Historia desconocida de mis antepasados, una novela de Gerardo Pérez Sánchez

Historia desconocida de mis antepasados (Verbum, 2020) es la sexta novela de Gerardo Pérez Sánchez, un autor en el que se detectan constantes no ya solo formales sino también creativas que giran sobre un mismo asunto. Sus libros, en este sentido, podrían considerarse así como variaciones sobre un mismo tema. Y si hay un tema en el que insiste la literatura de Gerardo Pérez Sánchez ese tema es el amor.

Otra de las características que define el universo narrativo del escritor es el uso que hace de los géneros. Lo interesante con estos juegos que plantea es que Gerardo Pérez Sánchez no se pone al servicio de los mismos sino que los mismos se ponen al servicio de Gerardo Pérez Sánchez. Es como si recurriera a los géneros para ubicar el marco de la historia (la historia o historias de amor) que nos cuenta en una serie de novelas, seis como se ha dicho, donde está muy presentes también lo cinematográfico. Tanto, que casi parece que las obras del autor deben más al cine que a la literatura no ya por ser lecturas potencialmente visuales sino por la narrativa a la que recurre, una narrativa que se preocupa en ir hacia adelante y por mantener el ritmo.

Entiendo que Historia desconocida de mis antepasados es un libro que significa un antes y un después en la producción narrativa de Gerardo Pérez, un escritor acostumbrado a desarrollar sus historias en escenarios que poco o nada tienen que ver con el lugar donde nació y en el que reside. No obstante, es verdad que lentamente Canarias y en concreto la isla de Tenerife está apareciendo en su literatura como geografía en la que transcurre si no toda, sí que parte del relato y esto, en vez de resultar un demérito para quien conoce sus libros, es un atractivo más que se suma a su carrera como escritor.

La obra indaga ahora en un amor casi imposible a través de los años y de cómo un amor que nace puro –en la novela el chispazo que enciende el corazón y el alma de una niña tinerfeña y un niño de origen austríaco cuando cruzan sus miradas en una playa del sur de la isla– es capaz de resistir el paso del tiempo pese a la distancia. Pérez Sánchez nos muestra así cómo evoluciona la vida de estos dos enamorados a través de los años, cómo rehacen sus vidas sin olvidar en ningún momento el hechizo de aquella mirada cruzada. Se trata de un amor puro, blanco, un amor que en secreto los une y que la nieta de la protagonista descubre a través de un extraño sujeto (luego no lo será tanto) que le hace entrega de unas cartas en las que se revela, precisamente, la historia de amor que vivieron sus antepasados.

La novela está narrada a través de tres voces, las de los dos amantes, Isabel y Khafra, y Cristina, la nieta de Isabel, que es una joven estudiante que va tomando conciencia de lo que es ser una mujer.

Las vicisitudes de los tres protagonistas permite al escritor abordar en un arco temporal muy amplio la relación que mantiene Isabel con Khafra y que se desarrolla desde los años 20 hasta los 70 del pasado siglo XX así cómo describir los amores y desamores de los protagonistas. Sirve también para reflexionar que todas las épocas son iguales y que solo el amor las hace soportables.

La fórmula que emplea para contar desde tres perspectivas diferentes un relato que confluye en uno funciona ya que contribuye a que Cristina se enfrente a su vida con otra mirada tras conocer el amor de su abuela, a la que apenas conoció pero a la que reconoce a través de la lectura de esas cartas que le ha confiado el desconocido que no lo será y cuyo papel no revelamos para no destripar otro de los secretos de un libro que, como el guión de una película romántica, cuenta con numerosos interrogantes que Pérez Sánchez va resolviendo a medida que se avanza en la lectura. Una lectura que despierta el apetito por conocer cómo acabará todo y que hace que más que leer se devoren las páginas porque da lo que promete: entretenimiento y un espacio a la reflexión que siempre se agradece.

Pese a los años en los que se desarrolla la primera historia, años que determinaron el rumbo del siglo XX como fue la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial, digamos que el peso de la realidad de aquellos tormentosos tiempos no afecta demasiado a los protagonista, un elemento que sí que se echa en falta pero que se disculpa cuando se piensa que lo que de verdad interesa al escritor es contar la historia de amor interrumpida que mantienen pese a la distancia física pero no emocional Khafra e Isabel. Historia de amor que, parece que nos sugiere Pérez Sánchez, permanece viva a lo largo de los años gracias a que se mantuvo en riguroso secreto. Un secreto que los enamorados guardan celosamente ante posibles agresiones externas aunque Khafra, pintor de notable éxito en la novela, lo explota a través de una obra pictórica que cuenta siempre con un mismo y obsesivo personaje femenino que no creo que haga falta decir quién es. Tampoco revelaremos otra de las grandes incógnitas que suma una novela que, a nuestro juicio, robustece la ya consolidada trayectoria como escritor de Gerardo Pérez Sánchez.

Saludos, ceño fruncido, desde este lado del ordenador

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