Sospechosos, un libro de David Thomson

Hay libros de cine y hay otros libros de cine. En la primera categoría pueden englobarse todos aquellos trabajos que han sido escritos por críticos y cinéfilos y están dirigidos a aficionados y a críticos que son cinéfilos. En el segundo, se reúnen todas aquellas obras escritas por un cinéfilo para cinéfilos, grupo al que pertenece Sospechosos, del crítico y cinéfilo (de cinéfilo va el juego) David Thomson. Un raro ejemplo de aficionado que ha logrado que tanto profesionales del cine como aficionados respeten y quieran. Lo de querer no lo tengo muy claro pero sí que lo respetan.

Que lo respeten sobre todo cineastas del calibre de Martin Scorsese que, pese a que considere algunas de las opiniones de Thomson excesivas (el crítico ha escrito mucho y mal sobre 2001, una odisea espacial, de Kubrick), sí que elogia otras porque además de coincidir en el parecer le gustan las reflexiones que propone el especialista para justificar que ese largometrajes merece ser visto. Porque de eso se trata fundamentalmente, que el crítico recomiende al público lo que debe o no debe de verse. Otra cosa es que el aficionado se lo tome en serio. Lo que podría dar origen a otro debate sobre la utilidad o inutilidad de la crítica (cinematográfica, literaria, de arte, musical…) o no.

Sospechosos se publicó hace ya más de diez años en España en la interesante colección Roja y Negra de Random House Mondadori. Cuenta con un prólogo que firma Rodrigo Fresán, que es un escritor al que conviene tener en cuenta aunque sus elogios en torno a Sospechosos se salgan del tiesto porque ¿la novela? de Thomson, más que novela es una relación de personajes de ficción. No de los actores y actrices que los interpretaron sino de los personajes de ficción a los que dieron vida en el cine.

En este caso, todos ellos relacionados con películas de cine negro y criminal. O policíaco. O noir que dicen los franceses entre otros términos que quieren definir con una o dos palabras la fuerza de un género que hoy disfruta de inmejorable salud.

El atrevimiento de Thomson es además el de conectar las historias de los personajes de los que se inventa su biografía. Así, Noah Cross, el padre multimillonario y canalla de Chinatown (Roman Polanski, 1974) que interpretó en pantalla John Huston, mantuvo como amante durante su juventud a la actriz Norma Desmond que, como recordarán los más cinéfilos es la envejecida estrella atrapada en un pasado de gloria de El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950).

Detalles como éste hacen que la lectura de estos retratos biográficos –que no llegan a las cuatro o cinco páginas por personaje, y son 85) un atractivo y divertido reto para todo aquel que se precie de aficionado al cine. De paso, se conoce la vida que tuvieron estos héroes y villanos de celuloide antes de ser protagonistas de los filmes en los que fueron intepretados por actores.

Por ejemplo, se conocerá qué hicieron antes de su romántico encuentro en Casablanca (Michael Curtiz, 1942) tanto Rick (Humprey Bogart), Ilsa (Ingrid Bergman) y Victor Laszlo (Paul Henreid).

David Thomson considera, creo que por razones de dar una vuelta de tuerca final a su libro, películas que otros no encasillarían dentro del género negro como Qué bellos es vivir (Frank Capra, 1946) pero si lee el libro se descubrirá la razón de que algunos de sus personajes hayan sido incluidos en esta obra gigantesca en la que se destila no solo amor al cine sino a un género que hizo tan grande el cine.

Sospechosos nació como el primer volumen de una trilogía pero como explica el autor en una nota final su continuidad está en manos de los lectores.

Ya había repetido esta experiencia el mismo Thomson en Silver Light, solo que en esa ocasión el tributo se escoró al western. En este libro, de hecho, se atrevió a mezclar personajes reales de aquel tiempo como Wyatt Earp con otros de su invención. Silver Light iba a ser debidamente reescrito para que fuera el segundo tomo de la trilogía mientras que el tercero se dedicaría a rendir homenaje a la screwball comedy a través de sus personajes y no de sus actores.

No sé si al final esta trilogía llegó a buen puerto pero sí que el proyecto resultaba lo suficientemente interesante para todo aquel espectador iniciado en la ciencia inexacta del cine.

Obras como Sospechosos ponen de manifiesto la grandeza de un arte que, como explican muchos aficionados al cine, está hecho de la materia con la que se fabrican los sueños.

Y sí, efectivamente, la última frase reinterpreta el diálogo de un clásico de la novela y del cine negro y criminal, El halcón maltés. Un libro escrito por Dashiell Hammett que dio origen a una película escrita y dirigida por John Huston.
No deja de resultarme curioso por eso que personajes como Sam Spade, el duro detective privado de El halcón maltés, ni Philip Marlowe, el investigador con vocación de caballero sin espada y que salió de la imaginación de Raymond Chandler, carezcan de entradas en este libro, en esta relación de héroes y malvado que fueron resultado de la imaginación de escritoras y escritores y un crítico, pero sobre todo un cinéfilo, llamado David Thomson.

Saludos, cuando existía eso que llamamos cine, desde este lado del ordenador

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