Réquiem por un escritor desconocido, un libro de Antonio Lorenzo Gómez Charlín

“Aunque apenas llevaba un par de días en Cambados, tenía la sensación de que el pasado se había desmoronado como el decorado de una obra de teatro de una capital de provincias. Porque los hechos que no se recuerdan es como si no hubiesen sucedido. Sin embargo, tenía la esperanza de que los recuerdos que dormitaban en mi mente despertasen con una simple imagen o con un aroma. Al y al cabo, llevaba media vida escribiendo para constatar que lo que me rodeaba no un sueño”.

(Réquiem por un escritor desconocido, Antonio Lorenzo Gómez Charlín, Elsalto Editorial, 2021)

No es un escritor demasiado conocido aunque ya cuenta con una importante bibliografía en la que se encuentra un poco de todo. Es decir, desde libros muy interesantes a obras que no lo son tanto. Me refiero a Antonio Lorenzo Gómez Charlín, escritor gallego que como mucha gente de su tierra se marchó a trabajar a las islas, en concreto al sur de Tenerife, para regresar a sus orígenes tras la imposición del confinamiento. A la espera de que las cosas se resuelvan, de que volvamos si no a la vieja normalidad a una normalidad más normal de la que vivimos ahora, Gómez Charlín presenta un nuevo libro: Réquiem por un escritor desconocido (Elsalto editorial, 2021) donde insiste en su estilo, acusadamente personal, más pegado al diario que a la novela.

Si todos los escritores y escritoras escriben la misma historia solo que con variaciones el dicho se hace realidad si uno se aproxima a la literatura de este narrador de origen gallego que empapa muchos de sus relatos con su experiencia insular. Y Réquiem por un escritor desconocido tiene mucho de su experiencia en el sur de la isla. Experiencia que lo ha forjado como persona y experiencia que lo ha forjado también como lector y escritor compulsivo. Este recorrido propone por lo tanto un retrato muy definido y sin demasiadas ataduras morales sobre cómo piensa y quién es Antonio Lorenzo Gómez Charlín. Un personaje, el literario, que termina por mezclarse con el real.

Tengo la sensación desde que cayó en mis manos su primer libro que lo que cuenta Gómez Charlín gira sobre lo mismo: la literatura y el hecho de escribir. Estos dos motivos son característicos en su producción literaria, marcada especialmente por la gran cantidad de títulos que lee así como el angustioso proceso que como creador literario asume cuando da a luz un libro que, como se dijo, no se trata de una novela al uso, ni siquiera la que ahora recibe el cuño de no ficción sino que son relatos donde vierte fragmentos inspirados en su existencia. Una existencia que describe con aplomo narrativo, casi como si pretendiera desnudarse en cada uno de sus libros que pueden y creo que deben entenderse más como catarsis, como exorcismos a través de los cuales expulsa a sus demonios particulares que como artefactos narrativos al uso.

En todos sus libros, y este último no iba a resultar una excepción, disemina por las páginas sus lecturas (Gómez Charlín es más que un lector un gran devorador de libros) que marca su itinerario intelectual y por lo tanto su manera de ir por la vida.
De hecho, el peso de estas lecturas se aprecia en el itinerario ininterrumpido de un libro con amargo sabor a réquiem pero en el que aparece también un destello de esperanza. La esperanza que le proporciona leer y escribir, actividades que usa con objeto de reconocerse.

En este sentido, si hay un personaje literario en la producción narrativa de Antonio Lorenzo Gómez Charlín ese es el propio Antonio Lorenzo Gómez Charlín ya que describe el mundo que ve a través de sus ojos. Me resulta por ello tremendamente interesante conocer su narrativa porque deja a un lado ambiciones literarias para enfrentarse solo ante el peligro. O ante el abismo de la página en blanco. Lo que sale, el resultado, es una visión si se quiere mejorada de lo vivido y muy próxima, doy fe porque incluso aparezco como secundario en Réquiem por un escritor desconocido, a lo que pudo ser.

Hay mucho de confesión en esta obra, también un escritor que parece que ha aprendido a madurar, a crecer con el paso de los años. Se tiene la impresión que tras un periodo de tristeza, renace un escritor con más potencia que la que disfrutó en el pasado. Que Gómez Charlín ha encontrado por fin un equilibrio en sus creaciones literarias que, quizá por el hecho de escribir desde su tierra, Cambados, Pontevedra, hace que observe con renovado y también sutil aliento crítico sus días pasados en Tenerife y los que pasa en la actualidad en esa comunidad autónoma que es patria de gigantescos escritores. De fabuladores de un territorio que, como el de Canarias, parece que vive en otra realidad que no es la que marca el paso del país del que forma parte: España.

Por eso, más que réquiem este libro lo entiendo como una celebración, una mirada sin contrapeso a las aventuras y desventuras de un escritor que no entiende de provincias.

Saludos, al otro lado del silencio, desde este lado del ordenador

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