El finlandés errante, una novela de Carmen del Puerto

El finlandés errante propone una atractiva y original reinterpretación de la leyenda de El holandés errante, la autora de esta novela basada en hechos reales, Carmen del Puerto, ofrece sin embargo una mirada más cercana y realista a la que ha forjado el mito, luego no se trata de la historia de un hombre que navega por los sietes mares en busca de un amor perdido que vuelva a anclarlo en tierra, a fijar residencia en los dominios terrestres del planeta sino la de un hombre, un finés, Jan Salakari, que se encuentra en Tenerife por motivos de trabajo durante los años cincuenta, y geografía volcánica donde conoce a quien será su mujer, Lula Acosta, una joven de Alcalá, población que se encuentra al sur de la isla.

Diseñador de joyas y periodista, la historia de amor entre Salakari y Acosta le fue propuesta a la autora de este libro por el hijo que ambos tuvieron en común. A partir del reto, la escritora comenzó a investigar no ya solo sobre la vida de los dos protagonistas del relato, sino las sociedades de las que ambos procedían.

El hombre procede de un lugar bastante alejado del archipiélago, una tierra de casi noche eterna en invierno y que soporta bajísimas temperaturas. La novela intenta establecer cuál fue la conexión, la chispa que unió a Salakari con su joven esposa que apenas tenía nada que ver con él, y que se crió a la orilla del mar en una tierra donde casi siempre luce el sol pero bastante pobre durante los años en los que se cuenta cómo germinó la atracción sentimental entre los dos.

Lo más interesante de este libro es observar cómo dos personas de culturas tan diferentes se unen por obra y gracia del amor. El amor sirve de eficaz traductor aunque ese amor se vaya debilitando y en algunos caso incluso degenerando con el paso de los años. Esto es lo que sucede con esta pareja tan exótica, con estos dos representantes de mundos tan opuestos. Lo que no resulta tarea fácil, en especial cuando se pretende mantener cierto equilibrio y sobre todo hacer justicia para no señalar culpables a quienes hicieron las cosas correctamente y los que no, ya que el libro no tiene ánimo maniqueo aunque en ocasiones la balanza oscila más hacia un lado que al otro.

La lectura de El finlandés errante permite observar cómo se vivía en el sur de la isla en los años cincuenta del pasado siglo y cómo el encuentro con un grupo de fineses en el Alcalá de los años 50 supuso algo así como un terremoto, la visita casi de unos extraterrestres o al menos de un grupo de personas que no pertenecían al mismo mundo que los habitantes de esta zona de la isla de Tenerife.

La paradoja de la novela basada en hechos reales es que ella, la protagonista femenina, la abnegada esposa y amante, resulta un personaje extravagante cuando se va a vivir con su marido a Finlandia, donde la frialdad del país y las costumbres de sus vecinos son tan diferentes a las de su añorado Alcalá, un pueblo que en aquel entonces parecía anclado en el tiempo.

De forma paralela, Carmen del Puerto proporciona una continua información al lector para que se haga una idea del contexto histórico en el que se desarrolla esta historia de amor, así como intenta en todo momento que el lector esté permanentemente informado de lo que fue Finlandia y la Canarias de aquellos años.

Escribe además sobre algunas conexiones –pocas la verdad– que hay establecidas entre España y Finlandia. Una de ellas la encarna el escritor Ángel Ganivet, quien fue cónsul de España en ese país a finales del siglo XIX: mientras brinda pinceladas de la literatura finesa que cuenta con escritores como Mika Waltari, conocido sobre todo por su novela Sinué, el egipcio, y los modos y costumbres que tienen los fineses tan extraños a los modos y costumbres de los nacidos en las islas Canarias, más en la década de los 50 del pasado siglo y en una pequeña localidad donde todo el mundo se conoce como es Alcalá.

Carmen del Puerto explica en la introducción el reto que supuso escribir esta novela y lo difícil que fue seguir el rastro de estos fantasmas porque los fantasmas no dejan huella. Pese a todo, la escritora ha logrado pergeñar una historia atractiva y, lo que es mejor, dotarla de una credibilidad que va mucho más allá del basado en hechos reales.

Deben ser los sentimientos que conjura para redactar esta obra, el profundo respeto que siente hacia sus protagonistas –aunque no les guste algunas de las cosas que hacen– y la obsesión, digámoslo así, por averiguar cómo dos personas radicalmente opuestas encontraron un camino para conocerse. Ésta es una de las claves de un libro que además de atrapar la atención del lector por lo que narra, proporciona valiosa información sobre dos mundos tan diferentes condenados a encontrarse gracias al amor sin descartar, en ningún momento, y aquí radica su grandeza, las luces y las sombras, los éxitos y tragedias que prendieron o empañaron una relación que ahora queda petrificada en el tiempo con la forma de literatura.

Saludos, nos sumergimos, desde este lado del ordenador

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