Valeria Aguiar Bobet: “Las persecuciones a la masonería hispano-marroquí estaban a la orden del día desde 1931”

La masonería española en Marruecos es un ambicioso fresco histórico que estudia el origen y desarrollo de esta organización “discreta” pero no “secreta” entre 1881 a 1930. El trabajo, que edita ediciones Idea con la colaboración de Casa África está firmado por la historiadora Valeria Aguiar Bobet, una muy documentada tesis doctoral que defendió en enero de este año en la Universidad Jaume I de Castellón.

Valeria Aguiar Bobet nació en el Puerto de la Cruz y es licenciada en Historia por la Universidad de Laguna. Autora de varios trabajos, en la actualidad desempeña su labor como investigadora para el Centro de Historia y Cultura Militar de Ceuta.

- ¿Cuáles son los orígenes de la masonería española en Marruecos?

“Conocemos la existencia de logias desde al menos 1873 por parte del Gran Oriente Nacional de España y del Gran Oriente de España, pero yo sitúo la “oficialidad” en la primera logia de la que se tiene constancia documental, llamada Luz de Marruecos, que se funda en Tetuán en 1881. De todos modos, la ciudad pionera y principal sería Tánger, la única abierta a los cuerpos diplomáticos de diferentes países en este periodo. Lo que sí parece común es que la masonería española no fue iniciativa exclusiva de españoles sino también de unos pocos musulmanes de la élite colaboracionista y, sobre todo, de judíos sefardíes tangerinos que vieron en la orden una posibilidad para afianzar los lazos ya establecidos con el régimen de protecciones y una forma, digamos más romántica, de reestablecer los lazos con aquella patria perdida después de la expulsión de los judíos en 1492. El componente judío marroquí, desde este debut, siempre será bastante alto en las logias de Marruecos. Por esta razón suelo utilizar la expresión “masonería hispano-marroquí”.

¿Existen diferencias con otras masonerías como, por ejemplo, la francesa?, ¿sus objetivos eran comunes en esta colonia?

“Existieron bastantes diferencias, al menos según mis observaciones. La masonería francesa llegó a consolidarse con mayor rotundidad. Funcionaba con más regularidad y contaba con ciertos apoyos de la élite local. En cambio, la masonería española, más personalista y sujeta a los intereses de sus mandatarios, sufrió numerosos pleitos internos que condicionaron su devenir. De hecho, la masonería francesa juzgaba a las logias hispano-marroquíes de laxas y de cometer numerosas irregularidades. Era verdad. En parte por lo expuesto y en parte por cierta desidia que siempre sufrió desde las obediencias centrales, del mismo modo que ocurría con el Gobierno de Madrid y el protectorado, además de no contar siempre con el beneplácito de las autoridades regionales.

No obstante, la masonería española incluyó en sus filas a un gran porcentaje de marroquíes, especialmente judíos (a veces más de un 50% del total) y también musulmanes, una característica propia pues en las logias galas se negaban a iniciarlos por no considerarlos “preparados”. Aun así, las relaciones entre ambas masonerías siempre fueron aceptables y cordiales. Los objetivos eran similares: “civilizar” a la población marroquí, ayudar socio-cultural y educativamente a los “indígenas”, como los llamaban. Un historiador francés las denomina por ello “masonerías misioneras”, pero también fueron un vehículo más de la colonización franco-española y un espacio de encuentro entre pares en medio de una sociedad colonial en construcción”.

. ¿Cuál fue la actitud de la masonería española en Marruecos ante los procesos independentistas de la región? ¿Jugó algún papel en favor o detrimento de la independencia de Marruecos?

