Vigilia en Velora, cuentos de Iván Cabrera Cartaya

Ocho son los cuentos que recoge Vigilia en Velora, de Iván Cabrera Cartaya, libro que obtuvo el Premio de Relato Corto Isaac de Vega en 2019. Se tratan de historias en las que se revela a un escritor que nada como pez en el agua en este género literario.

Reconocido más como poeta que como narrador, y a la espera de que se publique de una vez su primera novela (me consta que duerme la siesta en el despacho de una editorial de las islas), Vigilia en Velora me descubre a un autor que no cesa de sorprenderme con unas historias en las que se escucha el latido de la vida y al mismo tiempo desgrana, recurriendo a distintos palos de estilo y tendencia, relatos que en mucho de los casos han sabido conmoverme y, al mismo tiempo, despertar mi atención, algo fatigada estos últimos días, tan repletos de incertidumbres, de miedo a lo que vendrá, de futuro inestable…

Los dos primeros relatos que reúne el volumen, Santa Teresa y Velora, quizá resulten los más poéticos del libro pero no son, sin embargo, los que más me agradaron aunque reconozca en ellos pese a su difuminado acabado, ganas de mostrar más sentimientos que historias. Y no se trata que estos cuentos carezcan de hilo argumental, que los tiene, sino que dan la sensación que se pierden en un texto que prioriza la palabra y lo que sienten los personajes más que al destino que los conducirá el desenlace.

Pesa en todas las historias un aire de fatalidad, pero una fatalidad muy unida a la sensación de pérdida del tiempo. También se detecta como constante la amistad (muy representativa en A espaldas del sol, el cuento más extenso de los que se incluyen en el libro) y el amor. Un amor que explota y se derrama en El reencuentro, que cuenta además con un final que me recuerda vagamente al mejor Roald Dahl, sobre todo cuando se vuelve ácido más que irónico.

El tercer cuento, A espaldas del sol es como se ha dicho el más extenso en páginas de los cuentos que convoca Vigilia en Velora, también es el más directo de los que se presentan ya que no hay tanto interés en cultivar un estilo copioso en palabras y frases ingeniosas, sino en contar una historia que, como todas las buenas historias, relata un viaje y una pérdida. Lo de viaje es por el itinerario interior que asume el narrador del relato y lo de la ausencia es por la brusca desaparición de uno de los amigos del protagonista que es quien cuenta en primera persona lo que sucedió y la huella amarga que dejó dentro de él.

Leyéndolo me di cuenta que aquí había una buena historia para visualizar como largometraje (expandiendo las acciones) o como cortometraje (reduciéndolas). Lo que se describe resulta cercano y el escritor controla con experiencia los mandos de una nave que navega y rompe las olas porque está seguro de llegar a destino.

Vigilia en Velora recoge, finalmente, otros cinco relatos que llevan por título La lectora de la Biblia, La isla, La noche y el olvido, Pibe y El reencuentro. Si algo caracteriza este quinteto de cuentos es que todos, absolutamente todos, abordan situaciones completamente distintas a los relatos anteriores y están escritos con estilos radicalmente distintos.

Son en estos cinco cuentos en los que se revela el talento como narrador de Iván Cabrera Cartaya ya que pasa del lenguaje poético a uno ligeramente realista para pasear en otro, y como quien no quiere la cosa, a un retrato con acento marcadamente argentino. Esta capacidad de transmutación obliga a tomarse muy en serio la capacidad de narrar del ahora cuentista aunque sí que se agradecería que se centrara más en lo que cuenta que en cómo lo cuenta. Con todo, los relatos cumplen la máxima de exigir a un cuento brevedad, y los relatos de Vigilia en Velora lo son salvo A espaldas del sol.

Habrá alguien, también, que subraye la influencia no disimulada que siente Cabrera Cartaya por la literatura de grandes del cuento iberoamericano como Adolfo Bioy Casares. De hecho, la cita que aparece antes de entrar en los relatos, es de este autor, íntimo de otro grande del relato corto, Jorge Luis Borges.

Si tienen ocasión, les recomendaría que aprovecharan para dejarse arrastrar por las historias que propone Iván Cabrera Cartaya en este volumen que incluye, como se dijo, cuentos que además de estar muy trabajados tantean con oficio todos los géneros. Destacaría, porque es un asunto que me toca muy de cerca, el titulado La noche y el olvido, en el que se relata con ecos discontinuos a Casares e incluso al mismo Borges, un intento de atentando a Franco en Tenerife por un grupo anarquista en los albores de nuestra Guerra Civil.

Se le puede criticar a estos cuentos que no terminen de afinar lo que quieren contar (pero es un rasgo premeditado, se nota en algunos casos) y que parezcan que marean la perdiz más que otra cosa. También el peso literario que respiran muchos de ellos pero nadie podrá negarle al autor la capacidad que tiene de transportar a lector a esos mundos que recrea y que a veces, solo a veces pero esto ya es suficiente, consiga emocionar a quien lo lee, como fue mi caso, quien agradece el entusiasmo y el rigor con el que están escritos no uno ni dos, sino los ocho cuentos de un libro que firma un escritor y poeta con arrolladora personalidad.

Saludos, así sea, desde este lado del ordenador

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