Rotos, la mirada fragmentada de Don Winslow

“Lou es muy de leer. Así es, por lo menos, como lo describe Angie, y quizá sea ese uno de los principales problemas de su relación. Las pocas veces que tiene un rato libre, prefiere sentarse a leer. A ella, en cambio, le gusta salir. Lou suele ceder y acaban saliendo, pero Angie nota su resentimiento y eso le provoca rencor a su vez”.

(Código 101, Rotos, Don Winslow. Traducción: Victoria Horrillo Ledesma. Harper Collins Ibérica, 2020)

Tras la publicación de las novelas que forman parte de su trilogía de la droga (El poder del perro, El Cartel y La Frontera) Don Winslow disfruta de una fama merecida en el género negro y criminal, como acuñaba el maestro, aunque no termina de ser reconocido como el autor que es entre los puristas del policíaco.

En este sentido, los lectores de Don Winslow no son necesariamente ortodoxos aficionados al género sino lectores que buscan puro y duro entretenimiento. Un entretenimiento que a veces produce carcajadas y en otros corta la respiración.
Junto al cada día más excesivo y, contradictoriamente, minimalista James Ellroy, Wilson que también pertenece a la hornada de escritores norteamericanos de la costa oeste, es uno de los grandes nombres de este tipo de literatura y un practicante entusiasta de contar historias contemporáneas ambientadas su mayoría en la soleada California, un estado que conoce como la palma de su mano, sobre todo muchos de sus rincones oscuros y una ciudad que aparece en los mapas y se menciona en varias películas, San Diego.

Rotos (Harper Collins, 2020) está formado por seis novelas cortas que basculan en los temas que ya son habituales en la literatura de Winslow. El primero y que da nombre al libro, Rotos, es de ambiente policial, submundo con sus propios códigos y reglas que nos mostró en la novela Corrupción policial que sigue siendo uno de los mejores libros de su carrera; reaparecen los protagonistas de Salvajes en Paraíso, surf, drogas y violencia esta vez en una pequeña isla del archipiélago de Hawái y muy cool –como el tributo a Steve McQueen que es– en Código 101 que puede interpretarse como una inteligente revisión de El caso de Thomas Crown sin olvidar el humor, un humor ligero muy a lo Elmore Leonard en El zoo de San Diego y la camaradería ciega en Ocaso así como la redención de la vieja Norteamérica en La última carrera, quizá el relato más politizado de los seis pero también uno de los mejores por su tono de western crepuscular, también por su aroma a No es país para viejos.

El escritor se permite además que el personaje de una de sus novelas más conocidas El invierno de Frankie Machine aparezca como secundario en uno de los cuentos donde el surf, la gran debilidad de Machine, es protagonista.
La frontera juega también un papel esencial en algunas de las historias de Rotos y que los escenarios ya reconocidos de sus libros anteriores sean los mismos en estas historias aunque las historias que en ellos se desarrollan son radicalmente diferentes
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Hay mucho de humor en el libro pero también de tristeza. Los protagonistas de La última carrera, por ejemplo, se cuestionan en qué país están viviendo ya que encierra a los niños inmigrantes en “jaulas” y los separan de sus padres. Se preguntan también que va a ser de todos estos pequeños. De momento los tienen en “jaulas”, describe en un relato trepidante que no da descanso y que está más cerca del espíritu de la frontera que de la Norteamérica de nuestro tiempo, ese país que ha perdido la capacidad de mirarse así mismo, viene a decir el escritor.

El libro comienza con una cita de Stephen King que es toda una declaración de intenciones, de advertencia al lector de por donde se va a meter cuando comience a leer las novelas cortas que se reúnen en Rotos: “Si no tienes tiempo para leer, no tienes tiempo (ni herramientas) para escribir. Es así de sencillo”. Y Winslow, discípulo aventajado de King, demuestra que sí tiene éstas herramientas y de lo que es capaz de hacer con ellas.

Rotos es un ejemplo y como tal agrupa historias para todos los seguidores de su literatura manteniendo siempre un sentido del humor sumergido que emerge cuando tiene que emerger sin contar la violencia inherente del género y una crítica feroz a quien dirige en la actualidad la política de su país. Hay más elementos, muchos más, y todos ellos narrados en apenas una o dos frases y un sentido de la estructura narrativa que logra que en una página suceden tres acciones diferentes a la vez, lo que triplica la emoción.

Rotos es un libro muy recomendable para olvidar la realidad que nos ha tocado vivir, un viaje a un universo violento, sí, pero en el que se mueven hombres y mujeres con valores. Quizá estos valores por lo noble que son los hagan extravagantes pero es que los héroes deben ser extravagantes y los que se reúnen en Rotos lo son aunque hayan fracasado en sus vidas. La idea es que, como reflexiona uno de los protagonistas del libro, si bien “la mayoría de la gente hace lo correcto cuando no le cuesta gran cosa hacerlo, nadie hace lo correcto cuando se lo juega todo” solo que a veces “hay que jugárselo todo”.

Saludos, bang, bang, bang, desde este lado del ordenador

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