Cuentos y novelas sobre la Guerra Civil en Canarias (2)

Otro de los títulos más conocidos sobre aquella contienda fratricida escritos en y desde Canarias es Sima Jinámar, de José Luis Morales.

Según explicó el autor en una entrevista publicada en el diario El País, la novela la comenzó a escribir en la cárcel por dos razones: “la primera, que allí tenía tiempo. Y luego, que en aquella ocasión la novela actuaba como salida y reflexión en un momento de crisis ideológica que yo sufría, era 1969, con toda la universidad española. Intentaba, por un lado, hablar de esa realidad que para mí era tan cercana, la de las islas, y por otro, dar a todo esto universalidad, romper el localismo. Porque, al final, los problemas no son exactamente locales, ¿no? Entonces ensayé con el lenguaje canario, rural y con sus ritmos. Te llamará la atención que hay mucha redundancia, que para mí es dialéctica. Y para romper el realismo elemental aparecían algunos personajes atemporales, míticos, que rompen el tiempo y universalizan la ficción.”

La novela, reeditada en 2015 por Turpin Editores, recopila una serie de atrocidades de las que se habla aún en susurros en Gran Canaria.

Según Domingo Martín, Sima Jinámar es el relato de un hombre al que “el sistema va engullendo. Y, aunque una de las habilidades de Morales es la de inventar topónimos (Anuwania, las Siete Mil Islas o Banicado son algunos), a esta Sima le respetó el nombre original para que no quedara duda. Los setenta metros de profundidad de este tubo volcánico sirvieron de tumba para disidentes durante la dictadura julita, en la que transcurre la trama de la novela. Con tanto cadáver gritando historias, ‘intentaron dinamitarla después de la guerra, pero entonces la abrieron más, recuerda José Luis Morales. ‘Es imposible dinamitar algo que es como una catedral de grande’”.

La Guerra Civil también ha producido otras novelas como La infinita guerra, de Luis León Barreto, y ha servido de inspiración para moldear el carácter de algunos de los protagonistas de sus historias en distintos escritores de la que ya se conoce como Generación 21 como son Víctor Álamo de la Rosa (El año se la seca, Campiro que y Terramores); Al sueño polar de golondrinas, de Álvaro Marcos Arvelo, El fondo de los charcos y Baraka, de Javier Hernández Velázquez y La iniquidad II; Los días de Mercurio y Los milagros prohibidos de Alexis Ravelo.

Álamo de la Rosa se basó en un conocido político herreño, Manuel Hernández Quintero, para su Manuel el huido de Terramores. El año de la seca se ambienta en el periodo de postguerra en el territorio mítico de Isla Menor (El Hierro) mientra que en Campiro que da noticias de todas aquellas personas que al estallar la guerra buscaron refugio en cuevas y tubos volcánicos para no convertirse en víctimas de la represión militar.

Álvaro Marcos Arvelo parte de la fuga que emprendió el poeta gomero Pedro García Cabrera junto a otros presos políticos desde el campo de prisioneros de Villa Cisneros a Dakar, Senegal, en 1937, en Al sueño polar de golondrinas, novela que discurre en dos tiempos, los años 30 y los actuales cuando llega un barco chatarra a Puerto Santo, universo imaginario del escritor y cuyo reflejo podría ser Santa Cruz de Tenerife. En las bodegas del barco viajan 152 inmigrantes subsaharianos. Javier Hernández Velázquez recupera al poeta Domingo López Torres en una complicada novela con la que repasa hasta nuestros días un buen pedazo de la historia de la capital tinerfeña hasta finales del siglo XX. Vuelve a aparecer la Guerra Civil en Canarias, aunque en sus páginas finales, en otra novela del autor, Baraka.

En otro extremo se sitúa Alexis Ravelo, quien se despoja de la influencia de su investigador, el marino retirado Eladio Monroy, para narrar en clave muy negra una historia de venganza en la mejor tradición del género en Los días de Mercurio. La iniquidad II, en la que su protagonista, un hombre del bando de los derrotados descubre un secreto bien guardado por parte de otro del bando vencedor. Ravelo insistiría en la Guerra Civil en Los milagros prohibidos, novela que se desarrolla durante lo que se conoció como Semana Roja en La Palma, única isla que permaneció leal a la II República esos días hasta la entrada de las tropas rebeldes y la huida de los “rojos”, los enemigos del nuevo régimen, al monte y a la costa.

La Guerra Civil y la represión en Canarias mueve, por otro lado, la acción de La lista, de Juan Bosco, quien no se arruga en señalar con el dedo quienes fueron los asesinos y sus víctimas en La Orotava durante aquellos años. Juan Ignacio Royo Iranzo propone algo parecido, aunque en Santa Cruz de Tenerife en su interesante El fulgor del barranco. La capital tinerfeña en aquel tórrido verano de 1936 también es la protagonista de La maleta y el obelisco, de Andrés Servando Llopis.

Otras obras a destacar son Mientras maduran las naranjas, de Cecilia Domínguez Luis, novela que recupera la memoria de la Guerra Civil en las islas a través de los recuerdos de Sara, una adolescente que vive el golpe de Estado cuando tiene solo diez años y novela que cuenta con una primera parte, Y tú serás el río. La escritora insistirá en este tema en La Sorriba, libro que se desarrolla durante la Guerra Civil y en una tenebrosa y grisácea postguerra.

(Continuará…)

Saludos, calor, desde este lado del ordenador

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