“Como institución nunca laboró a favor de ningún proceso independentista. Al contrario, la masonería fue una entidad colonialista paralela a la de los gobiernos de turno, y siempre actuó en favor de los intereses de los españoles, tanto en América como en Marruecos. Sin embargo, durante el periodo republicano acogerá en sus filas a miembros destacados del “protonacionalismo” marroquí, como Abdeselam Bennuna o Abdeljalak Torres, pero con la idea de reubicar sus preceptos. Ambas partes, masonería y nacionalismo, tenían intereses en común. Los españoles como un modo de control y de ofrecer la posibilidad de seguir “mejorando” cívica y formativamente a los marroquíes, tal y como defendían en sus bases epistémicas y en sus propios reglamentos. Por su parte, los nacionalistas buscaron en las logias diferentes apoyos para su causa e, incluso, otro tipo de ayudas más prácticas, especialmente cuando se dieron casos de retenciones y detenciones de algunos correligionarios en la zona francesa (donde se aplicaba una política más dura respecto al movimiento) y otro tipo de persecuciones. Se realizaron algunas “iniciaciones” secretas también de las que queda poca información. La idea era fundar logias árabes, similares a las logias de adopción femeninas, pero la fricción no tardó en llegar cuando los líderes se dieron cuenta de que poco o nada podían conseguir de la masonería y que esta ya tenía sus propios problemas y sus propias persecuciones por parte del sector fascista y antimasónico. En 1933 se declara, con todo, incompatible el nacionalismo con la masonería así que la mayor parte de los masones musulmanes simpatizantes del movimiento dejaron de asistir”.

- Y ante el golpe de Estado de julio de 1936. ¿Cuál fue su posición?

“Esta pregunta es muy interesante y me alegra tener la oportunidad de desarrollarla en este medio. La posición, obviamente, fue contraria al golpe de Estado. Muy pocos casos conozco que se pasaran al bando sublevado. Al contrario, en Marruecos, desde el 17 de julio por la noche, ya hay represión y detenciones. Un mes más tarde, empiezan los primeros fusilamientos y no tanto por “delito consumado de masonería” como después aparecería en las retractaciones, sino por las actividades políticas o por no adherirse al “Glorioso Movimiento Nacional”. Hay algunos casos bastantes tristes, pero así son las guerras. La mayor parte fueron relegados al ostracismo social y condenados. Las muertes contabilizadas son unas 30 por ahora.

En cualquier caso, no quería destacar este aspecto, muy similar al de otros masones en España, sino otro: cómo las persecuciones hacia la masonería hispano-marroquí estaban a la orden del día desde 1931. Es más, en numerosas ocasiones los talleres de Marruecos avisaron a sus correligionarios hispanos de lo que estaba pasando, de lo que parte del Ejército tramaba y cómo en el norte de África estaban sufriendo las represalias en diferentes niveles. También los nacionalistas marroquíes, algunos de los iniciados en la orden, intentaron avisar, pero el caso fue omiso. No sabemos hasta qué punto podría haber condicionado el transcurso de la historia esta red de espías y perseguidos masones (espías en tanto que disponían de códigos para pasarse información), porque sería hacer historia contrafactual, pero sí es representativa esa desidia por parte de los gobiernos de la República, desidia que mantuvieron hasta el final, cuando ya el levantamiento estaba más que planeado. Al menos, los masones lo intentaron.

- ¿Qué profesionales destacan como afiliados en la masonería española en Marruecos?, ¿fue alto el número de militares?

“En las cuatro etapas en las que dividí mi estudio claramente destacaron comerciantes y lo que llamaban industriales (carpinteros, ebanistas y otros oficios) y profesionales libres. Hubo también algunos funcionarios civiles, miembros destacados de la administración y militares. No obstante, a diferencia de Melilla o Ceuta, en Marruecos la presencia de militares es nimia. Tan solo en la masonería tetuaní reiniciada en 1930 encontramos una logia que podría denominarse “militar” rápidamente diversificada en varias. Se trataba de aquellos soldados y oficiales que, después de la “estabilización” del territorio, prefirieron quedarse en Marruecos, dado que los sueldos eran mayores y también las posibilidades. Aun así, no llegaron al 30% en este periodo y, en 1934, muchos de ellos abandonaron sus filas”.

