Charles Bukowki, hasta que el cuerpo aguante

El próximo año se celebra el centenario del nacimiento del escritor norteamericano Charles Bukowski, quien vino al mundo en una pequeña ciudad alemana, Andernach, aunque se trasladó con su familia y siendo muy joven a los Estas Unidos de Norteamérica.

Lector compulsivo y alcohólico reconocido, la vida de Bukowski no fue un camino de rosas ya que desde muy joven se acostumbró a caminar por el borde del abismo mientras daba eses de beodo. Sus novelas y cuentos, como escritor se manejó mejor como cuentista, hablan de todo este trasiego por la cara oculta del sueño americano, así que sus libros son crónicas brutales de borrachos pendencieros, bastante agresivos y hoy políticamente incorrectos porque hablan de perdedores, gente que prefiere antes de hacer ahogar sus penas con litros de cerveza o botellas de bourbon barato.

El sexo entre marginales y pedigüeños es otro de los grandes temas de la producción literaria de un escritor que estuvo muy de moda en España en los años ochenta, y si bien su estela se ha ido diluyendo con el paso de los años, las modas y las tendencias cambian, todavía queda algo de su influencia en aprendices de escritores noqueados por la sinceridad que destila la literatura de un hombre que se llamaba así mismo y con orgullo borracho.

Pero más que la obra, si hay algo notable en la vida y obra de Charles Bukowski es precisamente su errática vida, esa vida que retrata punto por punto en una serie de libros que escandalizaron en su día y que mucho me temo continúen escandalizando hoy día, sobre todo porque fue un escritor que no estaba acostumbrado a morderse la lengua, y que llamaba a las cosas como creía, de ahí que todavía resulte tan ofensivo para muchos.

La verdad, y reconociendo que fui uno de tantos jóvenes abducido por su literatura, es que he vuelto a leer muchas de sus novelas y algunos cuentos y la mayoría apenas se sostienen. Se nota que Bukowski no escribía con un plan sobre la mesa sino que se dejaba llevar por las musas, musas empapadas en alcohol pero musas al fin y al cabo. Entre sus referentes literarios, referentes que se molestaba en mencionar en sus libros, escritores proscritos como Louis-Ferdinand Céline y su Viaje al fin de la noche, y Jonh Fante, escritor y guionista borracho que gracias a los elogios de Bukowski volvió a editarse y a ser reconocido por toda esa legión de lectores empeñados en encontrar flores entre la mierda. El caso es que uno descubre que, efectivamente, el señor Fante fue más escritor que Bukowski, aunque no tuvo la suerte de que lo descubrieran a finales de los sesenta y principio de los setenta, esos años prodigiosos que parecían que iban a cambiar el mundo.

Entre las novelas que escribió y que protagoniza su álter ego Henry Chinaski, las mejores me siguen pareciendo La senda del perdedor, Cartero y Factotum. Se me caen de las manos Mujeres y Hollywood, esta última recrea el rodaje de Barfly (1987), filme dirigido por Barbet Schroeder, así como Pulp, que fue su último trabajo y que bajo la apariencia de una novela policíaca solo esconde desorden y un homenaje muy poco festivo (Bukowski ya estaba en cama, no bebía ni fumaba por prescripción médica) en la que dice que quiere homenajear la literatura que caía en sus manos cuando vivía a salto de mata y de mujer en mujer, aquellos años en los que se acostumbró a convivir con el monstruo que llevó dentro toda su vida.

Al margen de que sus libros hayan perdido la aureola de escándalo y la polémica agitadora que tuvieron en su momento, y al margen también de sus opiniones sobre el mundo y las mujeres, estuvo en el punto de mira de las feministas radikales (con k) durante mucho tiempo, tanto tiempo que incluso me atrevería a señalar que la condena todavía sigue, Bukowski será recordado como apuntaba un aficionado en uno de esos chat literarios que parecen un panal de rica miel, por representar al escritor maldito, el que va a contracorriente, el que aparece completamente borracho en un programa cultural de la televisión francesa o concede entrevista fumando como un carretero y bebiendo cartones de vino para satisfacción de unos lectores que nunca se convertirán en algo parecido aunque como dos mil moscas acudían y acuden –ya menos– a sus libros para observar cómo se las gastan los que andan todo el día fuera de onda. Y cuenta más fuera, mejor.

En cuanto a sus cuentos, territorio en el que se despachaba mejor el escritor, dejó tantos que de tanto en tanto se editan recopilaciones en las que aparecen inéditos que siguen más o menos la pauta que marca y define su literatura: marginalidad, sexo y alcohol. Si se extrapolan estos elementos poco o nada queda en sus historias porque Bukowski no fue un escritor de escuela sino de la calle. Ahí el eco que todavía tienen algunos de sus relatos, historias que carecen de líneas argumentales y que se limitan a narrar el ecosistema de los que lo han perdido todo y buscan refugio no sé si para olvidar bebiendo y bebiendo hasta el final de sus días.

Realismo, pero del sucio, del que mancha los dedos y el espíritu, el que dejó escrito Raymond Carver. Bukowski como sus seguidores caminan por la periferia sin darse cuenta que el infierno son ellos.

Saludos, se dijo, desde este lado del ordenador

One Response to “Charles Bukowki, hasta que el cuerpo aguante”

  1. gaviero Says:

    Eduardo, buen día. oportuna reflexión.

    Todo un genio de ser humano, odiado y querido, da igual, no se puede negar que sus poemas remueven conciencias. “El genio de la multitud”, se trata de uno de esos poemas incómodos, que desnuda a esta sociedad con verdades.
    Hay suficiente traición y odio, violencia.

    Necedad en el ser humano corriente
    como para abastecer cualquier ejercito o cualquier
    jornada.

    Y los mejores asesinos son aquellos
    que predican en su contra.

    Y los que mejor odian son aquellos
    que predican amor.

    Y los que mejor luchan en la guerra
    son (al final) aquellos que
    predican
    PAZ.

    Aquellos que hablan de Dios.

    Necesitan a Dios
    Aquellos que predican paz
    No tienen paz.

    Aquellos que predican amor
    No tienen amor.

    Cuidado con los predicadores
    cuidado con los que saben.

    Cuidado con
    Aquellos que
    Están siempre
    Leyendo
    Libros.

    Cuidado con aquellos que detestan
    la pobreza o están orgullosos de ella.

    Cuidado con aquellos de alabanza rápida
    pues necesitan que se les alabe a cambio.

    Cuidado con aquellos que censuran con rapidez:
    tienen miedo de lo que
    no conocen.

    Cuidado con aquellos que buscan constantes
    multitudes; no son nada
    solos.

    Cuidado con
    El hombre corriente
    Con la mujer corriente
    Cuidado con su amor.

    Su amor es corriente, busca
    lo corriente.

    Al no ser capaces
    de crear arte
    no entenderán
    el arte.

    Considerarán su fracaso
    como creadores
    sólo como un fracaso
    del mundo.

    Al no ser capaces de amar plenamente
    creerán que tu amor es
    incompleto
    y entonces te
    odiarán.

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