Planean publicar una novela inédita de Alfonso García-Ramos

La editorial Tamaimos planea publicar Las islas van mar afuera, una novela inédita de Alfonso García-Ramos y Fernández del Castillo (Santa Cruz de Tenerife, 24 de febrero de 1930 y fallecido en San Cristóbal de La Laguna el 4 de marzo de 1980) que su autor presentó al premio literario Benito Pérez Armas sin alcanzar el éxito aunque en 1970 se haría con el galardón con la novela Guad.

El anuncio coincide con la reciente reedición de otras obras del autor como Guad en Baile del Sol y Teneyda y otros cuentos en Nectarina Editorial. Se anuncia, además, la recuperación de Tristeza sobre un caballo blanco, lo que vuelve a poner de actualidad la obra literaria de un escritor y periodista para el que parece que no pasa la sombra del tiempo.

La posibilidad de editar Las islas van mar afuera comenzó a perfilarse hace diez años cuando el catedrático de Literatura Española de la Universidad de La Laguna, Nilo Palenzuela, se puso en contacto con la hija del escritor, Liti García-Ramos Medina, para que conociera a la investigadora Thenesoya Vidina Martín de la Nuez, que en ese momento se encontraba trabajando en una tesis sobre literatura y emigración.

Las islas van mar afuera cuenta la historia de un joven, que podría ser el mismo Alfonso García-Ramos, que reside en La Laguna mientras cursa sus estudios universitarios a los que no presta suficiente atención. Los problemas se multiplican no solo por el abandono que hace de su vida académica sino también por varios conflictos familiares. El protagonista para escapar de esta realidad sueña con emigrar aunque lo más lejos que llega es a un pueblo del norte de la isla donde recala para ejercer como abogado.

Liti García-Ramos sospecha que este pueblo del norte de la isla puede tratarse de Garachico, lugar hasta el que le persiguen los problemas al protagonista y le lleva incluso a romper con su novia y soñar con emigrar.

Como novedad, se prevé que la publicación de la novela cuente con un estudio crítico de Thenesoya Vidina Martín de la Nuez.

Para la hija del escritor Las islas van mar afuera sería reescrita años más tarde por Alfonso García-Ramos en Tristeza sobre un caballo blanco, novela que no cuenta en sus distintas ediciones con un estudio pormenorizado hasta la fecha.

Liti García-Ramos dice que siente “mucha rabia” por no haber podido hablar con su padre de literatura claro que entonces no tenía curiosidad por estos temas”. Años después, cuando leyó su obra descubrió que en novelas como Tristeza sobre un caballo blanco el autor escribe cosas sobre su vida y la de la familia que “ni siquiera nos contó a nosotros. La primera vez que leí Tristeza sobre un caballo blanco pensé que mi padre había intentado imitar a Alejo Carpentier”.

Respecto al origen de Guad, la mejor novela del escritor y uno de los grandes títulos de lo que podría denominarse “literatura canaria”, recuerda que el embrión de la idea apareció durante un reportaje que Alfonso García-Ramos escribió sobre las galerías de explotación acuífera de Tenerife. Su hija no se atreve a afirmarlo sin embargo con rotundidad pero dice que Guad se trata de uno de los libros de su padre a los que tiene más cariño.

Quizá sea, explica, por la construcción de la novela. Por las distintas voces que intervienen en ella pese a que en ocasiones la lectura se enrede. No obstante y con el paso de los años sí que ha encontrado partes que ahora cobran otra dimensión.

Varios años antes, el escritor gallego Juan Farías había publicado otra novela con el telón de fondo de las galerías en Los buscadores de agua, que consta de dos partes, la primera desarrollada en Tenerife y la segunda en la isla de La Palma.

Alfonso García-Ramos escribió Tristeza sobre un caballo blanco al final de su vida, cuando ya se encontraba enfermo. Cuenta que la redactó con prisas, como si tuviera la impresión de que el tiempo se le acababa.

En cuanto a Teneyda, cuento por el que obtuvo el premio Santo Tomás de Aquino a finales de los años 50, se trata de un relato sencillo que refleja lo que, según su hija, solía decir, que quería huir del “regionalismo” aunque otras voces opinan lo contrario. Aarón León Álvarez incluye en el prólogo que escribió en el libro que recupera este relato y algunos más del escritor tinerfeño y que Nectarina Editorial ha recuperado en 2021 la siguiente reflexión que García-Ramos expuso sobre ella en un periódico de la isla:

“Teneyda es un intento serio de profundizar en la psicología del campesino canario, un tanto hermético y difícil. No es sin embargo una novela regional, ni mucho menos una estampa folclórica estereotipada. Su argumento es válido aquí como en otro sitio cualquiera”.