- ¿Conoce si hubo vinculaciones entre la masonería española en Marruecos con las de Canarias?, ¿y con otras colonias españolas en África y América?

“Los contactos eran formales con las logias de Canarias, además de que hubo algún que otro componente canario en las logias hispano-marroquíes. Con otras colonias españolas de África no consta tal vinculación, tampoco hubo masonería oficial en Guinea o en la zona del Sáhara. En Villa Cisneros (actual Dakhla) se fundó un triángulo de corta duración. Esa fue la extensión geográfica más sureña del Arte Real español. En cambio, con las masonerías americanas, especialmente con las de Cuba, México y Argentina, hubo numerosos y constantes contactos durante la época republicana. Si bien las redes y las formalidades cosmopolitas masónicas con logias americanas se dieron durante toda la existencia de esta masonería, fue sorprendente ver la asiduidad de estos contactos en los años 30. Visitantes en ambos lados, correspondencia mensual y recíproca constante, intercambio de trabajos (ensayos), revistas, informaciones varias. Tengo un artículo (colgado en la web) en el que me centro en estas relaciones, en su tipología, fines, etc. En un capítulo de la tesis está incluido también. Digamos que, ambos contextos, antiguas y nuevas colonias, encontraron un punto en común en las ideas republicanas pero, sobre todo, en los conceptos de hispanidad y de la “madre patria”, hábilmente trabajado en la idiosincrasia española desde el siglo XIX”.

- Se trataba de logias que admitían a cristianos, musulmanes y judíos, ¿cómo encajan sus creencias con las que emana del Gran Arquitecto del Universo?

“Sí, desde las primeras logias el componente judío sefardí fue mayoritario y hubo algún que otro musulmán. No obstante, durante la República se inicia este último grupo de un modo más significativo. El caso es que podían iniciarse sin problemas teniendo en cuenta los reglamentos y las Constituciones de Anderson, el código por excelencia del Arte Real. La masonería avala cualquier iniciación proveniente de credos religiosos, así que los requisitos que impusieron los límites fueron otros, más intelectuales, culturalistas y pecuniarios, un aspecto difícil de cumplir en el caso de Marruecos con una población de mayoría analfabeta y relegada, por parte de los “protectores”, a una condición esencialmente incivilizada. No obstante, la posibilidad estaba y se llegó a cumplir. De hecho, llegaron a proponer la opción de realizar la promesa masónica sobre otros libros religiosos, y no solo sobre la Biblia, así como la traducción de los rituales al árabe.

Como añadido debo decir que este aspecto fue (y es) el que más me atrajo cuando mi director me propuso el tema. Quería estudiar la interculturalidad, la convivencia, los encuentros culturales entre todas las partes. La masonería de este periodo y de este espacio en concreto me proporcionó la documentación y las claves para su comprensión”.

- Explica en su trabajo que la masonería española reinterpreta el mito del al-Ándalus. En pocas palabras, ¿en qué consiste este mito?

“La masonería hispano-marroquí reinterpreta el mito según los preceptos de la orden y según los intereses comunitarios e intercomunitarios de sus componentes que pertenecían a las tres culturas por antonomasia, pero la propia invención del mito se empieza a gestar desde el siglo XIX en el ámbito intelectual y político español en general. Otros autores también lo han tratado, formó parte tanto del discurso del canon colonial español como del de los “protegidos”, por los lazos históricos y en algunos casos sanguíneos (para andalusíes y sefardíes, aquellos expulsados por los Reyes Católicos siglos atrás). El mito proporcionaba las bases de la convivencia en un contexto colonial en construcción y en el que la interacción era obligada, además, situaba Marruecos como un diamante en bruto en el que poder forjar, dado su estado de “incivilización”, los preceptos idealistas de la orden para, al final, crear una sociedad más fraternal, más cívica, más formada en los códigos éticos y sociales occidentales, es decir, basada en la modernidad. Además, el mito, que incluía esa convivencia tricultural ideal, funcionaba a la perfección para todas las partes, aunque cada comunidad la llevase al final a su terreno: los españoles “cristianos” hacia la legitimización colonial y civilizadora de Marruecos; los judíos hacia la nacionalización en cuanto españoles y como justificación para recuperar sus derechos históricos; y los musulmanes marroquíes en cuanto herederos y “retomadores” de aquel periodo de esplendor político-cultural islámico llamado al-Ándalus”

