La sangre manda, cuatro historias de Stephen King

La aparición de un nuevo libro de Stephen King ha dejado de ser una sorpresa porque están ahí cada dos por tres. Me pregunto cómo lo hace el escritor. Cómo logra no faltar a la cita y cumplir con sus compromisos y tareas, como la escritura de artículos, ensayos, guiones para cine y televisión. También cómics. Algunos sospechan que el escritor cuenta con un ejército de escritores fantasmas mientras que otros, entre los que me encuentro, prefiero pensar que se trata de un estajanovista de la literatura. De un escritor que no puede vivir si no escribe algunas líneas a lo largo del día.
A la espera de un nuevo libro del escritor, sobre todo porque nos acercamos a las fechas navideñas aunque sean una navidades extrañas por todo lo que estamos pasando, se edita en España un libro reciente, La sangre manda, que reúne cuatro historias de carácter fantástico.

El tono, sin embargo, no es el que el aficionado a King esperaría aunque es cierto que hay algún relato que destaca, que hace pensar que todavía habita dentro de él instinto literario. Es decir, el ímpetu y el arrojo que alimenta una extensa bibliografía en la que resaltan unos cuantos títulos que prevalecerán con el paso del tiempo cuando ninguno de nosotros estemos por aquí.

La sangre manda incluye además de los relatos y una novela corta cuyo título es el que da nombre precisamente a este volumen, La sangre manda, una nota del autor en la que explica el origen de las historias que publica. Es un atractivo añadido, sobre todo para aspirantes a escritores ya que así conocen las técnicas a las que recurre Stephen King a la hora de confeccionar sus novelas y cuentos. Da pinceladas además de cómo se le ocurren esas historias, todas ideas imprecisas que se inoculan en la fábrica de sus ideas cuando observa algo de la vida diaria que le llama poderosamente la atención. Como viene siendo habitual en el autor de Misery o El resplandor, uno de los relatos que incluye en el libro lo protagoniza un escritor en sus horas más bajas, lo que sirve de material para indagar en las neuras que atraviesa para enfrentarse al infierno de la página en blanco.

Este cuento, que significativamente está concebido como una fábula que no reniega de lo fantástico, se llama La rata y a mi, personalmente, me ha parecido el más atractivo de un libro muy irregular. Irregular porque no está bien acabada una historia como El teléfono del señor Harrigan ni La vida de Chuck, quizá el más tontorrón de un volumen que si respira algo es buenas sensaciones y de todos debe ser conocido que las buenas vibraciones no casan muy bien con lo extraño, con lo raro.

Se agradece, de todos modos, el ritmo que por norma general caracterizan a las cuatro historias que forman parte del libro, un ritmo jocoso, irónico a ratos, con el que describe las diferentes situaciones por las que deben de atravesar sus protagonistas. Recupera, además, a algunos de los personajes que aparecieron en la trilogía que inició con Mr. Mercedes (o trilogía de Bill Hodges, y que completan Fin de guardia y Quien pierde paga) y continuó con El visitante, aquella novela que prometía tanto y que se iba al garete en su recta final.

Con La sangre manda, que es la historia más extensa del libro y que se lee con agrado si uno está iniciado en la saga Hodges y, sobre todo, aún mantiene fresco en su memoria la lectura (no he visto ni creo que vea la serie) El visitante, donde presenta a una criatura que algo me dice seguirá apareciendo en el universo del indiscutible rey del terror norteamericano y, por extensión, del resto del mundo que todavía conocemos como civilizado.

Con todo y pese a que no se trate de lo mejor que puede dar de sí como narrador Stephen King, La sangre manda cumple las expectativas que todo lector conocedor de la obra del escritor espera encontrar en cualquiera de sus libros. Tampoco decepcionará a los profanos en su universo aunque, se resalta otra vez, no se trate de uno de los mejores trabajos de un narrador que hasta la fecha ha lidiado con espectros, vampiros tradicionales y renovados, hombres lobos y monstruos que no son sobrenaturales sino reales. Estos, quizás, sean los que a mi, particularmente, me suscitan más miedo.

A la espera de un nuevo libro de Stephen King que probablemente aparezca estas navidades o los primeros meses del año próximo, La sangre manda no ocupa un lugar destacado en la ya copiosa producción bibliográfica del escritor pero no es tampoco uno de sus peores libros que los tiene. Si algo lo define, si algo explica que haya conquistado el corazón de tantos lectores y logrado en algunos de los casos haber sido motivo de sus pesadillas es que el estilo de King no se busca complicaciones y su universo, ese en el que se mueven sus personajes (ancianos, maduros, adolescentes y niños) sigue todavía resultando real. Consigue que el lector tenga la sensación de que los conoce de toda la vida y esto, digan lo que digan los que niegan su talento, no es nada fácil de lograr y mucho menos de trasladarlo con palabras.

Dicho esto, y por muy mala (aunque prefiramos las buenas) que sean sus obras, son productos de un escritor que ha logrado en un género tan difícil como es el fantástico y la novela de misterio y psicológica que su nombre sea una marca. Que cuando uno entra en la librería y en la biblioteca no pregunte por uno de sus títulos sino por la última de Stephen King.
Y por ahora esa última es La sangre manda.

Saludos, lecturas atlánticas, desde este lado del ordenador

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