La ciudad según Mario Levrero

El paso de los año ha terminado por convertir a La ciudad, de Mario Levrero (pseudónimo de Jorge Mario Varlotta Levrero) en una novela de culto, uno de esos títulos a los que solo llegan los iniciados a través del ritual del boca a oreja. Es un libro, por ello, extraño y raro, distinto a lo que estamos acostumbrados a leer y mucho más si se trata de un escritor sudamericano al que la honda expansiva del boom hizo que permaneciera aletargado hasta que unos pocos –al principio– y unos muchos –después– terminaran por descubrirlo y destacar las características de una novela que, salvo al final, apenas se localiza geográficamente aunque el lector de por supuesto que se trata de Montevideo, Uruguay, aunque el paisaje por el que deambula su protagonista es campestre con alguna casa aquí y allá que rompe la monotonía de una geografía que es igual de esencial en esta novela que la aventura, o mejor el vagar existencial que lleva desde el principio hasta el final quien narra desde la primera persona lo extraño de su situación.

La novela comienza con el protagonista que sale de casa para comprar algunas provisiones en el supermercado más cercano aunque se pierde a mitad de camino y empieza a deambular porque no sabe cómo regresar. Sin rumbo fijo, como un barco que navega por el océano a la deriva, el hombre (lo llamaremos así) camina por una geografía que casi parece onírica.

Por el camino se tropezará con una serie de personajes que parecen igual de náufragos que él mismo aunque también con otros que se han adaptado a un modo de vida que consiste en resignarse a existir pese a que se encuentren varados en lo que parece que es tierra de nadie.

Es una novela La ciudad que está escrita en clave fantástica aunque la fantasía que corre por sus páginas no tenga nada que ver con la que propone esta literatura tan ligada a lo paranormal. En el caso de Levrero, este libro está más próximo al universo del escritor Franz Kafka que a Stephen King. Hay un vacío amargo y una sensación de derrota al no saber cómo poner fin a la extraña situación que padece que los escenarios y los personajes con los que tropieza están más próximos al de una ciudad devastada después de la batalla que a inhóspitos pero urbanos solares que esperan a ser edificados. Esta ciudad, La ciudad de Levrero es un acertijo. Solo que un acertijo sin solución posible.

En este vagabundeo forzado, el hombre se tropezará con una mujer y su acompañante, y con extraños personajes que quieren agredirlo sin ninguna razón aparente. A medida que se lee la novela invade al lector una oscuridad que además de no descifrar los secretos que se guardan en estas páginas ponen su paciencia a juego porque, de veras, a veces desespera en este relato que va hacia adelante pero en el que no acontece nada espectacular aparentemente ya que toda la procesión de preguntas que uno va alimentando no encuentran respuesta en el largo monólogo que ofrece el narrador en una primera persona que solo permite que uno o una no se meta en su piel sino que vea ese mundo desolado que presenta no a través de sus ojos sino como acompañante, un acompañante que sabe, o al menos cree saberlo, cual es el límite entre la realidad y la ficción.

Es una pena que esta novela que, es una suposición, pudo influenciar un famoso cómic dibujado por Juan Jiménez y escritor por Eduardo Barreiro y titulado Ciudad, no haya sido reeditada de nuevo aunque quién sabe, igual circula por los méritos que tiene. De momento y tras rastrear por la red no encuentro aviso de que ni el libro ni su autor ocupe un lugar representativo en las letras en español lo que, a mi juicio, es una canallada porque un escritor como Mario Levrero con un libro de estas características se merecía mucho más.

Es probable que al comenzar como autor de ciencia ficción en español la crítica y los lectores estirados no entendieran que su nombre entrara en el callejón de la fama, lo que explica la injusticia de que su nombre todavía permanezca en el limbo donde se encuentran otros tantos escritores marginales y marginados por un sistema que a veces, la mayor parte de las veces, peca de idiota.

La edición que tengo en mis manos data del año 1999 y fue editada por Plaza y Janés en una colección (Mundos Imaginarios) que dedicó a la literatura de ciencia ficción. El libro cuenta con un interesante prólogo que firma el también escritor Antonio Muñoz Molina, quien escribe: “Desde el principio de La ciudad el lector se ve sometido a una rara discordia entre la avidez de continuar la lectura y un impulso de interrumpirla y abandonarla, parecido al deseo o la urgencia de despertar que nos inquietan en el interior de algunos sueños, o a ese principio de crispación nerviosa que contiene algunas veces la mejor música del siglo XX”. Animo así a los curiosos a que busquen un título clave en lo que podría considerarse el preludio de cierto fantástico latinoamericano que hoy, quién lo iba a decir, vive un momento muy dulce

Saludos, maldito incendio, maldito seas, desde este lado del ordenado

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