Se acabó lo que se daba

Encontré las dos jarritas en un puesto del Rastro de la capital tinerfeña. Fue en aquellos días donde podías navegar en marea de gente y salir a la calle sin mascarillas ni guantes en las manos. Otros tiempos que no sé ya si volverán.

Lo que me llamó la atención de aquellas dos jarritas fue que estaban decoradas con simbología masónicas. Por un lado, la escuadra y el cartabón cruzado y la siguiente leyenda:

“Happy to Meet
Sorry to Part
Happy to Meet
Again

Por el otro:

Olde English Night
Sutton Pilgrims Lodge
No. 7780
Bro. R. D. Hughes
19th February 1983.

Las jarras, porque se tratan de dos jarras, pertenecieron al hermano R. D. Hughes pero no cuento con más información sobre su anterior propietario salvo la muy escasa que he logrado recoger en Internet.

La logia existe y cuenta de hecho con una estupenda página en la web pero no he encontrando información fidedigna de quién fue el hermano Hughes, ni cómo diablos terminaron estos dos objetos personales en el Rastro de Santa Cruz de Tenerife aquellos domingos que ya no sé si volverán.

Las jarras ocupan ahora un espacio privilegiado en una de mis bibliotecas y de vez en cuando paso el rato limpiándolas y observándolas con interés. Muchos se preguntarán la razón pero es que encontrarlas significó para mi un momento bastante especial. De hecho, lo mantengo aún grabado en la memoria. Esto no quita que quiera saber quién fue su anterior propietario, cómo era como persona más allá de que fuera libre y de buenas costumbres.

Me gusta imaginar que R. D. recaló en Tenerife para disfrutar de su jubilación y que no cortó sus contactos con la logia porque se sabe que en el sur de la isla donde vivo trabajan algunos talleres en inglés, al estar formado mayoritariamente por personas de este país hoy desgraciadamente tan mal gobernado.

Es una hipótesis que no me quita demasiado el sueño, aunque si tuviera la imaginación de antes podría articular todo una historia más próxima a la leyenda que a la realidad.

A lo largo del día de ayer, y no me preguntes la razón porque ni yo mismo lo sé, me pregunté otra vez quién sería el hermano Hughes. Y si dejó familia, alguien que pudiera resolver un misterio que no resulta tan pequeño porque todos somos bastante grandes a nuestra manera.

¿Qué aficiones tendría R. D.?, ¿le gustaría comer y beber?, ¿el fútbol?, ¿Dar paseos? ¿Estaría casado o sería soltero?, ¿tendría perro?

En fin, ese tipo de cosas. Y su edad, por supuesto.

Encontré estas jarras, dije, antes de que estallara la crisis de la Covid-19 y que el Estado decidiera confinarnos en nuestras casas para que la epidemia no se expandiera.

Escribiendo estas líneas y con las jarritas sobre la mesa me resulta extraño pensar que llegaron a mis manos en otro tiempo. Un tiempo que ya no volverá. Me pregunto si tendrán el mismo destino cuando deje de estar presente, si acabarán en un puesto del Rastro donde las encontrará otra persona que desconocerá el pasado que aguantan estas jarritas de cristal decoradas con símbolos masónicos.

Cierro los puños, estiro los dedos de la mano, vuelvo a cerrar los puños. He concluido hace unos días que no merece seguir la actualidad de la enfermedad que monopoliza informativamente los medios y las redes sociales, donde santones de todo pelaje escriben y otros vomitan sus neuras para sonrojo de los que todavía pensamos que estamos vivos.

Salgo a la calle a pasear a Kala con la esperanza de que todo fue un mal sueño. Y me doy cuenta que como la mayoría soy un conservador, alguien que desea que todo siga como antes. Si el progreso era esto, la verdad es que te lo regalo. Entre lo que me calma, entre lo que me recuerda que todavía merece la pena seguir adelante aunque muera y muera gente por culpa o no de la enfermedad, están las jarritas misteriosas que me encontré hace un tiempo que no volverá en el Rastro de la capital tinerfeña. Entonces nada auguraba este cambio radical en las cosas y en las relaciones.

Las amistades que se mueren desangradas y que no sirvieron de nada.

Te das cuenta ahora gracias a esa extraña lucidez que provoca el confinamiento.

Saludos, se acabó lo que se daba, desde este lado del ordenador

2 Responses to “Se acabó lo que se daba”

  1. kubricismo Says:

    Hola, le felicito por este extraordinario blog.

  2. admin Says:

    Muchas gracias por sus generosas palabras

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