Y mi madre dejó de tocar el piano, una novela de Cecilia Domínguez Luis

Mientras maduran las naranjas dio inicio a una trilogía que la propia escritora, Cecilia Domínguez Luis, ignoraba que iba a convertirse en un trípico inspirado en su familia. Aquella novela sencilla, ligera de páginas, recogía las vivencias de una niña tras el estallido de la Guerra Civil en Canarias y no hacía presagiar que continuara la saga. Pasado el tiempo, el libro no ha perdido su capacidad de conmover y debería de convertirse en lectura obligada para conocer desde dentro como afectó aquel terrible episodio de la vida de España y Canarias entre sus gentes.

Envidias, denuncias, el apoyo sin fisuras del núcleo familiar fueron algunos de los elementos que sostenían una narración que dejaba entrever su capacidad para transformarse en serie pero no era éste en principio el objetivo aunque sí que consiguió que muchos se acercaran a su narrativa a través de una obra que, como El barranco de Nivaria Tejera, se aproxima a esos luctuosos días desde la mirada inocente de una niña. Una niña a la que la fuerza de las circunstancias, tremendamente desatadas, acelera el proceso de su madurez, su forma de ver las cosas y de entender su mundo.

Mientras maduran las naranjas se publicó en 2009 y desde ese entonces se ha convertido en una de las novelas más conocidas de la escritora, Premio Canarias de Literatura y reconocida tejedora de versos.

Cecilia Domínguez exploró las posibilidades de la familia protagonista de Mientras maduran las naranjas muchos años después en Y tú serás el río, libro que puede considerarse como previo a los hechos que narra en Mientras maduran las naranjas ya que el arco temporal en el que se mueve la familia protagonista va desde inicios del siglo XX a la primavera de 1935, lo que permite a la escritora repasar algunos de los hechos más representativos que han pasado a la historias del archipiélago como fue la visita del rey Alfonso XIII a la isla de Tenerife.

En su momento escribí que estas dos novelas y ahora me reafirmo con la publicación de la tercera Y mi madre dejó de tocar el piano (Diego Pun, 2020) debían de entenderse como una serie de episodios canarios de la escritora tinerfeña aunque en estos libros en contra de lo que hizo Galdós en su día, la preocupación de Domínguez Luis más que los vientos de la historia es la de reflejar la mirada de sus protagonistas, casi siempre mujeres, en el entorno en el que se viven.

Es verdad que ese entorno se ve alterado en muchas ocasiones por la Historia al generar emigraciones forzosas y ejecuciones pero es quien narra, y su lectura de lo que la rodea, uno de los alicientes que, a mi juicio, resultan más atractivos de esta trilogía involuntaria. A la que ahora pone fin, añado que como lector desgraciadamente, con Y mi madre dejó de tocar el piano aunque su final queda abierto si bien Cecilia Domínguez anuncia que no habrá más continuaciones de un relato que tiene mucho más de testimonio que los volúmenes anteriores y que, como los anteriores, intenta sintetizar todo el peso y el paso de los años a través de una familia del norte de Tenerife las décadas de los cuarenta, cincuenta, sesenta y setenta.

La novela se detiene así cuando ingresa Francisco Franco en el hospital a mediado de los años setenta, y toda una nación (partidarios y contrarios) espera con expectación el final de una existencia que marcó a todos los españoles durante cuarenta años. En el caso de la familia protagonista, fatal para el desarrollo de las mujeres que, contra viento y marea, intentaron asumir por sí solas la gobernanza de su existencia.

Y mi madre dejó de tocar el piano más que una novela tiene que ser leída como una sucesión de hechos que están trufados de lecturas y proyecciones cinematográficas. Las películas en las que la protagonista se refugia para olvidar la grisácea realidad en la que se encuentra es fundamental para comprender sus estados de ánimo y sirven para establecer una cronología de los hechos que narra. Una manera ciertamente sutil con la que avisar del paso del tiempo que aplasta a una mujer que comenzará a madurar ¿como las naranjas?

Este testimonio, que no llega a las doscientas páginas, contiene algunas de las constantes que se aprecia en la narrativa de Cecilia Domínguez Luis en los últimos años. Destacaría entre otras su vocación de ajustar cuentas con el pasado y de criticar las acciones de un sistema represor que contó con la colaboración de la iglesia católica para censurar el protagonismo de la mujer.

Se aprecia en La sorriba, a mi juicio el más politizado de los libros de la poeta pero un título necesario dentro del corpus de novelas y cuentos sobre la Guerra Civil en Canarias y esta trilogía donde más que lo político lo que importa son las sensaciones de diferentes generaciones y cómo repercute en todos ellos los caprichosos vientos de la Historia, tan inestables y extraños en ocasiones.

Saludos, miro el calendario, desde este lado del ordenador

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