Esther Bendahan: “Los sefardíes pertenecen a una región de España sin territorio”

La literatura de Esther Bendahan Cohen (Tetuán, Marruecos, 1964) gira en torno a varios temas. Uno de ellos es Sefarad, España para la amplia comunidad sefardí que está desplegada por el mundo. El otro son tres ciudades que la han marcaron como persona y escritora: Tetuán, Madrid y Tel Aviv.

Esther Bendahan Cohen es directora del Instituto de Estudios Judíos, centro adherido al Ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno de España, y autora de una notable producción en la que se encuentra poesía, narrativa y ensayo.

La escritora fue una de las invitadas de la segunda edición del Festival Hispanoamericano de Escritores que se celebró en Los Llanos de Aridane, La Palma, a inicios de septiembre de este año, espacio con las letras en las que Bendahan Cohen intervino en algunas de sus mesas redondas y firmó ejemplares de sus libros.

Es autora de Tetuán, Déjalo, ya volveremos, El secreto de la reina persa, Deshojando alcachofas y Sefarad es también Europa, el otro en la obra de Albert Cohen, un escritor sefardí como ella y al que considera como “un hermano literario”.

- Tetuán, Madrid y Tel Aviv son ciudades que están presentes en su obra.

“Todas estas ciudades tienen que ver con mi relato. Tetuán fue la ciudad en la que nací y en la que oí todo el relato familiar de los míos, la familia sefardí que llega a Tetuán en 1492 y que se mezcla con otras familias de exiliados judíos y musulmanes que proceden, dicen, de Granada. Tetuán es el relato de mi padre y de cómo eran las calles, el casino de la ciudad. La recuerdo a veces con cariño y otras con tristeza porque fue allí donde asesinaron a mi abuelo. Madrid es la ciudad en la que vivo y con la que mantengo una relación extraña. Es una ciudad de acogida en la que viví toda mi infancia pero es tan grande que resulta difícil encontrar paisajes en ella. Es una ciudad que vive como en barrios. Como decía Alejandro Gándara, Madrid es a veces una línea que te une al barrio. Quiero a Madrid pero por trozos. En cuanto a Tel Aviv es una ciudad muy mediterránea, una ciudad de acogida, alegre y en la que cada vez que voy me siento muy fuerte. En estos tres espacios hay algo de imaginación y en todos ellos hay algo de mí que puedo descubrir en el futuro”.

- ¿Y de que forma aparecen estas ciudades en sus novelas?

“Tetuán ha aparecido en varios de mis libros como Déjalo, ya volveremos, que fue traducido al italiano y al francés y en la que aparece como una ciudad de ida y vuelta que para mi conserva la memoria del pasado pero también de mi presente. Tel Aviv surgió inesperadamente en un libro de poesía y Madrid es el lugar de salida de referencia, el lugar en el que escribo todo lo que escribo”.

-¿Cómo cree que observan los españoles a los judíos españoles sefardíes?

“Ahora sale un libro que trata sobre la idea que se tiene de los judíos y de lo sefardí. Sefarad significa España por lo que formo parte del pueblo judío vinculado a España, un país que nos ve de forma tradicional, estereotipada y cariñosa aunque a veces en algunos medios haya cierto antisemitismo por desconocimiento. Esto ha quedado también en costumbres residuales como la de beber matajudíos en un pueblo de León y que te duele cuando lo escuchas. Por otro lado y a nivel intelectual hay un gran trabajo de búsqueda y cercanía que ha logrado que la cultura sefardí y la judía se incorpore a la tradición española”.

- ¿Qué labor desarrolla el Instituto de Estudios Judíos?

“El Instituto depende del Ministerio de Exteriores español y forma parte de la diplomacia pública. Hay un reconocimiento del Gobierno por asumir esta parte de la cultura sefardí española. Los trabajos se realizan en varias líneas como cultura y educación sobre el Holocausto si bien España no tuvo relación directa con la Soah se está realizando un trabajo impresionante. Más de mil profesores han sido becados para que estudien la Soah, que es el término hebrero para referirse al Holocausto”.

- ¿Qué papel desarrolla la mujer en la comunidad sefardí?

“Como en todas las tradiciones es muy conflictivo pero existe una reivindicación por parte de algunas mujeres. El pueblo sefardí se ha comportado de acuerdo a sus leyes judías que son más bien igualitarias aunque diferencia roles. En el pasado el papel de la mujer tuvo más importancia en la educación y el desarrollo de las tradiciones y la transmisión de una lengua”.

- ¿Se mantiene el ladino?

“Se mantiene en países como Bulgaria y Turquía y se organizan ciclos y cursos para generar vínculos de trabajo. En mi caso, escribo en español porque la hajetia se habla en el norte de Marruecos y se ha quedado un poco en el ámbito privado pero uso el ladino en mis novelas si un personaje lo habla aunque mi lengua natural es el español mal hablado porque mezcla muchas palabras de lo que se llama el español del Estrecho que no es ladino”.