El cuento debe entender así como un intento por reflejar la idiosincrasia del hombre de campo canario, callado y muy metido para dentro. Caracteres que quizá reproducen los que conoció siendo niño en los campos de Tacoronte.

La primera edición de Teneyda contó “unos buenos dibujos” –en opinión de Domingo Pérez Minik– de Fernando García-Ramos y se trata de un libro con un realismo crudo, “independiente y, a veces, hasta acerbo. Todas las figuras carecen de idealización”, destaca Pérez Minik en un artículo publicado en abril de 1960 en las páginas del suplemento cultural Gaceta Semanal de las Artes, inserto en el periódico La Tarde.

Las novelas de Alfonso García-Ramos son “muy masculinas”, y al serlo, hace que se resientan los personajes femeninos porque “están poco construidos”, opina Liti García-Ramos.

El caso es que tras recibir el Premio Benito Pérez Armas 1970 por Guad, la literatura que en aquellos días se estaba escribiendo en Canarias comienza a vivir un interesante proceso de transformación. Muchos de los nuevos títulos que aparecen a partir de ese momento comienzan a ser premiados, son los años del boom de la narrativa canaria.

En 1971 recibe el Benito Pérez Armas el también periodista y escritor Juan Cruz Ruiz con Crónica de la nada hecha pedazos, novela que estimuló la participación a este certamen de otros compañeros de generación.

Alfonso García-Ramos acostumbraba a trabajar en el garaje de su casa, que había convertido en biblioteca y despacho. Mientras escribía no le molestaba que entrara en la habitación cualquier miembro de su familia. Su concentración, ejercitada por su trabajo en las redacciones de los periódicos, no se descuidaba mientras andaba absorto tecleando con dos dedos en su máquina de escribir. “Mi padre nunca se enfadaba era más bien un bonachón”, recuerda su hija.

Respecto a su otra vocación, el periodismo, Liti García-Ramos dice que quiso dejarlo a lo largo de su carrera. Que su idea era montar un despacho de abogados donde ella le ayudaría cuando terminara Derecho. Al final se quedó en nada cuando Liti apostó por dejar estos estudios en favor de los de Filología.

Liti García-Ramos cree que su padre podía “estar cansado del periodismo” y le atrajera más escribir literatura. El caso es que “le obligaron a que estudiara Derecho pero él lo que quería es ser escritor”. Que se dedicara finalmente al periodismo se debe a que así podía hacer lo que más le gustaba: escribir.

Uno de los cuentos que recoge la nueva edición de Teneyda, El opositor, es marcadamente autobiográfico y explica un poco la evolución existencial y también creativa de Alfonso García-Ramos. “Creo que no llegó a prepararse oposiciones”, explica su hija, quien añade que “le angustiaba la idea de opositar. La Reválida la suspendió por el Latín”.

La literatura de Alfonso García-Ramos es la mirada del canario a la emigración. La emigración entendida como la esperanza de rehacerse en otro sitio y, al mismo tiempo, la única manera de salir de una situación que se ha estancado y por lo tanto evita que uno salga de ella.

En este aspecto, sus libros describen la desolación del campo canario durante la postguerra, y el consuelo que significó para muchos soñar con emigrar. La obra del escritor propone también una denuncia social, un elemento que es muy clave en el desarrollo de Guad.

Antes de morir en marzo de 1980, Alfonso García Ramos se encontraba trabajando en unas memorias que no acabó. Dejó escritos seis episodios de estos recuerdos, casi todos referidos a su infancia.

¿Existe la posibilidad de publicarlos?

La hija del escritor dice que les han recomendado que no lo haga “porque mi padre no habría querido” aunque parece que estos fragmentos sí que se reprodujeron en su día en un periódico de las islas.

Alfonso García-Ramos murió muy joven por lo que no tuvo apenas tiempo para consolidar una trayectoria literaria aunque una de sus novelas, Guad, se ha convertido en un referente para generaciones de escritores y lectores que surgieron después de su muerte.

En el obituario que le dedicó el escritor y también periodista Juan Cruz lo recuerda como “uno de los seres más generosos que dio el periodismo de aquellas islas, fue maestro de un considerable número de profesionales”. También que sus tres grandes vocaciones fueron la literatura, el periodismo y la política, ya que fue consejero de Cabildo Insular de Tenerife donde desarrolló, en palabras de Cruz Ruiz, “una labor original y desprendida”.

Tras su fallecimiento, Alfonso García-Ramos dio nombre a un premio literario que llegó a convocar el Cabildo de Tenerife aunque su singladura desgraciadamente ha sido tan errática como las que suele emprender la institución en materias culturales.

Saludos, a la espera, desde este lado del ordenador

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