- ¿Qué etapas, y por qué, considera fundamentales de la masonería española en Marruecos?, ¿y cuál y por qué es su momento de mayor esplendor?

“La masonería hispano-marroquí abarca un cómputo de tiempo casi ininterrumpido que va desde 1881, con la fundación de la primera logia de la que tenemos constancia documental, hasta 1936. Hubo otros talleres establecidos con anterioridad en Tánger pero es difícil estudiar dicha década porque apenas han quedado sus menciones nominativas. En cualquier caso, se trata de una diacronía extensa que incluyó numerosos cambios político-sociales en España y en Marruecos, cambios que determinaron el desarrollo y las características de las logias y de sus componentes, por lo que consideré necesario dividir su trayectoria en 4 etapas. Además, la propia estructura e historia interna de los talleres exigía tal diferenciación. Era más inteligible para el análisis histórico y para hacer, en mi opinión, una interpretación más óptima y más cercana a la realidad y a sus protagonistas.

La primera etapa comienza con la primera logia en 1881 y abarcaría hasta aproximadamente 1900, dada la crisis que se cernió sobre España y sobre la propia masonería española. La segunda incluye el periodo de expansión hacia la zona francesa, pues la primera se circunscribía, al final, exclusivamente a Tánger. Un proceso que dura hasta 1923, momento en el que empieza la tercera, con la conversión del Gran Oriente Español en una obediencia federativa, la aparición de la Gran Logia Española en el escenario nacional y la ocupación masónica de la zona de influencia española. La cuarta etapa está dedicada exclusivamente al periodo republicano que, por motivos evidentes, presenta características muy diferentes. Además, será el momento álgido de la masonería hispano-marroquí en el protectorado, por su posicionamiento político, porque será el momento en que mayor número de componentes observe, incluido musulmanes marroquíes, y por los numerosos proyectos e iniciativas cívico-educativas que propondrá”.

- Masonería española en Marruecos. ¿Podría citar a algún miembro con cierta importancia?

“Es una pregunta complicada porque no fue una masonería de personalidades conocidas en el ámbito nacional, salvo algún caso y dependiendo de la etapa de la que estemos hablando. En los orígenes, podríamos decir que el militar Julio Cervera Baviera, uno de sus primeros promotores hasta su partida a Valencia, de donde era originario, fue el componente con mayor renombre: miembro de la legación de España en Tánger y posteriormente diputado en Cortes, su protagonismo se debe en parte a los enfrentamientos que había tenido con José María Lerchundi, el célebre fraile franciscano y con el sultán Hassan II, con quien este último gozaba de buenas relaciones. Y en parte también, porque fue quien impulsó la constitución del Gran Oriente de Marruecos, una obediencia propia, jurídica y geográficamente autónoma en 1890, mucho antes del establecimiento del protectorado (que fue en 1912 oficialmente) y de la mano de numerosos marroquíes, especialmente judíos, pero también musulmanes, algunos de ellos traductores personales, unas figuras importantísimas a nivel lingüístico y político.

