Si no hubiera mañana, una novela de Alexis Ravelo

“Al contrario de lo que muchos pensaban, Eladio Monroy no era especialmente inteligente”.

(Si no hubiera mañana, Alexis Ravelo.
Editorial Alrevés, 2021)

Para los que seguimos con atención las aventuras de Eladio Monroy, el ex jefe de máquinas de la marina mercante, el personaje forma parte de la familia. Me pasa lo mismo con los protagonistas más o menos fijos que han brotado de la imaginación de muchos otros novelistas.

Sin embargo, con Eladio Monroy el afecto es más cercano. En primer lugar porque el investigador a su pesar es de la vecina isla de Gran Canaria, reside en una de las viviendas de la calle de Murga en la capital y le gustan los buenos libros y el arte de la cocina. Solo sale de su pequeña zona de confort para tomar café en un bar que responde al nombre de Casablanca, con parroquianos fijos que aparecen novela tras novela de Monroy –con Si no hubiera mañana ya son seis– y en donde suelen proponerle los casos más variopintos como sucede en su última historia, en la que demandan sus servicios para que busque a un hombre que así, de repente y sin decir nada, ha desaparecido.

Creado por Alexis Ravelo, siempre he creído que hay mucho del autor en este personaje y no solo por la lustrosa calva que lucen con orgullo sandunguero los dos. A Ravelo como a Monroy les gusta el arte de la cocina, también los buenos libros y ambos residen en Las Palmas de Gran Canaria aunque en el caso de Alexis no sea en la calle de Murga. Otro elemento que hace difícil distinguir al escritor de su criatura literaria es su compromiso social. Las ganas que los parias de la tierra reciban la misma justicia que los que se encuentran en la cúspide de la pirámide. Solo encontrarán justicia los que se encuentran en la base de esa misma pirámide en las novelas de Alexis Ravelo, un tipo que por tener la cabeza bien amueblada intenta a través de sus libros que creamos que otro mundo puede ser posible, aunque la mayor parte de las veces sea porque su protagonista, Eladio Monroy, a quien le han calentado bastante la cabeza, decida tomarse la justicia por la mano. En el caso d e Si no hubiera mañana, tras marear la perdiz con unas investigaciones que no anuncian la solución que finalmente se resuelve en la novela.

La serie Monroy ha ido consolidándose con el paso de los años y su protagonista así como los satélites que lo rodean se han ido dotando de una consistencia que el escritor aprovecha para ocupar los puntos muertos de una investigación que, como toda investigación policiaca que se precie, se complica a medida que avanza la acción. Hay, como en casi toda la bibliografía de Ravelo, denuncia social y mala baba contra los que tanto el escritor como su personaje considera el enemigo: los poderosos, los changas vayan o no con chándal y en Si no hubiera mañana un partido de la extrema derecha bastante parecido a otro que tiene nombre de una empresa editorial especializadas en publicar diccionarios.

Una vez se han puesto sobre la mesas todas las piezas del rompecabezas, Alexis Ravelo lo arma con paciencia de cartujo procurando que el resultado final no contenga agujeros, ya que el objetivo es que todo sea parte de un todo.

Me ha sorprendido, en contra de otras novelas protagonizadas por Monroy, que la violencia en Si no hubiera mañana sea más contenida. No tanto las ironías con las que el escritor plaga un texto que, por norma general, sí que resulta más luminoso que en otras ocasiones.

Alexis Ravelo, más suelto, se permite el lujo, incluso, de ironizar sobre su Eladio Monroy, al que viene a comparar con Mike Hammer. Le une al legendario y ultraderechista detective creado por Mickey Spillane su contundente manera de desarrollar una investigación aunque ideológicamente uno y otro se encuentren en las antípodas. La comparación no obstante que plantea Ravelo no es ociosa porque, efectivamente, por su manera de actuar Eladio le debe mucho a Hammer pero también a otros protagonistas de novela negra y criminal que resuelven mejor los casos a base de golpes que de deducción.

Monroy de momento, mezcla muy bien ambos métodos, el de la violencia y el del razonamiento (lo que fuerza al personaje a pellizcarse la barbilla) aunque a veces uno se imponga sobre el otro. En Si no hubiera mañana el trabajo deductivo está por encima del de dar golpes. Lo que quizá resulte una anomalía para el seguidor de la serie pero que no recele porque la novela ofrece todo lo que ofrecen las anteriores: buena lectura y el reencuentro con unos personajes que, ya se dijo, son casi de la familia.

Con estos y otros elementos, Alexis Ravelo consigue lo que parecía imposible y es que Eladio Monroy funcione aquí como en otros sitios. Es probable que su interés en tierras continentales se deba no solo a lo que cuenta sino al estilo con el que lo cuenta: Se tratan de novelas trufadas de palabras de aquí, “nuestras”, que a lectores de otros espacios geográficos pueden resultarles exóticas. Es una curiosidad, sí, pero sin esta “forma de contar”, las aventuras de Eladio Monroy no serían las mismas ya que el personaje se define y debe al lugar en el que se mueve.

A modo de conclusión, solo unas cuantas preguntas: ¿para cuándo la próxima de este marinero en tierra?, ¿para cuándo otra novela pero sin Eladio Monroy? ¿para cuándo la próxima de Alexis Ravelo?

Saludos, sin fumar espero, desde este lado del ordenador

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