Pier Paolo Pasolini, un hombre al margen

En contra de lo que pensaban sus detractores el cine de Pier Paolo Pasolini (Bolonia, Emilia-Romaña, Italia; 5 de marzo de 1922-Ostia, Lacio; 2 de noviembre de 1975) crece con el paso del tiempo por raro, diferente…. Me atrevería incluso a definirlo como “verdadero”. Nada es impostado en sus largometrajes, filmes con un aliento “realista” que incomoda a los que no han educado su mirada.

Pasolini, escritor, poeta y cineasta, dejó tras su brutal asesinato, una obra que no caduca ante el paso del tiempo. Es más, resulta “nueva” si se descubre o redescubre como conozco más de un caso, el trabajo de un artista total que volcó su mirada poética en su producción literaria más que en la cinematográfica, esta última acusadamente ruda, tosca e hipnótica que marca una carrera en el cine que cerró con una perturbadora adaptación de la novela inconclusa del Marqués de Sade: Saló o los 120 días de Sodoma.

Artista del Renacimiento, Pasolini encontró en la literatura y el cine el vehículo perfecto para expresar todo el caudal de creaciones que bullía dentro de su cabezas y de su alma.
Leal a sí mismo, su producción apenas recibe el arañazo del tiempo y si se lee o se ve con cierta periodicidad se revela muchas de sus constantes, se desentrañan las metáforas que dejaba desperdigadas en una obra que no se ata ni a escuelas ni a tendencias. Que vive aislada porque es eternamente libre.

Al margen de su poesía, territorio que otros conocen con el rigor que se merece, sí que destacaría entre sus novelas Muchachos de la calle, páginas que alienta una cierta estética neorrealista y su cine todo su cine. Comenzando por Accatone, donde trabaja con un actor que será una de los protagonistas de la mayoría de sus películas, Franco Citti; Mama Roma, con una siempre poderosa Ana Magnani y su versión de El Evangelio según San Mateo, que el periódico L’Osservatore Romano definió como la mejor película sobre Jesucristo en 2015.

El cineasta, de naturaleza trágica, explota sin embargo su vena humorística en las adaptaciones que realizó de tres grandes clásicos de la literatura universal como son El Decamerón, Los cuentos de Canterburry y Las mil y una noches, así como igual de sobresalientes son sus adaptaciones de Medea y Edipo Rey, y ese experimento que fue Apuntes para una Orestíada africana. Más tarde, rodaría Teorema y antes, mucho antes, otras películas que olvidamos o no vimos.

La idea con estas letras que se escriben de manera apresurada es que no dejen de ver y si pueden leer a Pier Paolo Pasolini. Un tipo al margen. Un artista del Renacimiento.

Saludos, el año próximo se celebra su centenario, desde este lado del ordenador

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