Pero también hubo otras personalidades que, en el ámbito colonial-marroquí y en la masonería española, tuvieron bastante renombre. Por ejemplo, el médico sefardí Samuel M. Güitta, el comerciante del mismo origen, Marcos Toledano, dos de los judíos con mayor peso dentro del Gran Oriente Español. A partir de los años 30, los españoles volverán a ganar protagonismo y contamos con Bartolomé Pajares Durán el delegado de la GLE en Marruecos, una personalidad autoritaria y bastante carismática que contaba con excelentes relaciones en España y en Latinoamérica. Junto a ellos, el exmilitar y jefe de policía de Tetuán Cristóbal de Lora; el cónsul Emilio Zapico; el abogado José Alberola Feced; José González Deleito, uno de los primeros exploradores del Sáhara Occidental, todos ellos protagonistas de la masonería republicana por diferentes motivos.

En la parte marroquí, también se cuenta con notables personajes, miembros del incipiente nacionalismo marroquí, como Abdeselam Bennuna y Abdeljalak Torres. Sin embargo, su participación en la masonería, más que nada instrumentalizada en favor de la causa emancipadora, ha sido y es un inconveniente para el discurso nacionalista del país porque, en cierto modo, supuso una actitud “colaboracionista”.

Por último, si nos ceñimos al periodo de la guerra, además de muchos de los nombrados, que fueron asesinados por su militancia política y por su condición masónica, podríamos nombrar al intérprete José Cerdeira, Manuel Hurtado de Mendoza, etc”.

- ¿Cuál cree que era el proyecto de la masonería española en Marruecos?

“Digamos que en cualquier análisis histórico siempre hay una tensión entre los intereses individuales y colectivos. Hasta qué punto influyeron unos más que otros es difícil saberlo sin contar con escritos personales, no siempre existentes. Las fuentes utilizadas, en este sentido, además de las masónicas, incluyeron en algunos casos correspondencia privada, algunas notas, que son bastante útiles para determinar los verdaderos móviles de las personas estudiadas, porque al final los documentos oficiales, sean masónicos o no, se escriben con unas intenciones concretas, bien estudiadas y a veces con demasiada condescendencia. Las cartas personales, en las que este cariz se diluye algo más, muestran otras variables importantes, son más directas (dependiendo del receptor) y esconden los deseos, las decepciones o los enfados de sus autores. Por esta razón se puede hablar de dos proyectos, uno homogéneo, de la masonería hispano-marroquí en cuanto a institución y, otro, en función de los individuos que participaron en ella. En el primer caso, la masonería trató de mejorar la situación sociocultural y cívico-educativa de Marruecos, favoreciendo la convivencia pluricultural y pluri-religiosa, elaborando proyectos educativos o publicaciones (monográficos, revistas, opúsculos). Se hicieron también muchas celebraciones y eventos con charlas, banquetes y bailes, para recaudar fondos o con fines formativos. Se becó a estudiantes con escasos recursos y otras tantas labores de beneficencia. Sin embargo, este proyecto, ideal y utópico en sí mismo, se sustentaba en las propias bases del canon colonial africanista, que básicamente pretendía “civilizar al indígena”, al marroquí musulmán especialmente, fuese árabe o bereber, y que eran percibidos desde las tesis evolucionistas y raciales del momento.

En el segundo proyecto, que incluye las motivaciones personales de los individuos que integraron esta masonería, las logias funcionaron como grupos de cohesión ideológica, de presión política en algunos casos y, lo más frecuente, como un medio para obtener diferentes intereses particulares o comunitarios (en este caso nos referimos a los intereses de la comunidad judía, musulmana o de diferentes grupos de la colonia española). En otros contextos como Canarias, la masonería actuó también como trampolín para adentrar a sus partícipes en la élite local. En Marruecos no fue de este modo. Más bien se constituyó como un espacio alternativo para diferentes individuos que no siempre tenían un papel significativo en la administración regional. Y al no existir otros espacios en la colonia en los que compartir semejanzas ideológicas, o en detrimento de redes interpersonales al ser espacios en construcción (al menos para la colonia española), las logias funcionaron como centros de convivencia, de apoyo mutuo para fortalecer redes laborales, para interceder ante problemas personales o comunitarios. De hecho, en cuanto la masonería no cumplía las expectativas o las ideas preconcebidas de sus integrantes, algunos de ellos abandonaban sus filas.

