Y perdona nuestras deudas

“Me pregunté si realmente había descubierto mi vocación. ¿Me había despertado un día y la había experimentado, o en realidad me había sido impuesta por mi madre? Por Cristo, lo cierto era que aquella mujer había sufrido un golpe terrible la semana en la que murieron mi padre y mi hermano, y Dios en su sabiduría había mandado una vocación a la costa sudeste de Irlanda; no a mi, un niño de nueve años que no entendía nada de nada, sino a ella, una mujer de mediana edad que sufría y que buscó un salvavidas cuando dos de sus seres queridos se hundieron bajo el mar. Cuando ella me pasó el testigo de esa vocación y me dijo “Ten, hijo, esto es para ti, un regalo de Dios”, yo la acepté sin pensar y dije: “Pues genial”.

(Las huellas del silencio, John Boyne. Traducción: Eduardo Hojman, Narrativa, Salamandra, 2020)

Tras la publicación de El niño con el pijama de rayas John Boyne comenzó a sonar en el mundillo literario con aquella novela en la que proponía otra mirada, si se quiere intimista y por eso mismo más cercana, a la realidad siniestra de los campos de exterminios nazis. No resultaba por lo tanto fácil que el escritor repitiera éxito con sus siguientes libros, obras que si bien no han alcanzado el reconocimiento de público que obtuvo con El niño con el pijama de rayas, sí que lo han mantenido como un escritor al que seguir la pista pese a estar inscrito en la categoría de éxito de ventas, un sello del que huyen unos y que a otros enganchan porque solo buscan buenas historias.

John Boyne cuenta ya con una nutrida producción literaria que ha dejado manifiestas muestras en todas ellas de que se trata de un escritor capaz, que maneja constantes en las que insiste una y otra vez en sus libros y al que le gusta estudiar de cerca problemas difíciles con distante y difícil neutralidad.

Los protagonistas de las novelas de Boyne suelen ser jóvenes al que el peso de las experiencias que viven le afectarán lo que le resta de vida. Le gusta explorar, y lo consigue en la mayoría de las ocasiones, esos dos planetas tan lejanos pero que tanto se atraen cómo es el que representa la juventud y el mundo de los adultos. Se preocupa además por conocer el mal. Un mal que se instala en la comunidad y que condiciona tanto a verdugos como a víctimas. John Boye se ha permitido también el lujo de narrar desde otra perspectiva títulos que forman parte de la literatura universal. Lo hace en Motín en la Bounty, donde el villano de la función, el célebre capitán Bligh, se convierte en héroe a ojos de un muchacho que asiste desde dentro y como marinero a la rebelión de sus compañeros contra un hombre dominado por un estricto sentido del deber.

John Boyne cuenta ya con una interesante bibliografía que va más allá del género en el que está circunscrita y se preocupa por dotar de consistencia psicológica a los personajes que se desenvuelven en sus relatos que, por norma general, se desarrollan en otras épocas.

Las huellas del silencio (Salamandra, 2020) es de momento su última novela traducida en España y libro en el que aborda con notable gusto un asunto tan árido y penoso como es el de la pedofilia, la pedofilia en el seno de la Iglesia católica, en concreto la de Irlanda, donde los representantes de esta fe, los sacerdotes, disfrutan de sobresaliente influencia en la sociedad.

Para contar esta historia, Boyne propone un relato cronológico fragmentado, lo que sirve para situar al lector en el por qué de los acontecimientos que se desarrollan y la respuesta que dio sobre todos ellos la Iglesia de Roma.

No era una tarea fácil, sobre todo porque el escritor podía haber caído en la tentación de lo morboso, tentación en la que afortunadamente no cae. El relato transcurre así en 2001, 2006, 1964, 1980, 1972 y 2010, entre otros años, años que dibujan un más que impecable fresco donde pesa la Historia, y cómo ese peso carga las espaldas de sus protagonistas.
Las huellas del silencio, título que no tiene mucho que ver con el original, A History of Loneliness, está narrada en primera persona por el padre Odran Yates, y será él quien en ese rompecabezas temporal nos dé claves de su historia familiar y también profesional cuando ejerce de sacerdote.

Veremos así cómo pasa su niñez, interrumpida por un suceso terrible; su ingreso en el seminario y su trabajo como sacerdote en una parroquia donde comparte tareas evangelizadoras con su compañero de cuarto, Tom Cardle, su único amigo. Yates tiene dos sobrinos, uno de ellos, que parece estar inspirado en el mismo John Boyne, es un escritor de éxito que ha terminado por asumir su homosexualidad.

En 2002, tras revelarse que una trama de sacerdotes pedófilos actuó con impunidad abrirá la caja de los truenos y sus efectos serán devastadores para la Iglesia, para el padre Cardle y para el protagonista de la novela, un ser confuso, incapaz de revelarse ante una Iglesia que sigue anclada en su oscuro pasado y que oculta pero no castiga sus vergüenzas.
Para narrar todos estos hechos, y otros muchos que se despliegan en la novela, John Boyne observa como hombres a los monstruos pero los retrata con todas sus grandezas, que las tienen, y todas sus miserables bajezas.

Su mirada a la Iglesia no hace sin embargo sangre pero deja una pregunta en el aire: ¿Por qué la Iglesia católica se encerró en sí misma y decidió silenciar toda aquella corrupción?, ¿protegió a los monstruos porque eran hombres?, ¿o a los hombres por qué eran monstruos?

¿Por qué prefirió mirar a otro lado?

Las preguntas que plantea la novela de Boyne van dirigidas a todos aquellos sacerdotes que abusaron de su autoridad e intenta buscar explicaciones por muy ambiguas que sean. Entre otras, ¿cómo se pudo llegar a esta situación en un país con tan honda tradición católica como es Irlanda?

Para contarlo, el escritor apuesta por una narración aparentemente desordenada que no respeta la cronología clásica lo que dota de fuerza la historia de un hombre infinitamente solo que se aferra a su fe mientras el mundo y él mismo se desmoronan.

Historia de una redención, Las huellas del silencio insiste en el perdón pero también en castigar al hombre y al monstruo. Ese mismo hombre y monstruo que todos llevamos dentro.

La novela hace repaso también al voto de castidad de los sacerdotes y las represiones que genera porque son, precisamente, hombres. En la novela, el protagonista se libera de esta tentación construyéndose un amor platónico que termina mal mientras otros, los otros no entenderán jamás el daño que le hicieron a sus jóvenes víctimas.

Las huellas del silencio es una obra mayor en la producción literaria de John Boyne, un escritor de éxito que sabe contar historias. Y la de esta novela es una muy buena historia.

Saludos, basta ya, desde este lado del ordenador

Escribe una respuesta