Bendita guerra. Nos vemos en la Feria del Libro

Era domingo de elecciones y como todos esos das en los que parece que como ciudadano tienes el derecho y el deber de premiar o castigar a quienes nos van a representar en la cosa pública, el parque García Sanabria estaba repleto de gente, una afluencia que ya va siendo habitual cuando se celebra la Feria del Libro. Una Feria que este año cuenta con casi un centenar de actos, una agenda de debates y presentaciones que hace imposible estar en todos, y una interesante vertiente en mezclar, todavía con mucha timidez, lo cultural con lo lúdico, aunque tiempo al tiempo.

Llena de aire fresco los pulmones darse una vuelta por la Feria del Libro y dejarse llevar por el arrullo de la gente, tropezar con amigos a los que no veías desde hace años –y eso que vivimos en el mismo lugar, el mismo sitio– y caminar sin rumbo fijo, con la mente necesariamente en blanco para no quedar más loco de lo que está con la avalancha de libros y autores que esperan o ya firman un ejemplar de su novela, o poesía, ensayo, que lo mismo da. El aire que se respira, por fresco, es contagioso, y entre tanto señor y señora, niños que arrastran a sus padres a un puesto para que le compre éste o aquel libro…

En este paseo sin rumbo fijo, dejando las ataduras en casa y relajándome como si estuviera en un baño turco (el tiempo ayuda a ello, hace sol y el cielo está con ese azul que es el azul de Santa Cruz de Tenerife), me llegan a la oreja toda clase de comentarios. Uno se queja de que ayer las colas fueran tremendas con una concursante de Operación Triunfo a la que no le gusta hablar canario. ¿Y qué?, piensa uno en este deambular que comenzó sin sentido y que poco a poco empieza a encarrilarse,

¿Usted ha votado, don>?, le escuchó decir a un tipo.

Alguien sopesa entre las manos La rebelión de Atlas, un tocho de Ayn Rand y más allá unos tipos disfrazados de piratas juegan con un puñado de niños que se lo deben de estar pasando en grande porque el griterío se le mete a uno dentro y le hace sentirse lo suficientemente bien para reparar en un tipo que pone cervezas a una pareja que lleva un libro bajo el brazo.

La Feria del Libro arancó el pasado fin de semana pero si el día acompaña como hoy, el mejor lugar donde pasear o reunirse en la capital tinerfeña es el parque García Sanabria, ese pequeño jardín botánico ahora invadido de lectores, escritores, editores y libreros que se abren paso como pueden.

Que aparezca la sombra es inevitable en este itinerario proque ya no están en mi ciudad ni La Isla ni El Pa-so. Se siente en falta la ausencia de estas librerías en este improvisado paseo. Fue la única nota amarga de una Feria a la que todavía le queda una semana para dar guerra.

Bendita guerra.

Saludos, nos vemos en…, desde este lado del ordenador.

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