Hontoria, una novela de Juan Carlos Galindo

En los últimos tiempos si hay un género que ha hecho país ese es el de la novela negra, negra y criminal como acuñó el maestro Paco Camarasa. Se dice que hace país porque es el único género que disfruta de alcance nacional con independencia de donde transcurra la obra. Es decir, que de todos tiene que ser conocido que existe una novela negra y criminal con acento canario como vasco, gallego, valenciano, extremeño más que catalán, barcelonés, madrileña y castellana disculpándome por omitir otras comunidades autónomas donde se cultiva lo negro y criminal y muy bien por cierto.

Esta expansión de la novela negra por todos los territorios de España ha permitido además de conocer las luces y las sombras de estos lugares una forma peculiar de contar historias y apreciar en muchos de los casos las grandezas y también las miserias de cada una de estas regiones no solo a través de cómo hablan sus protagonistas ni por la panorámica que se hace del territorio que se habita sino también de su gastronomía y, si se tercia y le apetece al autor o la autora, su cultura. Una cultura con sus peculiaridades, con su razón de ser, pero que no explota las idioteces de los micro nacionalismos que hoy parecen que triunfan en este país al que le falta un paso para perderlo si no todo, casi todo.

El caso es que la novela negra y criminal es la única literatura que existe en este país que se escribe por autonomías, y en cada una de estas autonomías, por sus respectivas provincias. Con la publicación de Hontoria, el género se expande a Castilla, y a una localidad, Segovia y sus alrededores, que además de ser patrimonio de la humanidad, se trata de una de esas ciudades españolas que casi todo el mundo conoce aunque no haya estado. Es decir, que reconoce por la riqueza de sus monumentos, y entre esta riqueza, su Acueducto que ha hecho famosa a la ciudad gracias a la proeza de los ingenieros del antiguo imperio romano.

La novela está escrita por Juan Carlos Galindo, periodista de El País y un especialista en el género literario que nos preocupa. Como el protagonista de la novela, Jean Ezequiel, es segoviano aunque su trabajo le ha hecho que haga vida en Madrid. Eso sí, uno imagina que visita periódicamente la pequeña y provinciana Segovia porque está a tiro de piedra de la capital de las Expañas.

En este escenario, ciudad castellana perdida en la nada mesetaria, ocurre en verano de 2016 un violento asesinato en el que pierden su vida una familia. Jean Ezequiel, periodista como Galindo, y aficionado a vestir como Tom Wolfe, es decir, como un dandy algo marciano, se dedica en cuerpo y alma a investigar el caso sin saber que terminará por obsesionarle como obsesiona el caso del misterioso Zodiaco a los personajes de la película del mismo título de David Fincher. Las pesquisas (es una novela de pesquisas en la que se denuncia de paso las corruptelas que se producen en una pequeña ciudad de provincias) llevará al protagonista a llamar a demasiadas puertas. Y cuando se tocan demasiadas puertas se molesta al personal, sobre todo si estos forman parte de la élite de ésta o cualquier capital de provincias.

La novela se mete al lector en el bolsillo y aunque la acción no sea para tirar voladores sí que engancha porque está estructurada en capítulos muy cortos y a uno le entran ganas de descubrir quién o quiénes asesinaron a los tres miembros de la familia Vila.
No obstante, y como me suele pasar con las novelas de género negro y criminal que se escriben en España, si algo me interesa de Hontoria (que fue un pequeño pueblo que hoy ha absorbido la ciudad) es el retrato humano y paisajístico que ofrece de Segovia y sus alrededores. De cómo presenta el carácter de sus habitantes, de cómo dibuja sus calles y plazas siempre a la sombra de los arcos del acueducto y sobre todas las cosas, por cómo come el protagonista, lo que pone de relieve la maravillosa gastronomía castellana y en concreto de esta parte de Castilla y León.

En este aspecto, me he trasladado con Hontoria a una ciudad que conozco desde hacer años y a la que siempre quiero volver aunque los que hemos nacido al lado del mar siempre notemos en esa ancha es Castilla la ausencia de mar. Claro que nadie es perfecto, y Segovia no iba a ser menos.

Jean Ezequiel además de periodista es responsable de un podcast dedicado a los true crime, o crímenes verdaderos, lo que le permite a Galindo exhibir sus conocimientos en torno a un género dentro del policial que no termina de asentarse en este país que cuenta con tantos asesinatos reales, muchos de ellos surrealistas como el territorio en el que se cometieron estos actos delictivos teñidos de sangre y violencia.

El protagonista está felizmente casado con una paisana que pertenece a la jetset segoviana. Es un personaje, el de la esposa, que en mi modesta opinión tenía que haber sido más explotado. Sí que explota al jefe de Jean Ezequiel, un periodista con experiencia que será el personaje que le enseñe al final del libro que pese a que haya descubierto al autor del triple crimen de la familia Vila, le quita la venda de los ojos.

La idea es explicarle por qué su trabajo es impublicable: todo son suposiciones muy bien armadas pero sin pruebas sobre la mesa. El final resulta muy amargo, léanlo y sabrán la razón. Y no solo para el protagonista sino también para el periodismo, un oficio que parece que ya no sirve para nada salvo envolver el pescado.

LO MEJOR: La descripción del carácter de las gentes de Segovia, una ciudad en la que también existe la corrupción

LO PEOR: Que se trata de una novela de pesquisas, dejando de lado –en ocasiones– el desarrollo de otros hilos
narrativos

Saludos, y eso es todo amigos, desde este lado del ordenador

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