Lluvia horizontal, una novela de Belén Valiente

Belén Valiente lleva ya unos años incorporada a la república de las letras canarias aunque como poeta y no narradora. Para quitarse esa espina clavada en el corazón, publica este mismo año su primera obra en prosa, Lluvia horizontal, pero al contrario que otros compañeros de fatigas literarias, sobre todo los que trabajan con la poesía, el salto de Valiente a la narración lo hace sin red. Es decir, que no tantea los territorios del cuento y la novela como han hecho ya muchos poetas antes que ella, sino el del diario que es un género que le permite ahondar dentro de los pensamientos y las entrañas de la protagonista de estas páginas que recogen su día a día desde el 2020 (la primera entrada data el 4/5/2020) hasta el 2022 (la última está fechada el 7/8/2022), esto le da la oportunidad de mencionar hechos que afectan no solo a Erea, que así se llama quien escribe este cuaderno, sino también al resto de los mortales, ya que en ese arco temporal sucedieron hechos como la expansión de la Covid-19, el confinamiento, la salida de aquel extraño periodo de encierro y pesadilla colectiva, el uso posterior de las mascarillas en la calle y el final paulatino de todo aquel infierno que tanto contribuyó a hacernos tan difícil la existencia.

Que la poeta y ahora narradora Belén Valiente haya escogido el diario como fórmula a través de la cual contar las experiencias de Erea, su álter ego, me parece muy inteligente porque además de aprovechar lo que tiene de íntimo un diario, esa especie de confesión personal que llevan con espartana disciplina algunas personas, desnudan muchas de las emociones que chisporrotean en el alma de quien escribe estas páginas.

La obra se desarrolla además en una ciudad que conozco porque nací y vivo en ella, Santa Cruz de Tenerife, y aparecen personajes del paisanaje chicharrero como quien ahora mismo les escribe estas líneas. Sensación ésta por cierto algo extraña porque no termina uno por verse ni creerse en obra ajena. Que sea producto de una interpretación que otra persona hace desde fuera de su persona. Así que veo piel pero no alma dentro del yo que no soy yo que aparece en estos diarios.

Haciendo honor a su apellido, Lluvia horizontal me ha parecido por otra parte un libro tremendamente valiente. Y eso sin conocer cuánto hay de verdad y de ficción en estas páginas que muestran a una mujer algo desorientada, que no lo ha tenido demasiado fácil en sus relaciones con los hombres y que escribe su día a día probablemente para liquidar muchas de las frustraciones que la atan a una soledad que no termina de controlar.

Hay muchas partes de este libro que destacaría pero a mi, por encima de los hombres que le estropean el corazón, lo que me ha resultado más atractivo de la novela –porque se trata de una novela en el sentido más estricto de la palabra solo que escrita bajo la fórmula de un diario– son las reflexiones que hace sobre el proceso de creación de su literatura. Cómo escribe una obra que pule y trabaja con la misma paciencia con la que una araña teje su red.

Es un proceso lento, laborioso y duro pero también satisfactorio para Erea, un personaje que puede vivir sin hombres que la vuelvan loca con sus mentiras pero no si le arrebataran su afición por escribir.

Otro aspecto que agradezco de Lluvia horizontal (por cierto, si leen el libro sabrán qué es eso de lluvia horizontal) es que al ser un diario la protagonista Erea cuenta lo que piensa y refleja lo que reflexiona sin censuras. Así que todo lo que nos narra da la impresión de que es verdad, incluso aquellas entradas que se suponen más de ficción por insólitas e inesperadas aunque si hay un punto en el que convergen todas las preocupaciones de la protagonista es en la búsqueda (frustrada siempre) del amor, una búsqueda tenaz pese a los fracasos ya que la soledad no es regalo para todo el mundo.

El sacrificio que implica es enorme y uno se da cuenta que pese a que está dispuesto a ello, Erea no se ve de momento capaz de hacerlo.

De momento, y pese a que los hombres que conozcan resulten otras personas de las que imaginó, la compañía y el afecto felino hace que pueda despertarse todas las mañanas y emprender un nuevo día porque sabe que la vida nos da sorpresas y sorpresas nos da la vida.
Confieso mi recelo inicial ante La lluvia horizontal. Por un lado porque no soy un entusiasta de la literatura de diarios. Confieso ahora también que estaba muy equivocado, y no porque la lectura de la novela me haya hecho cambiar de opinión (que también) sino porque no esperaba encontrarme con una obra que me hablara directamente y que lo que me dijera me sonara tanto a verdad. No sé, en este aspecto, cuánto hay de verdad y mentira en este libro pero sí les aseguro que lo que se lee resulta verdadero y esta es una de las pocas cosas que le pido a una novela: verdad, por terrible y sobre todo desnuda que sea.. Y como narradora (apenas conozco la poesía de Belén Valiente) me parece que estamos ante una escritora que, si insiste más en la prosa, está llamada a trabajos más ambiciosos y redondos. Una ambición que solo se consigue si se sabe evolucionar, crecer, madurar. Y veo mucho de eso en esta novela que con perspectiva que no distancia revela los biorritmos que guían o le hacen perder el día a Erea.

LO MEJOR: Las sinceridad aplastante que caracterizan muchas de las páginas de esta novela

LO PEOR: Que el personaje, pese a sus confesiones, siga estando igual de desorientado al principio como al final

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