece algunas notas que ponen color a una capital de provincias que también tuvo su historia en los 80. En este aspecto, y salvo el último relato que narra el enfrentamiento entre un militar fascista y un anciano que luchó por la II República, Nuestros 80’s es un libro amable sobre aquella década, por lo que no se busca complicaciones y sí que busca y encuentra como otro protagonista, además de los personajes que se mueven por las historias, un Santa Cruz de Tenerife que comenzaba a respirar otro tipo de aire, otro tipo de aroma. Una ciudad que quería sacudirse el provincianismo que desde tiempo inmemorial la ha caracterizado.

En este aspecto, resulta muy atractivo que en varios de los relatos los personajes, con independencia de su sexo, sueñen en abandonar la isla para marcharse más a Londres que a Madrid, que también, casi una constante generacional esa de la escapada a otros territorios continentales o no, en los que poder ser otra persona.

El libro se lee sin demasiadas complicaciones y resultará sumamente atractivo para los que vivieron aquellos años en Santa Cruz de Tenerife mientras se pregunta si muchos de los personajes que aparecen en estas narraciones existieron de verdad. Al margen de esta suposición, lo que sí es cierto es que los garitos y tiendas en los que entran y salen formaron parte del paisaje urbano de una ciudad que, gracias a libros como éste y al esfuerzo editorial que hace Los 80 pasan factura, contribuyen a mantener su memoria.

En este libro aparecen así las calles y plazas de la capital tinerfeña, geografía en la que nacieron grupos de rock que interpretaron su música donde buenamente podían y los fanzines, las revistas artesanas que sacaban adelante los aficionados y en las que se informaba a cada una de las tribus de lo que se cocinaba en su entorno.

Fue una época de tendencias marcadas en algunos de estos clanes por su forma de vestir y de llevar el pelo, también en cómo observaban una realidad que estaba bastante domesticada con su entorno ya que salvo el nihilismo de los más radicales y en algunas ocasiones por las pintas, no resultaron muy agresivos al orden establecido. Con todo, fue una buena década para salir a la calle y salirse, dentro de un orden, de la tangente. Fueron años, además, en los que todas estas tribus contaron con su banda sonora. Banda sonora que en muchos casos tuvo acento de aquí. En el libro se recuerda a Familia Real, Ataúd Vacante, Moral Femenina y Castillo Interior, entre otros.

Nuestros 80’s se convierte por todo ello y pese a sus carencias más objetivas como la de carecer de espíritu social con el que justificar todo aquel fenómeno, en un libro cargado de nostalgia, una nostalgia que, por una vez, no sabe error.

Saludos, poco a poco, desde este lado del ordenador

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