- ¿Hasta que punto pesa los sefardí en su literatura?

“Es muy importante porque cuando formas parte de una minoría pretendes incorporarla al mundo en general. A veces lamento el peso que tiene esta reflexión sobre Sefarad porque casi es un compromiso, parece que quieres explicarte por pertenecer a un grupo minoritario. Cuando a Albert Cohen lo llamaron judío en una calle de Marsella se pasó la vida escribiendo para explicar quién y de dónde venía. En mi caso, a veces siento ese peso pero creo que me he liberado ya de él porque lo que escribo ahora refleja la realidad actual. Me siento comprometida con algo que tiene que ver más con lo que vivo hoy y menos con el pasado”.

- ¿Qué significa España para los sefardíes?

“Es fundamental. Cuando se formuló la Ley de Nacionalidades muchos sefardíes solicitaron el pasaporte español como un símbolo. El escritor francés sefardí Pierre Assouline pidió la nacionalidad española como un símbolo. Assouline es autor de un libro, Volver a Sefarad, en el que cuenta su peripecia para solicitar el pasaporte como si fuera eso, un símbolo. Otro escritor que lo ha solicitado por lo mismo es Edgar Morin”.

- ¿Y qué significa para usted Albert Cohen, escritor a quien dedicó un ensayo?

“Fue como un hermano literario. Cuando empiezas a escribir buscas modelos, referencias. Albert Cohen me encantó al principio pero luego me dejó de gustar y ahora me vuelve a gustar. Albert Cohen representa muy bien el mundo sefardí, a veces exagerado, melancólico, distante y racional en otros. Reconozco en su obra a familiares y gente que conocí y un mundo que me rodeaba que refleja muy bien en sus obras. Me gusta mucho su humor y como caricaturiza lo que le rodea y la manera que tiene de representar algo que acaba más o menos en su tiempo: el conflicto de ser judío en occidente. Albert Cohen comenzó a escribir muy pronto y terminó muy tarde y durante ese proceso incorporó cosas. Sus personajes reflejan a la intelectualidad judía de su tiempo como algo muy importante”.

-¿Qué escritores sefardíes recomendaría para iniciarse en estas literaturas?

“Destacaría, entre otros nombres a Jacobo Israel, que está escribiendo una historia de los judíos que pasaron por España como Margarita Nelken y Max Aub que si bien no fueron judíos sí que lo fueron al formar parte de Sefarad que significa España”.

- ¿Qué libro cree que es el mejor para iniciarse en la lectura de la obra de Esther Bendahan?

“Recomendaría que comenzasen con Tetuán, editado en Confluencias. Se trata de un libro pequeño en el que su editor depositó mucho cariño. Es una obra fácil de leer que te lleva a un viaje de ida y vuelta”.

- ¿En qué está trabajando ahora?

“Estoy trabajando en varias cosas. Una de ellas es un libro, La autora, que propone una reflexión sobre el arte y que se plantea como una auto ficción en la que escribo sobre los vínculos que se establecen con una obra de arte y los conflictos que genera a la hora de establecer prioridades, más cuando se escribe y se tiene la obligación de guardar silencio”.

- Y por último, ¿considera que los españoles miran de otra forma a los judíos?
“No, si bien hay de algún modo una cierta diferenciación aunque el otro está cada vez más incorporado, integrado. La situación se ha normalizado. Jacob Hassan decía que ser sefardí significa pertenecer a una región de España solo que sin un territorio transversal y sobre esa idea he intentado trabajar siempre”.

SEFARDÍ Y ASKENAZÍ

Las diferencias que existen entre sefardíes y asquenazíes son mínimas, explica Esther Bendahan Cohen, aunque “para otros sean abismales”, añade.

Entiende que su cultura participa tanto de la literatura de Elías Canetti como de la de Isaac Bashevis Singer porque se nutre de ambos. Al margen de literatura, las diferencias son de vivencias y lugares. Unos se fueron a vivir a España y otros a Alemania y resultado de ello fue el ladino para los judíos de origen español y el yiddish para los de origen alemán aunque “la lengua es hebrea solo que entremezclada”.
Hay diferencia también en los sabores, los sonidos y las tradiciones. “Si oyes oraciones en sefardí reconoces en ella algo del flamenco y de español y de árabe pero sefardíes como asquenazíes celebramos las mismas festividades”. Israel ha creado una nueva tradición que une a sefardíes y asquenazíes aunque aún hay gente que afirma que las separaciones entre ambos son profundas”

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Juancho García

Saludos, se oye el mar, desde este lado del ordenador

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