Maud Bonneaud-Westerdahl. La creadora surrealista, una biografía de Ángeles Alemán

El año pasado se celebró el centenario del nacimiento de Maud Westerdahl, una de las grandes olvidadas no solo del mundo del arte que se hace en Canarias sino también en esta Europa hoy tan convulsa, una convulsión que ahora que escribo estas líneas me parece más o menos similar a la que tuvo que sufrir Maud y muchos de sus compatriotas a inicios de la II Guerra Mundial, cuando Francia fue ocupada por el ejército alemán.

Fue precisamente el año pasado cuando se puso en circulación Maud Bonneaud-Westerdahl.. La creadora surrealista (Mercurio Editorial, 2021), de la profesora Ángeles Alemán, investigadora y una escritora con todas sus letras tras leer este libro. Libro que destaca entre otras biografías escritas por el estilo que prima en cada una de sus páginas, la forma en cómo decidió narrar la vida, y también la obra, de esta mujer singular.

Lo primero que llama la atención de Maud Bonneaud-Westerdahl es que se trata de una biografía novelada de la protagonista. Una biografía novelada trufada de atractivas fotografías que además de estar muy bien escrita no pierde nunca el rigor histórico al que la autora del libro, Ángeles Alemán, está sujeto. Este apasionado retrato de una mujer a todas luces excepcional me invita a pensar en ocasiones, mientras avanzaba en su lectura, en las biografías noveladas que nos legó el gran escritor austríaco Stefan Zweig. Algo de ese espíritu –por entender desde dentro al personaje que retrata– se respira en la obra de Alemán, que, consciente que se trata en todo momento de una biografía no cae en la tentación (fácil por otro lado) de “inventar” fragmentos existenciales de su retratada porque este tipo de literatura permite estas licencias. Así, todo lo que se lee en este libro es verdad, solo que una verdad interpretada bajo la forma de una novela aunque no se trate (precisamente porque no “inventa cosas” al no permitirse licencias) de lo que ahora se conoce como novela de no ficción.

Como narra Ángeles Alemán en el libro, concebir esta biografía que parece pero que no está escrita en primera persona tuvo su origen “con un golpe en la cabeza” que sufre la investigadora en un restaurante. “El golpe no había afectado a la lectura ni a la escritura, así que empecé a investigar para un congreso y entonces, casi al azar, abrí un archivo que había guardado dos años atrás. En él había algunas fotografías y unos textos de Maud Westerdahl (Limoges, 1921-Madrid, 1991), a quien habían conocido hacía décadas”.

Quiso así la casualidad, a través de ese golpe fortuito en la cabeza, que Ángeles Alemán acometiera la labor de trabajar un texto que fluye como agua lleva un río y que se lee de un tirón porque se trata de un relato novelado de la vida de una mujer que, pasado el tiempo, parece que fue una avanzada de su tiempo. Una artista ¿o mejor artesana? (los expertos destacan su trabajo en los esmaltes y las joyas) que se codeó con lo más granado del arte de su tiempo y que conoció a tres hombres fundamentales que marcaron su devenir existencial. Tanto, que su posterior trabajo creativo se vio marcado por la sombra alargada de este trío masculino con los que aprendió a ver el mundo con otros ojos. De fondo, pero siempre presente allí donde no llega los chorros de luz, una isla, Tenerife, que Maud conocería tan bien.

André Breton y los canarios (tinerfeños para más señas) Óscar Domínguez y Eduardo Westerdahl ocupan un importante protagonismo en las páginas de esta biografía que al estar narrada como está, no cae en ese estilo estirado, contaminado con innumerables notas, sobre la vida de una mujer que también estuvo marcada por la ausencia de un padre al que las tropas de ocupación alemanas ejecutaron tras hacerlo prisionero bajo la acusación de pertenecer a la resistencia.

Para escribir sobre Maud, Maud Bonneaud, Maud Domínguez y Maud Westerdahl, finalmente, Ángeles Alemán ha trasteado en distintos archivos, visitado personalmente muchos de los lugares en los que estuvo Maud y contemplar la casa en la que residió con su familia en Limoges. El libro bebe mucho, sobre todo para contar los primeros años hasta los años de la guerra, en las memorias “sin importancia” que escribió la artista en un cuaderno con letra apretada y en ocasiones “de muy difícil lectura” que en manos de la investigadora grancanaria se convierte en un precioso material con el que hacerse una idea de cómo pensaba esta mujer. Una mujer imprescindible, por otro lado, para entender el arte en Canarias, ya que su casa se transformó en una especie de oasis intelectual en el que artistas de todo pelaje encontraron refugio para expresar lo que sentían en unos días donde resultaba muy difícil encontrar a iguales que entendieran la potencialidad que estaban cursando creativamente.

El libro forma parte junto a la exposición Maud, c’est la vie, comisariada por Pilar Carreño y que se expone hasta el 27 de abril en TEA Tenerife Espacio de las Artes, de los actos de reconocimiento en torno a la vida y obra de una mujer de notable sensibilidad artística.

Saludos, léanlo, desde este lado del ordenador

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