De todos modos, y pese a este exacerbado utilitarismo (también observado en los componentes judíos y musulmanes), “la alta misión masónica”, como la llamaban, es decir, el proyecto colonial ideal que establecieron para Marruecos, fue uno de los pocos realmente inclusivos de todo el sistema colonial español”.

- ¿Hubo un periodo especialmente difícil de estudiar por la escasez de fuentes?

“Diría que los más difíciles, además de los años relativos al siglo XIX, de los que se conservan pocos legajos, son los periodos relativos a las dos dictaduras españolas del siglo XX, fundamentalmente por la guerra civil, o al menos fue su causa. Una vez sucede el levantamiento muchos expedientes de logias y otros personales se destruyeron o quemaron, a veces por las propias familias de las víctimas. El caso más ilustrativo ha sido el de las logias españolas implantadas en la zona francesa y en la ciudad internacional de Tánger, ambas ajenas a priori al transcurso de la guerra, por lo que sus integrantes tuvieron más tiempo para hacer desaparecer la documentación y apenas queda nada. Tampoco pude encontrar información en los archivos franceses ya que el régimen de Vichy produjo el mismo pánico en la masonería gala establecida en Marruecos. De todos modos, mi principal objetivo fue construir un paisaje histórico más o menos completo a pesar de las ausencias documentales”.

- Fuentes consultadas y bibliografía

Mi tesis doctoral es más una tesis de fuentes que de bibliografía. Primero porque se ha escrito poco sobre el tema y, segundo, porque la documentación apenas era conocida. Ese ha sido mi papel también, darle luz y ofrecer a otros investigadores la posibilidad de conocerlas y tenerlas en cuenta. Además, las fuentes masónicas conservadas sobre este tema son muy abundantes, fundamentalmente las que se sitúan en el Centro de la Memoria Histórica de Salamanca; aunque también el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares y otros regionales o municipales como el Archivo Intermedio Militar de Ceuta cuentan con fondos imprescindibles. Los archivos franceses presentan menos posibilidades, al menos para el estudio de la masonería española. En cambio, para estudiar la situación colonial de España en Marruecos se trata de archivos poco explorados y que tienen bastante que decir, al igual que la Biblioteca General de Tetuán, cuya hemeroteca es bastante amplia y suculenta.
De todos modos, lo que quisiera destacar de la documentación masónica es que presenta una información heterogénea muy útil para cualquier estudio, no solo para la masonería en sí. Los expedientes personales, que incluyen la correspondencia privada y numerosos ensayos de sus partícipes, son un regalo para los historiadores. Se debería acabar con ese cierto ostracismo al que nos relegan otros colegas, situando a la historiografía de la masonería en un lugar subordinado respecto a otros tipos de historia.

- Próximo trabajo

“Tengo previstos varios trabajos que incluyen la analogía de las masonerías implantadas en países arabo-islámicos durante los siglos XIX y XX, pero en este momento estoy centrada en la publicación del último volumen de mi tesis que abarca la masonería hispano-marroquí durante la II República. También estoy preparando una charla (y su publicación posterior) sobre una expedición al Sáhara Occidental durante los años 30 por parte de un masón militar llamado José González Deleito. Se impartirá en un curso de verano sobre el Sáhara organizado por la UNED en Ceuta. Aprovecho este espacio para invitarles a participar, sobre todo teniendo en cuenta la situación política actual respecto a las relaciones hispano-marroquíes y el Frente Polisario. Será una buena oportunidad para tener una visión de conjunto del problema y para contextualizarlo de la mano de especialistas e historiadores de diferentes lados, no solo españoles”.

Saludos, lo que está arriba está abajo, desde este lado del ordenador

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