Más que un museo Rodin que tal un museo…

Mientras los dos o tres pensadores que nos quedan siguen encerrados en sus casa ajenos al mundanal ruido, los que se empeñan en controlarlo todo desde las sombras han cerrado la boca ante el escandalito que se quedó en nada con respecto al hipotético Museo Rodin que, dicen unos, alguna vez abrirá las puertas en Santa Cruz de Tenerife, capital de una isla que nada en el Atlántico mientras el mundo se desmorona.

Al margen de que haya tirado la toalla hace ya mucho tiempo ante la raquítica y nula por miedosa respuesta de nuestros artistas e intelectuales ante esa golfería que quieren disfrazar con piezas que salen casi en serie de la fábrica Rodin, el alcalde y su equipo de cuates tuvo que levantarse esta mañana con un dolorosísimo dolor del cabeza al enterarse que el Gobierno canario ordena “tirar” el monumento a Franco. Lo de “tirar” va entre comillas porque ese es el verbo que emplea la primera página de un diario local sin que se le caigan los anillo a quien escribió ese mismo verbo: “tirar”.

Yo, más que “tirar”, lo que haría sería trasladar ese monumento a la infamia para unos y seña de identidad de la ciudad para otros hasta el parque Viera y Clavijo (que es donde hipotéticamente se instalará el Museo Rodin) para que ahí, escondido en los hermosos pero descuidados jardines del complejo, recordase a la ciudadanía que desde ese momento permanece ahí oculto pero en buenas condiciones el ángel que transporta encima a un caballero que, según leo, idealiza (y no saben ustedes cómo) al mismísimo Francisco Franco, ese hombre que no se cansó de gritar desde los balcones lo de España una, grande y libre… Siendo consciente el también conocido como Caudillo que aquella España de una tenía poco, de grande mucho menos y de libre nada.

En fin, que la idea que lanzo gratuitamente (aplausos) es que más que un Museo Rodin, que no veo nada claro que se haga como no veo nada claro que genere en manifestaciones por las calles convocadas por los que ponen el gritito en el cielo ante tamaña farsa, se haga por el contrario un Museo del franquismo que de esas cosas la capital y la isla en la que vivo tiene muchos, demasiados recuerdos.

Y si bien ya más de la mitad de la población no se acuerda de quién demonios fue ese Franco, un tipo cuyo perfil aparecía hasta en las monedas, estaría bien que como han hecho los rusos con su memoria comunista, se dispersara por el parque del Viera y Clavijo todos los restos que quedan de aquel régimen que pasó a mejor vida en noviembre de 1975.

Imaginad lo interesante que sería.

En vez de observar copias de Auguste Rodin, se verían piezas originales de artistas como Juan de Ávalos y además del monumento al que nos referíamos más arriba, estarían también los gigantes que custodian el complejo de la plaza de España, justo delante del Cabildo de Tenerife. De hecho, desmontaría ese monumento vertical y sin uso y tras retirar los huesos (por si aún queda alguno) de la cripta que hay debajo, lo trasladaría pieza a pieza al Viera y Clavijo para que formara parte de ese museo al aire libre del franquismo. Dentro, dentro por ejemplo lo dejaría para otras cosas ya que como dijo quién yo sé otras tareas requerirían por entonces el concurso de sus modestos esfuerzos…

La placa que estaba en el palacio de la que fue Capitanía Militar y que recordaba que allí fue donde se levantó Franco en julio de 1936 y el monumento de Las Raíces que rendía tributo a los militares y algún civil despistado que aparecen en la conocida fotografía que días antes sacaron a Franco rodeado de los suyos, sería otras de las piezas que formaría parte de un Museo que no tendría el calado del de las copias de Rodin pero seguro que triplicaba el número de visitantes.

Imaginad a un turista alemán o británico o francés o de dónde sea cuando bajara a la ciudad de uno de esos fantásticos cruceros que atracan en el Puerto:

¿Dónde estarrr monumento Frrranco?

El turista o la turista mostraría un plano para que el vecino de toda la vida le indicara con la amabilidad que caracteriza a los chicharreros (ninguna, seamos justos) la dirección.

Usted entiende el cristiano, ¿verdad? Pues suba todo esa calle y siga subiendo hasta llegar a una fuente muy fea que se llama plaza de la Paz y allí tuerza a la izquierda. No tiene pérdida.

Eso sin decirle que puede coger el tranvía y ahorrarse el largo paseo y a pleno sol que disfrutará si lo hace a patas…

En fin. Un Museo dedicado al franquismo quedaría como chiquilicuatre en esta capital de provincias que se acostumbró a agonizar en soledad. Templaría los ánimos y nos evitaría tediosos debates marcados por la ideología de unos (los que están a favor de que “tiren” el monumento) como de otros (los que defienden con independencia de ideologías que permanezca en su sitio).

No sé como terminará la cosa pero me cuesta imaginar el tremendo boquete que dejará el monumento si lo retiran de donde se encuentra ahora…

Uno me dice que todo Santa Cruz saldrá a la calle en defensa del puto monumento y no me creo nada. Si algo nos define a los que vivimos en esta ciudad es la resignada costumbre a no hacer nada ante los violentos cambios urbanísticos que sufre la capital tinerfeña así como el descuido que caracteriza a quienes la administran por conservar lo que tiene de original.

Les invitaría a que se dieran una vuelta por la zona de Miraflores o por el Toscal, dos espacios urbanos con sus peculiares señas de identidad que, como todo lo que brilla aunque sea poquito, desaparece bajo las palas de las excavadoras y el polvo que provoca la demolición. Aunque quizá sea eso. Demoler es un verbo que viene mejor que “tirar”, la palabra que mejor entiende el alcalde y su equipo. Porque algo deben de entender más allá de acciones políticas porque se acercan las elecciones y de anunciar cantidades millonarias para invertir mientras se disparan los precios de los productos más esenciales.

Me pregunto, a modo de final, que hubiera escrito Fernando Vizcaíno Casas sobre todo esto… Más que una novela de tan casposo humor como … Y al tercer año, resucitó, algo más cercano a Niñas… al salón, aunque más que niñas sean niños y niñas sin demasiada sustancia gris en la cabeza los que han conducido tan malamente esta cuestión.

Arriba, ¿arriba qué, España?

Saludos, con o sin el puñetero monumento, desde este lado del ordenador

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