En las entrañas de la Norteamérica profunda

“En prisión, Tucker se había resistido al impulso de pensar en su regreso. Era un hábito peligroso que le hacía bajar la guardia. Había sido testigo de sus consecuencias en otros presos, el paso previo a la desesperación. En cualquier caso, cada pocos meses sucumbía y dejaba que se apoderase de él la fantasía de su regreso triunfal: su mujer elegante y resplandeciente, los niños milagrosamente curados de sus enfermedades, Jo la primera de su clase, Shiny alto y seguro de sí mismo”.

(Noche cerrada, Chris Offutt. Traducción: Javier Lucini, Sajalín editores, 2020)

Esta es la historia de un veterano de la guerra de Corea que regresa a su tierra natal, en Kentucky, se enamora, tiene una familia y se dedica a los negocios sucios para mantenerla. En líneas muy generales esto es lo que cuenta Noche cerrada, un libro del escritor y guionista Chris Offutt, un autor del que no sabía nada y que descubro gracias a una novela que revela a un narrador notable que, a partir de ahora, seguiré con la atención que creo que se merece.

Noche cerrada es una de esas obras donde pasan muchas cosas en apenas doscientas y pico páginas.

Narrada en sentido cronológico y con un protagonista absoluto, Tucker, la narración se desarrolla en los años de 1954, 1964, 1965 y 1971, años que son determinantes para Tucker como para los actores secundarios que lo rodean a lo largo de una historia salpicada de muertes violentas, profundo amor a los suyos y un sentido de la lealtad que ya no se encuentra en la literatura, y mucho menos en la literatura subterránea norteamericana que es aquella que se distingue por su hondura y calidad. También por su salvajismo.

Novela rural, que cuenta la vida de un grupo de personajes que malviven en los montes de Kentucky fabricando alcohol ilegal, lo que da fuerza y consistencia al relato es la naturalidad con la que está descrito el paisaje y como ese mismo paisaje condiciona la vida de quienes lo habitan. También el esfuerzo por seguir adelante pese a las adversidades. La necesidad de plantar cara a lo inevitable. A un destino muy equivocado.

Tiene mucho de existencialista Noche cerrada, un título muy a tener en cuenta si se quiere pasar el rato en otra realidad y en otro territorio. Territorio poblado por salvajes en el sentido más amplio de la palabra. Se nota que Chris Offutt lo conoce y que no lo falsea cuando describe el modo de actuar y de vivir de su protagonista, Tucker, un personaje clave por cómo actúa y por cómo reacciona para tratar de enderezar el camino equivocado.

Que conozca, se han traducido al español tres libros de este escritor norteamericano del sur profundo. Tres libros, uno de ellos de relatos y el otro de carácter autobiográfico, donde el autor persiste en los mismos elementos de siempre. Sabe explotar este conocimiento con un estilo sencillo, ligero cuando debe serlo, y construido con frases cortas a las que no le falta ni le sobra nada.

Leo en algún sitio que Offutt se formó como escritor en talleres que impartió James Salter, entre otros, y quiero encontrar en las páginas de Noche cerrada algún eco que me haga recordar la literatura de Salter pero no encuentro ninguno salvo la precisión en la forma de decir y contar las cosas. Un alumno por lo tanto brillante Offutt, un escritor que aprendió a diseñar su propio universo y a poblarlo de personajes que conoce. Porque conocer es una de las grandes claves de una obra que no suena a impostada sino a auténtica. Un relato potente, que ha sido curtido desde lo más íntimo del corazón para interpretarlo en forma de palabras.

Otras de las características de Noche cerrada además de su cruda y contenida violencia, es que su ternura. La ternura que siente el protagonista hacia su familia, en especial hacia uno de sus hijos que padece de hidrocefalia; hacia el resto de sus hijos y hacia su esposa a la que conoce en casuales pero también extrañas circunstancias. Baste decir que hay un asesinato por medio.

Y es que asesinatos hay varios en esta novela. Y los muertos, por norma general, se lo merecen dentro del extraño código moral que rige a Tucker y ahora también al lector.

El protagonista de Noche cerrada es el héroe y no antihéroe de esta notable novela sobre la soledad, el amor, la vida en común y la familia. Porque familia tienen todos los personajes que aparecen en esta historia con forma de amigos, tíos, primos, abuelos, hermanos… Y son las familias las que deben de resolver sus desavenencias al margen de una ley demasiado remota, cosa de ciudad, que apenas se inmiscuye en la vida de estas comunidades de paletos. En el corazón del bosque la Ley deja que las cosas sigan su curso. Sabe que intervenir sería peor.

Al final de Noche cerrada Chris Offutt ofrece en unos pocos párrafos el destino equivocado que le aguarda a todos los protagonistas vivos que aparecen en el libro. Uno de ellos vio un crimen pero se comprometió a callar la boca porque el tipo que asesinaron “se lo merecía”. No explico las razones de por qué se lo merecía pero les invito a que lean el libro y lo descubran. No resultarán decepcionados.

Otra de las claves de este monumento a la América profunda, endogámica e iletrada, es el lenguaje que emplea el escritor y que conserva mucha de la esencia del original en la traducción de Javier Lucini, en parte el responsable de que este libro me haya llegado tan adentro, que mientras lo leyera no dejara de pensar: caramba, esto que tengo en las manos es dinamita y dinamita de la buena.

Saludos, what all folks!, desde este lado del ordenador

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